Me comentaba un médico clínico, amigo mío, que cada vez son más las personas que sufren de hipertensión debido a la grosera exposición de sus nervios en la vía pública, cuando, conduciendo sus automóviles, tienen que sortear centenares de dificultades de tránsito, para llegar a su casa o a su lugar de trabajo. Y cuando llegan, su estado nervioso es de cuidado, pues el estrés ya se ha instalado en su ánimo.
“…Entonces les recomiendo a mis pacientes que antes de salir a la calle ya tomen su pastilla contra la presión alta, pues allí, entre el apremio de los bocinazos y de los conductores que están literalmente estresados, es cuando el organismo empieza a sentir el impacto de tanta presión”, me decía. Este galeno, dicho sea de paso, ha dejado de conducir por razones de salud.
Y de veras es así.
Hay que ver cómo va la gente apresurada (y también hablando dale que dale por su celular, dicho sea de paso) a un sitio, y cómo toma la delantera –imprudentemente– a un auto, poniendo en riesgo la integridad física de las personas.
El flujo de vehículos tendría que ser relativamente seguro (no existe, de hecho, un flujo seguro); no debería ser, como es en los últimos tiempos, motivo de muertes que después los familiares y la sociedad lamentan grandemente.
Está muy expuesta la salud de la gente por culpa de nuestro caótico tránsito.
No me refiero solo a la integridad física, sino también a la integridad emocional, que tiene mucha importancia, desde luego, en el estilo de vida.
La histeria se instala a veces en los conductores, en las llamadas hora pico.
Y qué decir de aquellas personas que precisan hacer un largo recorrido, porque deben llevar a sus hijos al colegio, y luego acudir a su lugar de trabajo.
Quienes manejan haciendo uso de sus celulares son criminales. Así nomás. No observan el siguiente reglamento: Art. 4°.- “El conductor de un vehículo en marcha debe estar constantemente en condiciones, situación y posición de dirigir y dominar completamente su vehículo, debiendo advertir la presencia de este a los otros conductores y a los peatones que encuentre en su camino, y a tomar todas las precauciones para evitar accidentes y obstrucciones del tránsito”.
Pero no, quien maneja y habla por celular, está en otro planeta. Ya puedo imaginar, más o menos su blablá: “¿Y qué pasó? ¿Y cómo hago para saber qué quiere ella? ¿Encontraste los documentos?”
Puede ser importante lo que lleva al conductor a hablar por su aparato celular, pero la ley hay que cumplirla a rajatabla, para que empecemos a ser un país ligeramente serio.
Quien conversa por teléfono móvil en el momento de conducir delinque con todas las letras.
Y luego estamos los transeúntes (un importante eslabón, ciertamente, de la cadena de tránsito) que debemos estar, como las mismas suricatas, moviendo las cabezas de aquí para allá, en condición de máxima alerta, de expectancia, no sea que al cruzar la calle, un conductor, en pleno estado de imprudencia, o de embriaguez, nos mande al otro mundo.
Sí que está ligado a la salud del ser humano, y muy estrechamente, el infernal tránsito de todos los días.
La cosa no pasa por presentarse sano y salvo, al hogar o al sitio de trabajo, sino en llegar sin tanto estado de alteración. A ver si empezamos a buscar soluciones prácticas.
Comentarios1
Siempre caminamos al borde del filo de la navaja. Sea por nuestra negligencia, o de la ajena, pero estamos ahí acumulando estrés que luego nos pasará implacable factura. ¡Despertemos!
Eso !!!
Yo sé que el cuerpo te pasa la factura, luego. Y no lo digo por mí, que ando en ómnibus, porque me resulta más cómodo. Lo digo por la pobre gente que tiene que lidiar con un tránsito caótico todos los días, cubriendo largas distancias. A través de este sitio varias personas pueden opinar y dejar sus sugerencias. Y va para todas las personas de Latinoamérica. Me consta que en la Argentina la situación está desbordada.
Un abrazo, Pruden.
Hola, Delfina. Siempre me contestas: GRACIAS!
En España, al menos en la zona por donde me muevo, que es Asturias, no tenemos graves problemas de atascos. Sí existen imprudencias, generalmente son jóvenes, que pasan a tu lado (con esa superioridad que la edad les permite) y que van como diciendote: "mujer, y mayor, tenías que ser" Mira, no me enfado, les sonrío y digo para mis adentros que todo llega en la vida. Y los años también!
Un abrazo fuerte y que sigas deleitándonos con tu sabiduría.
Pruden
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