Esta semana se cumplen los 152 años del nacimiento de Elena Vacarescu. Pese a que no es una voz tan sonada en nuestro idioma, su legado para la poesía rumana es innegable; por eso, les dejo una breve semblaza de su vida y obra y los animo a leerla.
Los primeros años en Rumanía y el inicio de la guerra
Elena Vacarescu nació el 21 de septiembre de 1864 en el seno de una familia pudiente y desde pequeña tuvo un contacto cercano con la literatura y el mundo intelectual de la época. No sólo uno de sus antepasados fue Ienachita Vacarescu, conocido por haber compuesto la primera gramática en idioma rumano, sino que sus padres eran diplomáticos y participaban constantemente de reuniones y fiestas a las que concurrían los personajes más interesantes de la cultura rumana del momento. Cabe mencionar que toda la familia pertenecía a una clase acomodada sin problemas económicos que vivía con todos los lujos. En ese ambiente relajado y sofisticado transcurrieron los primeros años de Elena. Sin embargo la tranquilidad duraría poco tiempo con el inicio de la guerra entre Rusia y Turquía.
De todas formas, el haber nacido en una buena familia le permitió a Elena acceder a una envidiable educación, sobre todo tratándose de una mujer en aquella época nefasta. Además pudo realizar numerosos viajes desde pequeña y relacionarse con importantes criaturas de la escena literaria, no sólo de Rumanía sino también de otros países. Sus principales contactos fueron con Victor Hugo y Sully Prudhomme, de quienes aprendió mucho y con quienes mantuvo firmes amistades.
La escritura de Elena se ve atravesada por la Guerra ruso-otomana. Su padre fue llamado a alistarse en el ejército rumano y Elena, que entonces tenía trece años, escribió con intensidad acerca de la experiencia de los que se quedan: la familia que ve partir al amado con la esperanza de que regresa, pero la leve sospecha de que no ocurrirá. Su primer libro reúne precisamente esta experiencia y rebela una poesía primigenia profunda y filosófica que determinará el estilo y las obsesiones poéticas de Elena. A lo largo de su escritura reflexionará sobre muchísimos temas que derivan (o se desprenden) de la guerra. Sin lugar a dudas, esa experiencia fue la que más la condicionó emocional e intelectualmente y la que la llevó a decantarse por la escritura, hasta convertirse en una de las escrituras rumanas más potentes de su generación.
La poeta que no pudo convertirse en reina
Isabel de Wied (Reina consorte de Rumanía) fue otro de los nombres importantes en la vida de Elena Vacarescu. Relacionarse con una mujer tan fascinante y emblemática la ayudó a posicionarse cómodamente en los salones literarios de la corte rumana. Entre ambas nació una fuerte amistad ya que las unían los mismos objetivos: el deseo de un país donde la educación y la libertad fueran un derecho para toda mujer. La reina, que también se destacó como novelista bajo el seudónimo de Carmen Sylva, se aferró muchísimo al cariño de Elena y puso en ella todo el amor fallido que no había podido entregar a su única hija María, fallecida a los cuatro años de edad.
Todo comenzó una tarde de 1888 en que la reina invitó a Elena a una fiesta que se realizaba en palacio, estaba sumamente interesada en conocer a esa escritora que comenzaba a hacerse oír por su voz clara y su estilo auténtico. De aquella reunión surgió una amistad que sería truncada cuando ambas debieron exiliarse: la reina en Alemania, Elena en Francia. No se sabe a ciencia cierta cuáles fueron las razones verdaderas del exilio, aunque se puede asumir que estuvo relacionado con las ideas revolucionarias que ambas mujeres difundían y el apego que los rumanos comenzaban a sentir hacia ellas. La versión oficial es la siguiente.
La corona carecía de heredero porque Carlos e Isabel no habían tenido hijos. El Rey propuso entonces a su sobrino Fernando e Isabel le propuso que se uniera en matrimonio con Elena; no fue necesaria una gran insistencia ya que en cuanto Fernando la conoció se enamoró locamente de ella. Pero la Constitución Rumana impedía que el heredero se casara con una mujer rumana. Conclusión: Isabel fue exiliada por dos años en Alemania por haber alentado esa unión y Elena para toda la vida por haber intentado contradecir las normas del país. En cuanto al príncipe, tuvo que buscarse una nueva esposa, que fue la famosa María de Edimburgo.
Los aportes de Elena a la literatura rumana
Entre los grandes aportes de Elena Vacarescu a la literatura rumana cabe mencionar no sólo su creación como poeta y novelista sino también el haberse encargado de llevar al francés la obra de numerosos poetas rumanos, que más tarde fueron traducidos a otros idiomas. De este modo, consiguió que estas figuras relevantes de la lírica rumana trascendieran más allá del territorio nacional adquiriendo importancia en otros países del mundo. Algunos de estos autores fueron Mihai Eminescu, Octavian Goga, Ion Minulescu y George Topîrceanu.
En lo que respecta a sus publicaciones. Algunos de sus títulos más famosos fueron «Cantos del amanecer» «Historias y llamas», «Duermevela», «Reyes y reinas que he conocido» y «Memorias». Cabe señalar que estaba especialmente interesada en la poesía folklórica rumana y que, si bien en su escritura se nota una gran influencia de la poesía inglesa y francesa de la época, también aparecen elementos típicos de la lírica rumana rural que la han ayudado a destacarse como una autora ineludible, valiente y variopinta.
Los últimos años de Elena Vacarescu transcurrieron en el exilio parisino, a muchos kilómetros de casa. Ya no quedaba nada de aquella vida acomodada en el entorno rural pudiente de Rumanía. Después de la muerte de Fernando, de quien nunca dejó de estar enamorada y para quien escribió sus poemas más sentidos, Elena se fue apagando lentamente, hasta fallecer, el 17 de febrero de 1947. Su poesía, sin duda, nos anuncia que hay detrás una criatura exquisita y despierta, capaz de hablar sobre temas importantísimos para la convivencia humana desde una sensibilidad y una inteligencia insuperables. No dejen de leerla, por favor.
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