La reconstrucción de un mundo perdido. Ése es el punto de partida del libro de memorias «En presencia de la ausencia», de Mahmud Darwik (Pre-textos); exquisitamente traducido por Luz Gómez García. Una lectura que voy a recomendarte aquí con mucha ilusión y que no sólo trata acerca de los procesos interiores de reconstrucción, sino que además permite una lectura política de la historia y del deseo.
El pasado tirante
El punto de partida de «En presencia de la ausencia» es una mirada al pasado. El protagonista se propone una revisión de su propia vida para entender mejor su presente. Primero parece intentarlo desde un punto de vista íntimo, pero pronto descubre que esa distancia de lo individual con lo social no es posible; porque nuestra historia tiene mucho que ver con la vida que experimentan los otros. Somos parte de un todo, de una otredad que ni siquiera la extranjería nos arranca.
Pero aquí aparece uno de los puntos más interesantes del libro: el margen nos permite entender mejor las experiencias, nos invita a pensarnos desde una distancia que no podemos encontrar desde el centro del conflicto. Y es desde ese lugar que escribe Darwik. Hilando las consecuencias personales y sociales, íntimas y políticas que ha supuesto la persecución al pueblo judío.
Es un libro sumamente doloroso que expone la vulnerabilidad que vivieron miles de palestinos ante la promulgación del Nuevo Estado de Israel: la perdida de derechos y la violencia con la que fueron perseguidos.
El desastre o Nakba, el desplazamiento forzado que tuvieron que soportar cerca de 800.000 palestinos es sin duda un punto de inflexión tanto en la poética de Darwik como en du vida. Y ocupa un lugar muy importante en las reflexiones del libro.
Si bien es un libro de memorias, atravesado por una mirada sufriente más que rencorosa, no deja de caber en ella la incomprensión. ¿Por qué tu tierra puede ser un sitio en el que un día cualquiera puedas estar en peligro?
La autobiografía se escribe en plural
Si bien «En presencia de la ausencia»
Darwik va reconstruyendo lentamente toda su vida, con la paciencia y el impulso de quien desea obtener un nuevo resultado, una mirada más amplia sobre lo vivido. Para hacerlo se apoya en el recurso de la proyección. Dialoga con una versión suya hipotética, para intentar entender el pasado y, al mismo tiempo, aprender a argumentar mejor sobre el presente.
Asimismo, a través de este libro, Darwik revisa la historia del pueblo palestino. Esa idea de la presencia en la ausencia, de la negación de todo un pueblo, de su invisibilidad, y que se puso en práctica durante la al-nakba, que ya dijimos que su traducción es «el desastre», y que supuso una herida profunda en la identidad palestina, que fueron perseguidos por los sionistas en 1948 y que implicó el comienzo del exilio de Darwik, exilio que no terminaría nunca, como sucede con todos.
No es un ensayo, y aunque sí tiene elementos característicos del ensayo poético, se parece más a un libro de memorias, una autobiografía construida con un registro muy intimista. Este detalle me pareció sumamente exquisito, porque sin aferrarse demasiado al yo, Darwik consigue contarnos la historia de su pueblo de una forma totalmente cercana.
Y aquí me parece que nos permite una reflexión interesante acerca de nuestra historia. Nuestra forma de contarnos no debería huir de la visión colectiva, porque somos pueblo, hermanos que luchan por sobrevivir en un mundo de injusticia. Un detalle de perspectiva que puede ayudarnos a distinguir un buen libro autobiográfico de un relato narcisista.
Sin lugar a dudas «En presencia de la ausencia» es un libro extraordinario sobre la capacidad de reconstruirnos a través del lenguaje. Asimismo es un lúcido registro acerca de lo que la violencia hace en el corazón de un niño, y también sobre cómo la guerra nos cambia y cómo el viaje puede servirnos para interpelarnos a nosotros mismos para descubrir nuevas formas de pensarnos y abrazarnos a la esperanza, que es la poesía según Darwix.
No quiero despedirme sin contarte que supe de este libro gracias a esa fabulosa cómplice que es Verónica Hernández, una lectora mucho más despierta que yo y que puedes descubrir en su blog Leo y te lo cuento. Ella me habló de Darwik y me hizo llegar un ejemplar de esta maravilla. ¡Gracias, Verito, por eso!
Y a ti, querido lector, te recomiendo que no dejes de leerlo. Algunos libros tienen la fuerza vital para transformarnos rotundamente. Y creo que éste es uno de ellos.
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