Los cuentos tradicionales han servido a su vez, para explicar ciertos trastornos de la personalidad. Así, el síndrome de Estocolmo se conoce vulgarmente como el síndrome de «Bella y la Bestia» y el síndrome de «Blancanieves» se relaciona con ciertas patologías que aparecen en la mujer durante la edad madura que se caracterizan por el miedo a la muerte y la depresión causada por la menopausia. A la «Bella Durmiente» se la relaciona con el síndrome de Kleine-Levine que consiste en una alteración neurológica que suele presentarse acompañada de dificultades para mantenerse despiertos. De este uso de la tradición oral para entender nuestro mundo surge este nuevo ciclo que he titulado «Enfermedad y Mitos Literarios». ¡Espero que lo disfruten!
Literatura que enseña
Nuestra pasión por el cuento viene de tiempos antiquísimos. Hemos necesitado de ellos para explicarnos, para describirnos y para sentar el futuro de nuestras sociedades. Lo que comenzó como un ejercicio de comunicación, en el que se transmitían las vivencias atravesadas durante el día, pasó a ser un método de educación y posteriormente una de las formas más certeras de dejar plasmada la mirada sobre el mundo en un determinado contexto.
La literatura sirve para entender el mundo pero también para aprender más sobre nosotros mismos. Justamente al leer podemos experimentar diversas emociones y al analizarlas asumir ciertas dolencias o explicar el por qué de ciertas actitudes frente al mundo. La literatura, por tanto, enseña a vivir en tanto y en cuento nos da las herramientas para conocernos y para buscar soluciones a nuestros conflictos interiores. En ese sentido también nos permite entender mejor el mundo, el universo de los otros, donde habitan los otros, el espacio que compartimos, y así se convierte en un ejercicio de empatía que puede resultar o devenir en una madurez emocional.
Escribí hace unas semanas sobre este tema, haciendo un repaso sobre las diversas etapas que tuvo la literatura infantil y los usos que se le dieron a lo largo del tiempo. lo que en su momento fue una herramienta de enseñanza con el tiempo se convirtió en una forma de analizar el presente en el pasado.
Esos personajes que nos entusiasmado de niñas han servido también para que la psicología pueda establecer las características de ciertos trastornos afectivos. Quizá con el deseo de dulcificar el trato que estas personas reciben, porque parece que no es lo mismo decir que tienes el síndrome de Blancanieves que decir que tienes depresión menopáusica.
Denominaciones de cuentos de hadas
Partiendo de las actitudes o los complejos que determinados personajes de la literatura han manifestado, tanto héroes como villanos o incluso personajes secundarios, desde la medicina de investigación se han creado una serie de denominaciones coloquiales para trastornos complejos de las emociones. Así, analizando esas conductas y entendiendo las similitudes entre quienes las tienen en la ficción y las que presentan los que padecen determinados síndromes, se ha conseguido crear un índice de enfermedades de cuentos de hadas. Aquí van algunos de ellos:
Síndrome de Otelo
Todos hemos sentido alguna vez en la vida celos hacia otra persona. Ahora bien, el síndrome de Otelo no se relaciona con esa forma saludable en que se manifiesta el deseo o el cariño sino con una condición extrema de ellos. Se trata de una preocupación obsesiva por la persona amada que es causada por un trastorno delirante: el temor (casi terror) de que la persona amada le sea infiel o le engañe en algún sentido. Generalmente este problema se encuentra presente en personas que tienen TLP (Trastorno límite de la personalidad).
Síndrome de Peter Pan
El propio James Matthew Barrie posiblemente padecía este trastorno e intentó narrar sus experiencias y emociones a través de la historia de su personaje Peter Pan. Tomado de este personaje, este síndrome se caracteriza por la inmadurez afectiva que bloquea el crecimiento emocional de las personas. El psicólogo Dan Kiley es el que acuñó esta relación para referirse a aquellos hombres que no pueden renunciar a su condición de hijos para convertirse en padres. Se trata de una serie de características que se hallan presentes en diversos trastornos mentales como el bipolar, el TLP.
Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas
El síndrome de Alicia en el País de las Maravillas se utiliza para referirse a la migraña, cuando se trata de un trastorno prolongado que afecta el normal desarrollo de las actividades. La relación se estableció porque quienes padecen de migrañas tienen una sensación extraña respecto a su entorno y los fuertes dolores de cabeza los lleva a percibir las cosas mucho más grandes o pequeñas de lo que son. El nivel de alteración de este padecimiento es el que causa esta extrañeza sobre el mundo.
Síndrome de la Bella Durmiente
También la Bella Durmiente es utilizada para referirse a una patología; en su caso se trata del síndrome de Kleine-Levin, que se caracteriza por la aparición de una profunda y constante somnolencia causada por un desorden de tipo neurológico que en una situación grave puede llevar a serias complicaciones para llevar una vida normal. Debido a la dificultad para mantenerse despiertas estas personas suelen presentar fracasos en los entornos relacionados con el trabajo o el estudio o incluso en sus relaciones afectivas.
Síndrome de Rapunzel
Este es quizás uno de los trastornos menos conocidos pero no he querido dejarlo fuera. Muchos de nosotros de niños teníamos la costumbre de chuparnos el cabello en situaciones de estrés; sentir el tacto de nuestro pelo en la lengua era tranquilizador. Sin embargo, si esta actitud se vuelve metódica y deriva en hábito puede convertirse en un trastorno conocido como tricofagia. Si no se trata a tiempo la tricofagia puede traer ciertas consecuencias en el organismo, porque se forman bolas de pelo en el estómago que pueden taponar los conductos o puede incluso perforar los órganos. Para suavizar su nombre se identifica la tricofagia con el Síndrome de Rapunzel: la historia de la princesa encerrada en lo alto de una torre y que se deja crecer el cabello para que su príncipe pueda trepar por él y llegar junto a ella.
Existen muchos otros casos clínicos que reciben denominaciones tomadas de personajes de cuentos de hadas. Ahora bien ¿en qué se basó la tradición para crear esos personajes? Esa es la pregunta que quiero hacerme con este ciclo. Así que iré al origen: a cómo vivían esos personajes peculiares, cuáles eran sus trastornos y por qué pasaron a la historia como lo hicieron. Me parece asombroso, interesante e inquietante desde el punto de vista histórico, cómo la información cambia nuestra perspectiva sobre el mundo y sobre la realidad de los otros. Pensando en eso comienzo aquí un nuevo ciclo en el que exploraré lo que hay de ciencia en ciertos cuentos tradicionales. Un ciclo que he titulado «Enfermedad y Mitos Literarios». ¡Los espero por aquí muy pronto!
Comentarios1
Excelente artículo. GRACIAS
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