Enseñar a escribir

Ayer tuiteamos un artículo escrito por Andrés Hax sobre los talleres literarios, que es altamente recomendable. Me ha gustado tanto que he pensado en usarlo como pie para escribir mi nota de hoy.

La gran discusión acerca de si son o no útiles los talleres literarios siempre está vigente y nunca viene mal expresar nuestra opinión o enterarnos de qué pensamos al respecto. Aquí va la mía, a ver si la comparten.

¿Se aprende a escribir?

Cuando era joven mi padre escribía poemas, pero no es poeta y nunca lo ha sido. ¿Tenía talento? No lo sé, el talento es algo muy difícil de definir. ¿Quién establece los límites que lo delimitan? Al final lo que importa es lo que hagamos con ese don o esa capacidad. Creo que no hay nada innato en el hombre ni en la mujer, a lo sumo una piedra grisácea que se va tallando con las experiencias; y que, si no se talla, se pierde como se pierden los dientes de leche.

En mi caso, desde que supe que lo mío con las letras iba en serio, no he parado. Leer y analizar, considero que es el único truco para crecer y es la única fórmula que sigo a raja tabla.

Ahora la siguiente pregunta: Si tenemos el don de la escritura, ¿podemos encontrar trucos que nos ayuden a escribir mejor? Sí, seguro que sí, aunque es importante tener en cuenta que así como no flaqueamos en las mismas cosas, tampoco nos sirven los mismos consejos a personas diferentes. Por eso, cuando llega a nuestras manos un libro con ideas para la escritura debemos mostrarnos sumamente críticos, para entender qué nos sirve y qué no, qué se adapta a nuestras necesidades y qué tips son totalmente inútiles para nuestra escritura. 

En Poemas del Alma hemos publicado varias veces recursos y consejos para escritores, ¿cuál es el objetivo? Que estos textos sirvan de guía o ayuda para aquellos que se han lanzado a la escritura. No obstante, debemos tener siempre presente que no hay mejor forma de aprender a escribir que escribiendo. No hay truco, no hay magia, solo un trabajo intenso y arduo.

Aprender a leer

No aprendemos solos. ¡Eso está clarísimo! Algunos asisten a cursos literarios, otros adoptan un estudio autodidacta, pero todos necesitamos de los demás para crecer.

Aprender a leer es, considero, el único consejo útil. Lamentablemente existen poquísimos cursos donde se ayude a las personas a interiorizar la lectura y comprenderla a fondo. No basta con leer un texto para aprehenderlo, hay que entenderlo desde diversas perspectivas y, sobre todo, ser narradores a la vez que lectores.

Creo que si nos enseñaran a leer con una perspectiva crítica desaparecerían los cursos de escritura. Porque la escritura es una extensión de la lectura y, si aprendemos a leer bien, entonces habremos hallado la única e infalible forma de mejorar nuestra escritura.

No debemos olvidarnos de que existen herramientas que pueden sernos de mucha utilidad. Aprender a usarlas es otro paso fundamental; no obstante, solamente podemos darlo una vez que hemos aprendido a leer y a escribir (aunque sea malamente).

Cuando ya hemos descubierto la chispa y comenzado el camino de la escritura podemos acercarnos a ciertas herramientas y usarlas en nuestro favor. De lo contrario, es posible que aprendamos a escribir textos preciosamente estructurados pero que no se diferencien en nada a aquellos que nos han servido de modelos; caer «bajo la influencia de los grandes» es bueno cuando ya hemos balbuceado nuestras primeras palabras, pero si sucede al revés es probable que nunca nos encontremos a nosotros mismos en aquello que escribamos.

Por otro lado, es importante que seamos siempre humildes y recordemos aquella frase que dice que todos podemos escribir mejor, pero solamente algunos sabrán hacerlo bien.

Lecturas que pueden ayudarnos

En su «Curso de Literatura Europea», Vladimir Nabokov analiza a fondo algunas obras de prestigio literario. Hace mucho que no lo releo pero sinceramente es una de las obras que más me ha gustado; quizás la que me indicó la importancia de la lectura crítica para escribir correctamente. Es un extenso manual en el que el autor de Lolita desbroza completamente el estilo de autores como Jane Austen, Charles Dickens, James Joyce, Franz Kafka y Marcel Proust.

En mi lista de libros que pronto leeré se encuentra «París era una fiesta», de Ernest Hemingway. Según lo ha expresado Enrique Vila-Matas en varias ocasiones, si no fuera por este libro no se habría convertido en escritor. Se trata de un libro de memorias que puede servir de inspiración para aquellos a los que les ha picado el gusanillo de la escritura. Datan de una época en la que Hemingway se enfrascó en la escritura de una forma fervorosa; aquellos días pobres pero felices.

Desde mi punto de vista hay autores que no deben obviarse; no solamente de nuestra era sino también algunos que ya no están, los clásicos de siempre (aunque no todos) y algunos que han ofrecido algo realmente relevante. Para cada género tengo mis imprescindibles; a grandes rasgos mencionaré a Fiódor Dostoyevski, Marguerite Duras, Franz Kafka, Silvina Ocampo, Ernesto Sábato, Andrés Neuman y Amos Oz. Es una escueta lista de aquellos que me han aportado algo realmente relevante y que me ha hecho cambiar o cuestionar la perspectiva de mi escritura. Debo mencionar que mi interés por la escritura se vio fuertemente motivado tras la lectura de las Tragedias de Sófocles, aunque curiosamente nunca he escrito teatro, o quizás fue precisamente por ello.

Cerrando este apartado les recomiendo este texto de Federico García Lorca y este artículo de Félix Chacón. Dos lecturas que pueden servir para comprender aún más de qué va esto de la escritura.

Y ahora, a hacerse unos buenos mates, un té, un café… y a ponernos a trabajar en mejorar nuestra escritura: con una buena lectura como fiel compañera y guía en este sendero arriesgado.