Existen dos clases de escritores, los que están apasionados por las letras de una forma feliz y los que lo hacen porque sienten que es una carga, un don que les ha caído quién sabe de dónde y del que no pueden escapar. Personalmente, aunque me falta mucho para poder considerarme como una escritora con todas las letras y los riesgos que eso incluye, formo parte del primer grupo.
Comencé a escribir de muy pequeña y fueron las letras el espacio en el que conseguí liberarme, donde pude encontrarme conmigo misma y pude descubrir que podía crear mundos donde todo lo nefasto que éste me ofrecía no existía, vidas paralelas felices realmente y situaciones ideales, ésas que no podía tener en la vida real.
La literatura me salvó; sin ella quién sabe por dónde andaría en este preciso instante. Por eso, para mí no es una maldición sino una barca, un refugio, un espacio donde todo el mal del mundo no cabe y donde es posible construir y no destruir. Sin embargo, otros autores no ven la literatura de esta forma. De ellos y de su forma de percibir este arte o trabajo hablaremos en este artículo. Espero que les guste.
Escribir puede ser una condena
Hace unos días publicamos un artículo sobre la ida de Philip Roth de la literatura. Recientemente, el autor explicó sus razones y aseguró que para él la escritura ha sido una condena; inclusive contó que cuando un joven escritor se le acercó para pedirle consejos, él le dijo que lo principal que podía recomendarle era que se dedicara a otra cosa. «No debes hacerte ésto», le dijo.
Existen muchos autores que ven de esta forma la escritura. Algunos han opinado abiertamente sobre ello, como Nicole Krauss y, aunque a mí no me ocurre lo mismo, creo que es sumamente interesante su forma de entender esta vocación.
Según Nicole Krauss, autora de la reciente novela titulada «La gran casa» donde el protagonista es un escritorio que perteneció en otro tiempo a Federico García Lorca, a veces la literatura es una maldición, porque es la única forma en la que puede establecer una comunicación íntima con su entorno.
Krauss es una reconocida escritora estadounidense, alabada incluso por la gran Susan Sontag. En su última obra presenta cuatro historias entrelazadas, las de cuatro personajes que se encuentran unidos por un objeto extraño, un escritorio con una insólita cantidad de cajones.
Al principio, su dueño es un poeta chileno que está exiliado en New York; cuando regresa a su tierra se lo deja a una escritora que lo guarda durante unos 25 años y en el cual escribe toda su obra. Este escritorio parece haber pertenecido con anterioridad de Lorca y un especialista anticuario lucha por apoderarse de él y una pareja de londinenses, en cuyos hombros descansa el desenlace de la historia.
A decir verdad, no parece que para Nicole la literatura sea algo tedioso a juzgar por su increíble capacidad para pintar personajes e hilvanar historias. Pese a ello, la autora considera que es una dura tarea, donde el autor debe estar preparado en cada nueva novela a enfrentarse con el fracaso.
Krauss agrega que escribir es una tarea inagotable. Pese a que uno fabula con la idea de escribir finalmente un libro que lo encierre todo y lo exprese con una total claridad y queya no sea necesario volver a escribir,esto no es posible. Porque todos cambiamos y, al hacerlo, cambia nuestra perspectiva y también las cosas que necesitamos decir; por eso, al acabar una historia, debemos enfrascarnos en otra porque hay nuevas razones para continuar trabajando.
Dice también que por momentos siente la escritura como una maldición porque sabe que no puede evadirse de ella, que siempre debe retomar al borrador una vez finalizada una obra; sin embargo agrega:
Detrás de toda maldición hay una esperanza
En su último libro, donde la mayoría de los personajes son escritores, Krauss deja en evidencia que lo que realmente le interesa no son los autores en sí sino esas personas que habitan en ellos y el intenso trabajo que para ellos significa el desear comunicar algo, y hacerlo de la forma más adecuada posible.
Me he quedado con esa frase de la autora que dice que todos sentimos deseos muy profundos de ser comprendidos y de comprender. Supongo que en ese punto es en el que nos encontramos todos los escritores, los que vemos la literatura como una salvación y aquellos que enfocan la tarea como una carga o una maldición.
No existen buenas y malas formas de entenderlo, detrás de cada autor hay un mundo, una historia y diversas razones que lo llevaron a escribir y lo que realmente importa, al fin de cuentas, es lo que comunicamos y cómo lo hacemos. Es decir la manera en la que contribuimos para hacer de éste un mundo más habitable.
Supongo, sin embargo, que es interesante que nos preguntemos qué clase de escritores somos o queremos ser y que intentemos disfrutar al máximo de nuestra capacidad creativa, como pareció hacerlo pese a todo Philip Roth y como creemos que lo hace Nicole Karuss.
Comentarios2
Muy buen material. Escribo cuentos,relatos y novelas por que tengo necesidad de contar:deseo,pasión,misterio,frustración.En definitiva un cumulo de sensaciones que disfruto expresar por medio de las letras.Inventando personajes o dejo que ellos me inventen .No se si el otro que habita en mi los escribe o soy yo el que me dejo convencer.
Leo,literatura clásica y nunca es demasiado.Participo en talleres literarios en la Universidad de General Sarmiento.Con el escritor Walter Iannelli. No me considero un escritor,sino alguien que tiene ganas de escribir y se pone a jugar con los personajes Se está editando mi primer novela " El faro de San Juan Salvamento".
La literatura es para mí como la salvaciWn del alma. Amo la literatura con la misma intensidad con la que amo a un hombre. La literatura es salvación y liberación a la vez. La palabra es santo y seña de los humanos. Tu artículo es bueno.
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