Dicen que cuando Ana Cristina César tenía 7 años aún no sabía escribir, pero le dictaba a su madre algunos poemas, los cuales enviaban a revistas y eran publicados. A Alejandra Pizarnik también la poesía le llegó de muy niña, y le atravesó la vida como un rayo de luz. Algunos se atreverían a decir que la poesía las salvó, pero si se tiene en cuenta que ambas se quitaron la vida, ¿se puede hablar de salvación?
Pizarnik y César son dos autoras imprescindibles de la poesía latinoamericana vanguardista; es decir, indispensables, si queremos comprender la profundidad real de esta poesía. Una poesía que se nutre de simbolismos y que para ser apreciada, requiere una apertura mental y emocional extrema. Porque detrás de cada coma, de cada color, de cada objeto, se encierran cientos de comas, doce mil colores y otros tantos objetos y símbolos. Sin duda, dos poetisas que me conmueven.
Creo que sin ellas la poesía no sería, y que podría ser tan solo con ellas. Un artículo que me da infinito placer escribir y que espero que les guste y les aporte algo especial.
Dos mujeres, historias semejantes
Recientemente la obra «El método documental» de Ana Cristina César ha sido traducida al español, permitiéndonos acceder a una poesía integra y auténtica. César no solamente es especial por lo que su poesía manifiesta sino porque además puede ser un análogo ejemplo de nuestra querida Pizarnik.
Alejandra y Ana Cristina tuvieron vidas entre las que podrían establecerse ciertos paralelismos. Ambas eran mujeres. Ambas tuvieron trayectorias artísticas similares. Y también estuvieron conectadas por una trágica muerte, suicidios en ambos casos. No son tan diferentes, si lo pensamos.
Las dos provenían de familias de clase media donde el mayor deseo era poder ofrecer a las hijas una educación extensa y el incentivo en la faceta intelectual. Pese a las múltiples posibilidades de involucrarse en los círculos intelectuales más importantes, ambas escogieron un camino auténtico: acercarse a la poesía de una forma íntima. Alejandra, publicó su primer libro a los 19 años «La tierra más ajena». Ana Cristina se formó en el extranjero, en Londres, y con tan solo 20 años ya se encontraba en la lista de los poetas más importantes de su generación.
Entre París y Londres
Los viajes nos cambian, ¡qué duda cabe! y seguramente aquellos autores que han sabido recorrer extensos kilómetros puedan ofrecernos algo que los que se quedaron en un mismo lugar no pueden. En el caso de Pizarnik, París ese país extranjero que para ella fue una patria, la cambió profundamente, le enseñó una técnica lírica que no habría podido adoptar desde Buenos Aires y le permitió madurar y acercarse a una poesía más simbólica, ¿puede que el cambio de perspectiva nos permita darle a las palabras colores e imágenes diversas?
En el caso de César, la posibilidad de acercarse a la poesía directa de los poetas ingleses de finales del XIX, le permitió cultivar un estilo más crudo y férreo. Quizás ahí se demuestra que las necesidades lingüísticas de ambas eran diferentes, quizás su única diferencia.
Pizarnik ligada al francés, César al inglés; posiblemente las dos lenguas más fuertes en lo que se refiere a poesía del siglo XX. Alejandra se apasionó por poetas como Breton y Artaud y tradujo al primero y a Eluard. Cristina se acercó a autores como Mansfield y Plath y tradujo a la gran Emily Dickinson.
En la obra de ambas nos acercamos a una poesía intimista y reaccionaria. Las dos se sintieron ajenas a su época y se inspiraron en autores que no pertenecían a su entorno, lo cual enriqueció profundamente el trabajo de cada una.
La impronta literaria
¿Somos nosotros los que escogemos las lecturas o son las lecturas las que nos escogen a nosotros? Aquello que hemos leído en nuestros primeros años, lo que ha dejado una marca indeleble en nosotros, ¿realmente tuvimos noción de estar eligiéndolo?
Cuando pienso en los libros que me marcaron soy consciente de que si no los hubiera leído hoy sería otra persona. Entonces intento pensar qué fue lo que me llevó a acercarme a ellos y, a decir verdad, nunca encuentro razones elocuentes: solo impulsos momentáneos de curiosear por esos mundos. Y después, cuando el libro se ha aferrado a tu mente, a tus emociones, y ya forma parte de vos, no hay nada que puedas hacer.
¿Realmente escogieron Pizarnik y César sus lecturas? Al leerlas, la impronta de sus apasionados autores es innegable. ¿Habríamos tenido una Pizarnik si en vez de leer a Breton se hubiera sentido atraída por la obra de Virginia Woolf? Y en el caso de Cristina ¿qué clase de poeta habría sido si en lugar de Londres hubiera sido París su ciudad adoptiva? Pueden parecer nimiedades pero de esas cosas involuntarias e inexplicables se construye la literatura: de una trama que se se va hilando en un plano ajeno a la realidad.
Las fuerzas ocultas
Parecidas en muchos aspectos pero desarrollando poesías que ciertamente se diferenciaron, Cristina se entregó a un estilo crudo y realista, mientras que Pizarnik, volviéndose cada día más metafísica y extremadamente simbólica, se decantó por un manejo más sutil del lenguaje.
Siempre me ha parecido llamativa la pasión de Pizarnik por la condensa Bathory, aquella mujer que siguiendo los consejos de unas hechiceras mantenía encerradas a decenas de jóvenes a quienes torturaba para poder mantenerse joven. La obra «La condesa sangrienta» de Alejandra se basa en esa fascinación. Y también el hecho de que Pizarnik guardara sus muñecas puede ser un símbolo que la acercara a esta mujer. La una obraba así para mantenerse joven, la otra para escapar de la destrucción. Cosa que ninguna de las dos consiguió. Como bien lo expresa Angélica Gorodischer:
Sin lugar a dudas hubo fuerzas ocultas que presionaron los interiores de Pizarnik y César, y que las llevaron a escribir. En ambas se percibe una necesidad extrema por liberarse de algo (en muchas situaciones, de ellas mismas), e impedir que esas fuerzas cercenen sus libertades y su feminidad, que se convierte en una a analogía de lo prohibido. Este,creo, es el aspecto más interesante de la poesía de ambas, el cual las ha convertido en almas gemelas.
La poesía surge de esas emociones reprimidas en un tiempo lejano; de esa vida arrebatada que puja por redefinirse. En Alejandra y Ana Cristina fue así, y el resultado fue en ambos casos una obra pura y transformadora.
¿Podemos decir que la poesía las salvó? Algunos seguirán argumentando que no, puede ser extremadamente peligroso hilvanar la idea de la salvación con la de muerte. No obstante, hay personas que solamente encuentran la liberación a través de esa opción. Y me pregunto ¿quién puede determinar si es o no correcto, si es o no veraz? Una pregunta que jamás terminaremos de responder, mientras seguimos admirando a impresionantes genias como Pizarnik, Woolf, Plath, César, Storni…
Comentarios1
Estos conocimientos no los logramos si no fuera por la inquietud de
TES NUHÉN, Gracias POEMAS DEL ALMA.
ESTA UNA MAGNIFICA BIOGRAFÍA, Y me deja con la obligación de conocer más de Ana Cristina César.-
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