Entre el nombre y el problema

Nos hemos planteado el nombre, ecología, frente a una cuestión tan antigua como la humanidad misma; grado de relación, de conexión entre el hombre y su medio. Seguramente también nos preguntamos, por qué hoy día, la ecología parece estar de moda.

A base de suscitarse un problema, con cada vez mayor influencia en la manera en que éste afecta negativamente nuestras vidas, el hombre toma conciencia del mismo, y se propone tomar carta en el asunto, se exige pronta respuesta de su parte, que conlleva a la elaboración de planes eficaces para solucionar los viejos conflictos tratando de no incurrir en errores nuevos.

Los seres vivos estamos en constante interrelación con el medio ambiente, y es precisamente una ciencia, la ecología, la vía para poder estudiar cada elemento de un ecosistema, y de cómo uno, afecta a los otros componentes; a su vez, de cómo éste, es afectado. Si hablamos infatigablemente de ecología en nuestros tiempos, es importante saber de qué se trata para poder comprender la complejidad de interrelaciones, medios y fundamentos que conviven en un ecosistema. La ecología acopia conocimientos de muchas otras ciencias como la botánica, la genética, la zoología, la fisiología, además de guardar relación estrecha con infinidad de disciplinas como lo son la física, la química, la geología, y en resumen, la vastedad de un mundo cognoscitivo relacionado a ello.

El término procede del griego, oikos: casa; logos: ciencia, estudio…, y fue adoptado en 1869, por un biólogo alemán de apellido Haeckel, quien comenzó asumiendo por medio de la misma, el estudio de una especie y su relación biológica con el medio ambiente. Según se fueron interesando los científicos del hábitat de las especies y las relaciones, tanto simbióticas como antagónicas, comenzaron también a adentrarse en el trabajo de separación de los diferentes conceptos dentro de la misma ciencia, para de esta forma, poder constituir tablas con datos, cifras, y pirámides de especies, por cierto muy importantes, ya que entonces pudo verse como el número de individuos va disminuyendo en progreso desde la base hasta la cima, consideradas las plantas y los animales. Paralelamente se manejó el concepto de la cadena alimentaria, y producto de este gran interés por el estudio de los cánones de la naturaleza y la conservación del medio para las especies, hemos llegado a nuestros días, con cada vez más necesidad de atención sobre el asunto, ya sea porque la disminución de espacios verdes, la superpoblación, el exceso de polución generado por la industrialización y la maquinaria de la posmodernidad, nos han sumido en la llamada contaminación ambiental; ya sea, además, porque hoy día esa tan temible contaminación ambiental, se apropia de nuevos campos que llegan hasta en el plano de la acústica, lo visual, incluso lo olfativo, tema éste, del que he realizado un trabajo con anterioridad. Tales hechos nos han ido penetrando en daños de mayor proporción y paralelamente al avance de la tecnología para el desarrollo en nuestros tiempos y en el futuro.

La ecología, amigos míos, es desde todo punto de vista, digna de tomar en cuenta como materia o asignatura fundamental en la enseñanza y formación de nuestros hijos. Si la acción del hombre nos ha llevado a consecuencias que estamos sufriendo hoy día, el gran problema del medio ambiente es también, parte, pensamiento y acción, para que el hombre sea quien fomente, cuanto antes mejor, la manera de evitar que se continúe propagando el peligro, específicamente, educando al hombre nuevo y enfocados en vías para el control futuro de mayores complicaciones, conjuntamente con la confección de estatutos, que regulen la actividad del hombre en detrimento de la naturaleza, asunto éste, que sin resolver, nos está llevando al desequilibrio ecológico.

Si sabemos que afrontamos graves peligros como los que menciono, y conscientes de la gravedad de nuestra situación como habitantes de este planeta, es imprescindible educar a cada persona, a cada niño, educarnos nosotros mismos, que siempre es una muy buena manera de educar a otros, en el conocimiento de la naturaleza y en el esmero que debe ponerse para su conservación y cuidado.

Vivimos entre los aromas y los hedores del mundo de hoy. La contaminación ambiental ha alcanzado el grado mayor en la historia de nuestro planeta y sus capas gaseosas. El aire está saturado de sustancias que comprometen seriamente la salud del ser humano y amenazan con el detrimento gradual de las especies y la vida. Parte del abuso cometido se debe, como todos sabemos, a una enorme porción de ignorancia, en sus inicios, seguido en gran escala, por el afán desmedido del hombre por el poder y el lucro.

La falta de respeto a los cánones de la naturaleza, ha jugado un papel primordial en todo ello, por lo que resulta sumamente necesario, implementar programas en las escuelas, que tales como lo son las matemáticas, la historia y la gramática, por ejemplo, lo sean además, el conocimiento y respeto de las reglas biológicas y de la naturaleza. El aprendizaje de estos programas será seguramente del agrado de los niños, que son quienes mejor pueden dar fe de su inmensa sensibilidad.

Cada organismo vivo posee la facultad de responder e interactuar con la naturaleza, pero, para poder responder ante estímulos diseñados, que en muchos casos rompen con los principios elementales de ésta, cada organismo debe además crear, nuevas maneras de responder. Generalmente, esas nuevas formas o vías, no son otra cosa que transmutaciones impropiamente dirigidas a la devastación de la naturaleza misma.

Demos el ejemplo a nuestros hijos: eduquémonos, y de tal manera, eduquémosles a ellos en el amor y la conservación de la Madre Naturaleza y nuestro Planeta, que no son otra cosa, que la casa en que vivimos.

Ciudad de Miami, noviembre, 2006

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