La voz de Liliana Ancalao es intensa; te va entrando por los huesos y cuando querés darte cuenta ya es demasiado tarde. Mientras leía una antología de poesía mapuche, «La memoria iluminada», me crucé con sus versos; desde entonces, sigo sus pasos porque sus poemas tienen ese punto vital que necesita la poesía para conmovernos.
Les dejo una conversación escrita que mantuvimos y espero que la disfruten tanto como yo. Cabe mencionar que los poemas citados en esta entrevista pueden encontrarse en la antología antes citada.
— ¿Mapuchezungun o mapudungun? Utilizaré la segunda en las siguientes preguntas porque noto que es la más difundida; no obstante, me interesaría saber cuál considerás más exacta, correcta, quizás.
— Mapuzungun significa “lengua de la tierra” y mapuchezungun, lengua de la gente de la tierra. Mapuzungun abarca más lenguajes, el de otras fuerzas además de la del che.
— Hace un tiempo leí una entrevista en la que contabas que la poesía te había llegado por tu madre, por su nostalgia de la naturaleza. ¿Comenzaste a escribir en español? ¿En tu casa hablaban mapudungun?
— En mi casa como en la casa de muchos mapuche de la posguerra, no se hablaba mapuzungun. Después de la derrota militar, de este lado de la cordillera, el Puel Mapu, el estado argentino impuso el idioma español y silenció el mapuzungun. Yo soy la tercera generación que fue a la escuela occidental y cristiana, nací en un barrio de la ciudad y mi primera lengua fue el español.
— ¿Leés únicamente a poetas mapuches? ¿Podrías nombrarme algunos de tus autores de referencia?
— Leo toda la poesía que llega a mis manos y escucho toda la poesía que llega a mis oídos. He tenido el privilegio de escuchar la poesía en la voz de los poetas y creo que es una práctica de la que no se habla mucho y es muy profunda y significativa en la vida contemporánea. Me refiero a los recitales de poesía. En este momento tengo la cabeza llena de rostros, voces y poesía y no podría nombrarlos a todos, todos son mi referencia.
— ¿Cómo es escribir poesía para vos? ¿Tenés alguna manía a la hora de sentarte frente a una hoja a poner en palabras tu poema? ¿Cuál puede ser la semilla de un poema, qué lo desemboca y qué lo hace germinar?
— Para escribir poesía tengo que estar en “sintonía poética” lo cual en este momento de mi vida me resulta muy difícil porque soy directora de una escuela secundaria pública. Me es imposible salir de la “sintonía docente” a no ser que esté de vacaciones. En sintonía poética ando pensando algún tema, ando a la pesca de las palabras que a veces pueden aparecer en algo que alguien le dice a otro, en algo que estoy leyendo, en alguna película. Puedo andar días, meses o años, hasta que el poema sale. La hoja en blanco tiene que ser de papel sin renglón, un lápiz negro con punta afilada, la habitación tiene que estar ordenada, el lavarropas andando, la comida resuelta.
— Tu interés por la lengua de tus ancestros te llevó a aprenderla y aparte de tu trabajo como poeta creo que estás involucrada en la difusión de la lengua, ¿me equivoco? ¿Creés que es difícil la enseñanza de esta lengua al haber surgido como un idioma ágrafo?
— Todas las lenguas han sido ágrafas y la dificultad en enseñar y aprender una segunda lengua tiene que ver entre otras causas con el valor que esa lengua tenga para la sociedad, con la salud de la cual goce dicha lengua, con la tradición que tenga la didáctica para enseñarla.
— En tu poema ‘Esperando a Inakayal’ decís:
¿Hay un intento de hacer referencia a ese deseo de que los valores de la cultura se encuentren a salvo, de que no sea necesario mantener al desnudo los huesos del lonko porque todos los mapuches sean conscientes de su identidad y la lleven con seguridad?
— Este es un poema histórico porque hace referencia al 19 de abril de 1994, día en que llegaron en una pequeña urna, parte de los restos del lonko Inakayal a Tecka. Una vergonzante cantidad de esqueletos de muertos y asesinados mapuche, kom, tsúnikas, eran exhibidos en el museo de La Plata de Argentina.
En ese epígrafe me refiero al valor que tiene para mi cultura el ritual funerario, ligado a una cosmovisión, por supuesto. Mi intención no pasaba por concientizar a los mapuche sino por señalar el irrespeto de los que en vez de enterrar, exhibían los huesos.
— Otra cosa que me ha encantado de tus poemas es el espacio que le das a la mujer. En la cultura mapuche el papel de las ancianas es fundamental y creo que ese es uno de los rasgos que la pone por encima a la cultura europeísta. En ‘Las mujeres y el viento’ y ‘Las mujeres y el frío’ rendís homenaje a esas mujeres que sin importar lo que deban enfrentar caminan, abrigan a sus hijos y enfrentan el frío. Hablame de estos versos, de las mujeres de tu vida, de tu consciencia del ser mujer.
— Las mujeres y el viento, Las mujeres y el frío pertenecen a los cuatro poemas que conforman mi segundo y último libro de poesía “Pu zomo wekuntu mew-Mujeres a la intemperie”. Yo dedico este libro a una cantidad de mujeres que me acompañaron en este regreso a mi origen que inicié hace más de veinte años. Mis abuelas, mis tías, mi mamá, mis hermanas, primas, hijas, nieta. Las mujeres de la comunidad Ñamkulawen, a la que pertenezco. Las mujeres de otras comunidades y organizaciones.
— ¿Estás escribiendo algo ahora?
— Estoy en la etapa de revisión de un libro de relatos para niños. Un libro de poemas en homenaje a los tsúnikas, en la etapa de corrección, y siempre estoy escribiendo algún ensayo.
***
Continuará…
Fotografías: Liliana Ancalao
Comentarios1
Llevo tiempo queriendo leer poesía poesía mapuche. Vamos a tener que reunirnos y de ahí a la librería. No quiero dejarlo por más tiempo. Un abrazo, Tes.
¡¡Qué bien!! Te pasaré esa antología "Memoria iluminada". 😉
Un besazo, amigo.
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