«Envidia» de Yuri Olesha

En Europa el nombre de Yuri Olesha no suena mucho; ahora igual un poco más gracias al delicado trabajo de Marta Rebón que ha traducido alguna de sus obras. Sea como sea, es un autor que todos deberíamos tener presente al referirnos a la literatura rusa.

Hoy, en el quincuagésimo octavo aniversario de su fallecimiento, rescato su libro «Envidia», que sirve para empaparse de la mejor literatura rusa del siglo XX. Se trata de una novela que se suma a las entregas de nuestro ciclo Desván de los Libros Perdidos.
 
 

La obra cumbre de Olesha

Aunque de origen ucraniano, Olesha vivió la mayor parte de su vida en Moscú, y no sólo trabajó como periodista (compartiendo territorio con Mijáil Bulgákov entre otros autores de renombre) sino también sirviendo al ejército rojo. Sin embargo, su gran aporte al mundo fueron sus narraciones. Novelas como «Los tres gordinflones» y «La lista de las recompensas» nos permiten conocer a uno de los novelistas más interesantes de su tiempo, en cuyas obras pervive la idiosincracia de la Rusia de su tiempo.

«Envidia» es para muchos la obra mejor lograda de Olesha. En ella, Yuri se decanta por un discurso sarcástico que roza la insolencia y por momentos se vuelve cínico. Sin embargo, en la trama, es una de sus novelas más sencillas, y esta ambivalencia entre palabra y acto parece sumamente interesante y vuelve valiosa la lectura puesto que sin exigirnos una gran entrega nos desvela una serie de razonamientos y nos invita a hacernos preguntas existenciales indispensables.

«Envidia» es el relato de la existencia de un hombre llamado Andréi Bábichev que, dando el mejor de los ejemplos de honradez ciudadana, cumple adecuadamente con su trabajo de director en una fábrica sirviendo al engordamiento y el equilibrio del sistema con propuestas contundentes que mantienen la productividad siempre en alza. Se trata de un hombre dispuesto a vivir para su trabajo y a cumplir con la que considera su misión en esta vida.

Pero esa vida rutinaria y casi perfecta se tambalea cuando conoce a Kavalérov, un hombre deprimido y sin hogar que ha sido echado a la fuerza de una taberna completamente borracho, por sus deudas y su mala presencia. Andréi decide hacer algo bueno por ambos: lo invita a quedarse en su casa a cambio de trabajar para él. Lo que comienza como un buen pacto termina resultando desagradable para ambas partes. La envidia que el joven comienza a sentir hacia su protector va creciendo a medida que descubre su comportamiento ejemplar para el sistema, y esto deviene en circunstancias por momentos absurdas cuya importancia no reside tanto en lo que aportan a la trama sino en lo que quieren puntualizar, en su mirada del mundo, en la reflexión que podemos extraer de ellas.

Elementos principales del libro

Lo más interesante de este libro es el giro ideológico que presenta. Al principio parece una historia que intenta ensalzar las virtudes del sistema pero a medida que vamos avanzando se vuelve crítico y va dejando al descubierto una serie de aspectos nocivos y negativos del mismo; del mismo modo, la imagen del hombre responsable y productivo para el sistema se va tornando oscura y generando una serie de contradicciones que como mínimo ponen en duda sus intenciones.

Otra de las cosas para resaltar es que, al mejor estilo Dostoyevski en quien se nota una gran inspiración, Olesha se centra en la personalidad y la psicología de los personajes y va construyendo a través de minuciosas descripciones sus perfiles en consonancia con la trama. Las reflexiones, además, del protagonista se plasman de una forma contundente y también los diálogos merecen una especial atención.

Por último, y con esto me quedo para siempre, Olesha se enfoca en el gran potencial que los impulsos vitales tienen como motores del cambio. La posibilidad de modificar lo que no nos gusta reside en el uso que hagamos de nuestros sentimientos, de la valentía con la que los afrontemos y seamos capaces de usarlos.

«Envidia» es una novela fantástica que no podía faltar en nuestro Desván de los Libros Perdidos. No dejen de leerlo.