Recuerdo pasarme horas frente al disco «Romance de la muerte de Juan Lavalle» una creación en la que dos grandes indiscutibles se reunieron: el escritor Ernesto Sábato y el guitarrista Eduardo Falú. Ambos apasionados por sus respectivos artes, a través de los cuales intentan interpretar las razones de la vida.
Ese disco es un verdadero trabajo de ida hacia el último minuto de Lavalle; mirado desde un punto de vista político pueden extraerse muchas opiniones, pero lo que hoy me interesa es lo metafísico. En él la muerte es una entidad que se acerca al individuo que conversa con él. Es un camino hacia la profundidad del individuo que está destinado a morir. Esa ida de la que jamás se regresa.
Sábato y la metafísica
Y es que en Sábato toda la obra es una constante indagación de las razones profundas que nos gobiernan.
Otra prueba de ello puede ser su «Informe sobre ciegos». Un capítulo fascinante dentro de «Sobre Héroes y Tumbas» que tiene la particularidad de poder leerse por separado del resto de la novela.
Se trata de un verdadero texto surrealista en el que se pone en duda todo lo que «teóricamente» se considera normal. Se cuestiona tanto la lógica binaria del pensamiento occidental (la posibilidad única de los blancos y los negros). Incluso se plantea la posibilidad de acercarnos a lo más abyecto y despreciable de nosotros mismos para alcanzar una integridad que de otro modo jamás alcanzaremos.
Sábato es un escritor metafísico y una persona que fue capaz de alejarse de las comodidades que le ofrecía un mundo de éxitos como investigador científico. Incapaz de sofrenar su deseo de llegar a lo más hondo de su ser, de conocer la esencia y sabiendo que no lo conseguiría a través de la ciencia se alejó del mundo.
Se mudó con su esposa a una casita perdida en la serranía de Córdoba, donde no había suministros tecnológicos y tuvo que enfrentarse a una vida natural llena de carencias. Y escribió las obras más extraordinarias que ha dado la literatura argentina. Obras nacidas del fondo del alma humana, que plasmaban sentimientos de carácter universal como el amor, la desesperación ante la pérdida, el peso de las tradiciones entre otros de una forma única.
Todas las obras de Ernesto pueden llevarnos a reflexionar sobre hechos específicos de nuestra vida y de la vida de nuestra sociedad. Posiblemente, esta sea una de las características fundamentales que se exige de la gran literatura y a la que cada vez se le da menos importancia.
Los microensayos y la historia
Otra obra fabulosa es «Uno y el Universo«. Es un mínimo librito lleno de reflexiones profundísimas. Podría decirse que se trata de una colección de microensayos donde se hace referencia a aquellas cuestiones piramidales de nuestra vida política (en 1945), las cuales consideraba una herencia de los pensamientos del siglo XIX.
Lo curioso de este libro es que se encuentra dividido en capítulos por orden alfabético, aunque la lectura desordenada no modifica el entendimiento de toda la obra. Años más tarde, en una reedición de la obra escribió un prólogo en el que expresó que dado el paso del tiempo desde la primera vez que publicara ese libro, ya no pensaba de igual modo; aunque se hacía cargo de cada una de las cosas que allí exponía.
Sábato estaba convencido que la literatura exigía un compromiso absoluto con el tiempo histórico y eso se ve reflejada en todas y cada una de sus obras. Las consecuencias de los actos del pasado y su repercusión en el presente son una clara muestra de esta forma de pensar.
Su obra se encuentra llena de simbolismo y de razonamientos cargados de fuerza y desbordados por las contradicciones. Un autor imperdible, necesario, desde mi punto de vista. Cabe agregar que considero que es lo más auténtico que ha dado la literatura argentina.
La música también es contradicción
Y las contradicciones también invadían la música de Falú, en un disco que aún resuena en mis oídos, pese al indeleble paso de los años.
«Romance de la muerte de Juan Lavalle» es una obra épica donde se narra el asesinato de uno de los líderes de la revolución unitaria, Juan Lavalle. Y el posterior camino que emprendieron sus compañeros de regreso a Potosí, cargando el cadáver de su líder para darle sepultura.
Música y poemas se encuentran invadidos por la sombra de la muerte. Y dejan en evidencia que cualquier empresa en esta tierra que incluya el derramamiento de sangre, es una triste decisión que pagaremos gota a gota con nuestra vida y la de los seres que amamos.
Comentarios2
Al no haber leído prácticamente nada sobre Ernesto Sábato, tomo nota de tu recomendación. Nunca me has fallado ;). Y trataré de localizar el disco de Romance de la Muerte de Juan Lavalle para disfrutar de todo lo que cuentas. Feliz fin de semana.
¡Me encanta saber que un mínimo artículo pueda motivarte tanto a buscar las recomendaciones! Y no haberte fallado nunca en las recomendaciones 😉
Un abrazo y que tengas también un precioso fin de semana. 🙂
Tes, tus escritos nunca son mínimos. Me permito señalar una de sus “obras extraordinarias”, por cierto bastante olvidada: “El Escritor y sus Fantasmas”; en donde los autores más citados y admirados (casi setenta) son: Kafka, Borges, Proust, Joyce, Sartre, Rimbaud, Dostoyevski, Nietzsche, Flaubert, Faulkner y V. Woolf. Sólo a Borges le dedica diez páginas.
En este gran ensayo (de 220 páginas) Sábato hace la distinción entre el verdadero surrealismo y el falso, y desenmascara al farsante de Salvador Dalí; desafortunadamente tan popular y tan querido por las multitudes. En fin, hay que ser auténticos, como Sábato, O. Girondo, M. Fernández, A. Pizarnik, O. Orozco, para poder detectar, olfatear, a los que no se atreven a vivir la literatura, sino que quieren vivir de ella, a través la intriga y el servilismo al Premio Nobel de Literatura, otra infamia que causa la degradación de la poesía.
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