Virgina Woolf, Silvia Plath, Leopoldo Lugones, Ernest Hemingway… y la lista sigue y sigue. Escritores que se quitaron la vida después de haberla dejado por la literatura hay muchísimos. ¿Tienen algo en común? ¿Acaso existe una relación entre escritura y suicidio? Estas preguntas se hizo José Antonio Pérez Rojo e intentó responderlas en un libro en el que afronta de forma franca este delicado tema.
Suicidio y escritura
Debido a los numerosos suicidios acaecidos en el mundo de las letras, el psiquiatra José Antonio Pérez Rojo tuvo la idea de explorar hasta qué punto puede considerarse a la escritura como una profesión de riesgo; lo que descubrió es sumamente interesante. Aquí les presentó algunas de sus conclusiones que más llamaron mi atención y los invito a leer este artículo de P. Unamuno que es fabuloso.
Pérez Rojo reunió toda su investigación en un libro que se titula «Los escritores suicidas» que construye una lúcida exploración en la vida de muchos autores que no encontraron otra alternativa al suicidio, después de haber intentado hallar la felicidad, o acaso la verdad, a través de la escritura. La lista es larga: Sócrates, Salgari, Woolf, Mishima, Larra, son algunos de los destacados autores que ilustran las páginas de este libro.
Algo a resaltar de este libro, según nos lo cuenta Unamuno, es que el autor no parece posicionarse en el discurso médico sino que da lugar a la visión poética y deja que ella intervenga constantemente a la hora de analizar las formas que el suicidio ha tenido a lo largo de la historia de diferentes escritores. Esta frase puede dar una buena cuenta de la forma en la que piensa Rojo y la manera en la que decide encarar la escritura de este libro.
Los métodos de los suicidas
Cuando se trata de analizar las razones en relación a los métodos que los escritores prefieren, Pérez Rojo expresa el gran desconcierto que le generan ambas cosas. Por un lado existen múltiples razones que pudieron llevar a los autores que aparecen en su libro a quitarse la vida y el más destacado parece ser la frustración que produce el no poder dar lo suficiente o no ser valorados lo suficiente. No obstante, las cosas no parecen tan claras. Y ni siquiera una profunda investigación le ha permitido escudriñar qué es lo que radica de fondo en esta decisión.
Homosexuales que se sentían rechazados por la sociedad a la que pertenecían; mujeres incapaces de ser reconocidas como autoras relevantes en un mundo machista, hombres desesperados por dolores de la infancia que se reproducían una y otra vez en sus letras; son tan sólo alguna de las causas vinculados a los autores suicidas.
En lo que respecta a los métodos, los hay de lo más variopintos. Algunos escritores escogieron métodos sutiles y poco dolorosos: barbitúricos, ahogamiento por gas, inyecciones letales: Pizarnik, Plath. Otros, prefirieron hacerlo de forma rotunda y a golpe de sangre; tal es el caso de Mishima, Salgari o Louis Verneuil que escogieron cuchillas y elementos cortantes. Otros, en cambio, lo hicieron con armas de fuego : Hemingway, Larra, Jan Potocki o Maiakovski. Posiblemente si escarbamos en la vida de cada uno de ellos podamos comprender por qué escogió tal o cuál método.
¿Todos los escritores son suicidas?
Conocer las causas que llevaron a un escritor a suicidarse no parece suficiente para comprender sus razones y la relación que existe entre literatura y suicidio. Dice Pérez Rojo que para que alguien se convierta en escritor debe contar con una estructura interior fuerte, capaz de emprender un viaje hasta los límites de la propia comprensión e intentar indagar más allá de lo convencional: esta es una característica que comparten todas aquellas personas que sienten una gran pasión por alguna disciplina artística. De todas formas, aún sabiendo esto, es difícil precisar con exactitud si el hecho de que existan tantos escritores que se suicidan pueda permitirnos decir que existen más posibilidades de desarrollar una patología mental dedicándose a esta profesión en lugar de a cualquier otra. Y probablemente a esta pregunta nunca podamos responder con exactitud, dice Pérez Rojo.
¿Existe un mayor riesgo al suicidio si nos dedicamos a la escritura? La escritura es sin duda una profesión que entrama cierto riesgo, sobre todo si el escritor vive en una sociedad donde existe una cierta represión donde debe enfrentarse a peligros reales que puedan poner en peligro no sólo su actividad vocacional sino también (en casos extremos) su vida. Por otra parte, ser mujer también puede añadir un mayor riesgo debido a la falta de oportunidades parejas entre ambos sexos. ¿Es esto suficiente para enlazar irremediablemente el suicidio a la literatura? Evidentemente, no.
No existen razones válidas para pensar que todo aquel que se dedique a la escritura está levemente ligado a una posible deseo de suicidio. No todos los que escriben sienten la pulsión de la muerte y no todos los que la sienten finalmente se suicidan, por lo que hay un cierto grado de esperanza para los escritores. Todos los seres vivos escribimos nuestra vida y podemos tomar decisiones al margen de las estadísticas. Y en este punto reside una de las mayores sorpresas de la vida: que nada está dicho hasta que sucede y que todos podemos cambiar nuestra historia de un instante al siguiente.
Comentarios4
es cierto, yo me suicidé a los 18 años
- Bastante interesante. La verdad, desconocía varios de estos casos, nunca imaginé que la escritura y el suicidio pudiesen estar tan unidos...
Interesante artículo sobre la relación posible entre el suicidio y la literatura. Personalmente creo que existen otros factores para la toma de tan dura decisión, no siempre la falta de apoyo o de oportunidades para el éxito de los escritores sea una causa aceptable para que cometan suicidio, creo que existen otras motivaciones. De todos modos escribir es un arte y por muy pobre que sea siempre habrá quien aproveche las ideas escritas en un libro. Gracias por tan lindo artículo.
Es cierto que se necesitan otros factores para llevar a un suicidio, además que es este un fracaso de la sociedad. El suicidio debe enmarcarse en una dimensión más amplia, no es tan solo parte del sujeto que la lleva a cabo, sino de su entorno, de su sociedad. Quizás lo que lleva a pensar esta relación entre literatura y suicidio sea un componente más emocional, tal como el descubrir como termina una historia. Pero no todo esta dicho.
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