ESCRIVISIONES. María Eugenia Caseiro [entrega 19]
Continuación:
LA COSECHA DE LOS SUEÑOS.
“Siempre se debe avanzar, siempre se debe sembrar y dejar a los demás que recojan la cosecha. ” Cagliostro
Cuando rebasamos la etapa de la juventud y nos vamos adentrando en las profundidades del sentido de convivencia, incluso del de incompatibilidad, cuando comenzamos a buscar una especie de avenencia con nuestras propias ideas, comienzan a abrirse puertas que pueden llevarnos a cambiar ciertos conceptos, como por ejemplo el de eternidad.
Nunca hemos dejado de pensar en futuro, ese de las horas siguientes, de los días siguientes, de los años venideros incluso; sin siquiera proponérnoslo, no podemos dejar de vivir para ese otro más allá de nuestra propia existencia, a tal punto, que buscamos la manera de tender un puente hacia ese futuro para el que no podemos dejar de vivir. ¿Por qué nos afecta y es motivo de preocupación, el dejar un legado que trascienda después de la muerte? Probablemente la respuesta a esta interrogante se halle explícita en el fundamento de la vida, en la aptitud natural e innata del hombre para pensar y obrar que le lleva por la senda del instinto como una convicción espontánea de la continuidad de la existencia. Puede que muchos piensen que sea todo lo contrario y que la falta de conocimiento del su propósito en la vida, por y para ella, le lleven a la espera de una prolongación de su tiempo, aún cuando sepa que será tiempo en el recuerdo de otro. Comprendido que el plazo personal esté tocando a fin, muchas veces recurrimos al sentido de la responsabilidad para seguir adelante con miras a un futuro en el que ya no tendremos cabida.
“Cuando podemos ya esperar, habiendo visto correr tanto tiempo lo ciframos en la obra cumplida. » Azorín
El hombre, aunque puede que se apoye frecuentemente en las experiencias del pasado, pocas veces se detiene para vivir el presente y vive únicamente esperando el futuro. Esta última, constante que parece tener sus motivos en el cumplimiento de un deber responsable, no rehúsa la idea de ser original e inconsciente, es a su vez un principio que se justifica ante la expectativa de perpetuidad. Vivimos buscando trascender de una u otra forma, eternizarnos de alguna manera, ya sea en el plano personal-social que abarca al individuo, su familia y amigos; como en el plano general-social que abarca la colectividad, y en muchos casos trasciende barreras y concierne a lo social en el plano humanidad, dejando huellas trascendentales en la historia del hombre.
“El molino ya no está. Pero el viento persiste.” Vincent Van Gogh
Un hombre que abandona la corteza terrenal y no deja señales categóricas de su existencia, es como si no hubiese existido. Como si con tales huellas mantuviéramos el contacto con aquellos que nos abandonan en la materia, de forma simultánea existe la tendencia de engraparse al concepto de inmortalidad como consecuencia directa de aferrarse al ser, y también como producto de la vanidad humana que tiende a reflejar cierto estado común de la conciencia en que se rechaza la idea de la muerte. En consecuencia el espíritu de ese ser animado que afanosamente busca la promesa de vida eterna, demanda, exige por medio de reiteradas posturas, el ejercicio de la búsqueda que pasa de un período de posteridad a otro, en una especie de dinámica que nos implica, de forma ya sea involuntaria o no, en ofrecer automáticamente lo que al mismo tiempo estamos demandando de nuestros antecesores: una dádiva de vida, parte del proceso de prolongación de la existencia que sin ser tan observado como el otro (reproducción de la especie) se desarrolla paralelamente a éste; así, por ambos medios, restituir al futuro lo que hemos recibido del pasado para ese desempeño de perpetuidad, ese pronóstico de vida eterna que no es más que esta vida que ya tenemos y que estamos en la obligación de continuar a partir del día en que nacimos, de prolongar con nuestra estirpe y nuestro legado a los que nos van reemplazando en el complejo proceso en que, todavía no nos damos cuenta, conformamos el conjunto vital.
Cuando uno se da cuenta de lo importante que es para otro, automáticamente deja de pensar en sí mismo, y ese solo cambio le beneficiará tanto, que a partir de ese momento empieza a cosechar para el futuro. Cuando se deja de pensar en sí mismo para pensar en la cosecha, se recogen frutos envidiables sin siquiera esperarlos.
A partir de la restauración del proceso y engranaje de este ingenio inmortal al que todos y cada uno de nosotros pertenecemos (queramos o no), a partir de esa aparentemente compleja pero muy sencilla percepción, se halla en nuestro poder la fórmula mágica para perfeccionar la verdadera existencia, esa que no se interrumpe con el deceso físico de cada uno de los que van finalizando su etapa de aportes a la permanencia de la vida.
“Y en el rincón aquel de mi huerto, florido y encalado / Mi espíritu errará, nostálgico… ” El viaje definitivo, Juan Ramón Jiménez.
Para el hombre que deja en heredad valores morales, costumbres, obra, incluso el legado de sus sueños quizás heredados también de sus antepasados, para plantar en sus descendientes la semilla que debe germinar y el deseo de lograr esos sueños, hay una recompensa. Y porque hay quienes se preocupan por el futuro, la expectativa debe ser un futuro mejor.
Si piensa en el bienestar de sus seres queridos tratando de acumular bienes materiales para dejarles en heredad; si piensa en conducirlos por lo que usted considera un camino correcto apoyado en su ejemplo de vida; de una u otra forma, la gran mayoría de nosotros está viviendo para el futuro considerando por una parte, el caso de todos aquellos que a lo largo de la historia de la humanidad han dedicado su vida a descubrir e inventar todo aquello de lo cual nos hemos servido y beneficiado hoy día para tener un mundo mejor. Por otra parte yacen muestras, que por suerte no conforman la mayoría de los casos, en que esa condición del ser humano unida a inclinaciones irresponsables y negativas como la ambición y el deseo de poder, han empeorado la calidad de la existencia y el futuro de la humanidad.
Tanto en el ámbito individual como en el colectivo, el deseo de perdurar es una condición natural del ser humano, y no es que no deba ser de esa manera, pero hay que enfocarla de manera correcta, aprender a usar esa fuerza legítima, la responsabilidad, que puede ser muy eficaz si hacemos de ella un instrumento. No hay que descuidar lo que verdaderamente es importante, esa impresión tan perdurable en nuestras vidas como el buen ejemplo, sumado a ello las expresiones de amor y comprensión, de piedad, de respeto, de condescendencia que podemos dar siempre a todos aquellos que tratamos en ese transcurso. Tal vez para usted sea ésta una muy buena proposición para pensar en el futuro: lo más valioso que puede dejarse en heredad es el ejemplo.
“En lo que nos toque ser en la vida hay que tratar de ser el mejor, pero nunca creerse el mejor.” Juan Manuel Fangio.
Las riquezas materiales aunque muy útiles, no lo podemos negar, no son eternas, y las que duran no perduran salvo muy raras excepciones. No podemos cargar con la casa, un piano, un trofeo, una alhaja valiosa, cada vez que nos movemos; la mayoría de las veces nos servirían de estorbo. Hay casos en que ni siquiera el dinero nos sirve, sin embargo la cabeza siempre debe estar encima de los hombros; el cerebro y la memoria junto con ella.
Nuestro contacto con aquel que nos abandona físicamente se va modificando con el tiempo para aprender a convivir con la presencia de cada una de las sabias, prudentes o didácticas actitudes que demostró y que a cada instante nos lo recuerdan y nos sirven de ejemplo, entonces entendemos que esa persona no se ha marchado del todo y que nos acompaña en cada paso de nuestro camino, tanto en los momentos difíciles como en todos los demás, siempre y cuando le abramos las puertas del reconocimiento y el recuerdo, indiscutibles, pero a veces inadvertidas señales en el camino, que contienen el secreto de la inmortalidad. Cuando honremos el legado y le demos valor imitando, incluso tratando de mejorar la conducta de aquellos que nos lo dejaron, estaremos moviendo la rueda de la existencia. Si en mayoría aportamos algo de esfuerzo cotidianamente para que no se detenga, estaremos formando parte del polo positivo para una moción real del equilibrio universal.
I. El Mejor Legado.
“…no poseyendo más / entre cielo y tierra que / mi memoria, que este tiempo; / decido hacer mi testamento. / Es este: / les dejo / el tiempo, todo el tiempo. ” Eliseo Diego.
Si somos células que conformamos todos y cada uno de los componentes estructurales de un gran total que en esencia, renuncia a la materia, al tiempo y al espacio (como conceptos mundanos) para tener un reino interminable aquí en la tierra, dejemos nuestro legado como el mejor ejemplo. No estamos programados ni destinados para la singularidad específica aunque seamos seres autónomos; si formamos parte de un gran total al que pertenece cada ser pensante y cada criatura, cada objeto: no importa en qué tiempo nació o murió; no importa cuando le toque nacer o morir; no importa en qué lugar del planeta; en que época, y si es o no parte de los vivos o de los muertos; todos, absolutamente todos, somos la esencia fundamental del universo. Entendiéndolo podremos comprendernos mejor a nosotros mismos y de esa forma a los demás, aprender a no dañar a nadie sabiendo que todos somos una misma cosa, y aquellos propósitos que tanto nos han costado en la vida como el intento aparentemente inalcanzable de felicidad; las molestas preocupaciones que nos ofrecen tantas interrogantes; la variedad de plataformas de convivencia y supervivencia además de las innumerables tendencias y corrientes que han invadido nuestras sociedades de todos los tiempos, servirá de fundamento para lograr el ajuste del individuo como parte de una infraestructura que lo lleve definitivamente a vivir y convivir felizmente con lo que lo rodea, sea cual sea su enfoque personal.
Cada día nos es más difícil consolidar la tan deseada coexistencia pacífica en el mundo y por ende, hacerse cada vez más difícil preservar la existencia al carecer de elementos claves que coadyuven a la mejor comprensión del mundo de hoy. Quienes verdaderamente tenemos responsabilidad en ello somos nosotros mismos desde nuestra individualidad; si no estamos haciendo bien nuestro papel en ese plano global es porque no estamos haciendo bien en el plano individual. Pero hay una esperanza: comencemos por a restaurarnos como células de un cuerpo.
Desde tiempos muy remotos el hombre ha buscado la llamada “fuente de la juventud”; no nos sorprende que en nuestros días se dediquen esfuerzos y recursos para implementar técnicas cada vez más innovadoras en lo que se refiere al campo de la de la salud, además al de la estética y la belleza. En nuestro tiempo ya es primordial un estilo de vida en que se combinan el ejercicio físico con una dieta balanceada, con lo que se supone estamos sentando bases de manera responsable en nuestra proyección hacia un nuevo ideal de vida y salud, un paso en el que damos importancia a la colectividad que somos y con lo cual deberíamos asegurarnos de que ir bien encaminados. Si se supone que estamos diseñando un estilo de vida saludable para que el futuro sea mejor, para que todos aprendan y desempeñen mejor su función y se vayan estableciendo antecedentes y nuevos diseños para una mejor sociedad, debemos protegernos en contra de todo aquello que aunque parece ser lo correcto, no lo es, o al menos no completamente. Una vida saludable que abarca todas las funciones de nuestro cuerpo, el que a su vez nos va a servir para tener mejor calidad de vida a nosotros y contribuir a la todavía mejor calidad de vida a las generaciones futuras, y que finalmente nos permita prolongar el tiempo de servicio que podemos brindar a la permanencia indefinida del hombre en el cosmos, salud que muchas veces se ve seriamente comprometida por el concepto erróneo de la belleza estética al que estamos expuestos en la actualidad y que lleva a jóvenes por el camino de la anorexia y la bulimia, por un camino de inconformidad. Una vida saludable, aunque debe contener el cuerpo y la mente de manera racional y consciente debe extenderse además a la restauración del alma, del arte natural y la magia de la vida, para rescatar esa eternidad que tanto anhelamos y que no nos hemos dado cuenta que nos pertenece por entero y a la cual podemos contribuir absoluta y categóricamente. Claro que mientras millones de seres humanos pasan hambre en nuestro planeta, otros miles de millones piensan en comer de manera saludable. La vida en nuestro planeta ha perdido su equilibrio natural y es el hombre, llevado por ambiciones negativas, quien tiene gran parte en ello.
«El hombre que ha empezado a vivir seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera» Ernest Hemingway
Existe para todo propósito, una fórmula que debe ser objetiva. Transitando nuestra senda hemos de aprender a aprovechar al máximo el tiempo que tenemos en nuestro paso por ella, para observarnos y observarlo todo con el fin de identificarnos con claridad con el contexto, con todo lo que nos rodea a cada paso porque del buen cumplimiento depende el éxito individual y se mejora extraordinariamente la función colectiva. Aquí entra el ejemplo a desempeñar su papel cuando comienza a hacerse visible un nuevo y óptimo modelo de vida.
“Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado. ”
Miguel de Unamuno.
Se aprende de cada ser humano, de cada acontecimiento, de cada comportamiento. Cada uno de nosotros, además de dejar huellas genéticas perdurables, lega en fundamento su conducta y su proceder a la familia, y el ejemplo que dejamos a ésta, trasciende a la sociedad y finalmente a las diferentes comunidades que conforman las civilizaciones a lo largo de la historia. Si cada cual asume su papel y lo desempeña lo mejor posible, contribuye a intensificar la búsqueda de valores en la colectividad. Con esto no propongo nada nuevo, tampoco nada que discrepe con los cánones mágicos de la existencia, ni con el principio de coexistencia, incluidos todos los preceptos en que se fundamente cualquiera de las estructuras religiosas o científicas que componen los diferentes sistemas de cimentación social. Demos el ejemplo, un legado extraordinario que perdurará para siempre.
Continuará……….
Adelanto para la próxima entrega:
TERRITORIO SUEŃO.
Comentarios4
como siempre , estos escritos me parecen trascendentales.He tenido el gozo de compartir esta ideas y la entrega al servicio, al cultivo de la belleza y de la verdad y la exploración de la humildad, me han hecho muy feliz.Gracias estimada escritora, es de verdad muy bello lo que expone, gracias
Saludos
Estos escritos son reales. Van con la vida de ahora. Le estaba diciendo a mi hija que ya me esta llegando la hora de partir al mas alla,y nunca disfrute de un viaje.Solo pensaba en el trabajo y futuro. Cuando leo su escrito me quede pensando . No se puede volver atras. Usted me entiende?Muchas gracias Hon. Maria Eugenia que Dios la siga colmando de tanta riqueza en la escritura.
Para Eva y Ana Lucía. Muchísimas gracias por sus siempre gratos comentarios. Un placer saludarles nuevamente y sobre todo, saber que mis palabras les conducen a reflexionar sobre la base de sus propias ideas, que es precisamente lo que intento con este trabajo.
Cariños,
Mariú
Si, escritos muy valiosos y que encierran una elevada sabiduria en cuanto a "nuestras cosechas" para el futuro.
Me hace pensar en el pensamiento que dice:
"Para que una persona se sienta lograda,debe hacer tres cosas: tener un hijo.sembrar un arbol y escribir un libro."
Tres cosechas que pueden continuar en beneficio de la humanidad,aun cuando no estemos fisicamente, pero si han sido cosechadas con Amor,seguramente sus frutos daran aliento y vida.
Pienso que del presente que le demos a esas cosechas,dependera su futuro y la tranquilidad de nuestras vidas hacia el viaje sin regreso.
Gracias Ma. Eugenia, por sus escritos, son cosechas que nos ensenan a meditar y aprender a aprovechar al maximo el presente, para poder dejar un mejor legado en nuestra vida.
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