ESCRIVISIONES. María Eugenia Caseiro [18]
Continuación:
II. ¿Incertidumbre o Destino?
“La fortuna juega en favor de una mente preparada.” Luis Pasteur.
Para ponernos a prueba a nosotros mismos cuando hemos tomado la decisión de sacar provecho del tiempo en nuestra existencia, es importante analizar sobre lo que llamamos destino y no es otra cosa que una combinación de circunstancias incluidas la voluntad del propio hombre o su libre albedrío, de las que derivan los sucesos, ya sean imprevistos o casuales, como previstos o pronosticados. El conocimiento de las causas o el dominio de las circunstancias es lo que puede hacernos pronosticar un evento, tal como el hombre ha logrado hacerlo con ciertas condiciones climatológicas. Ahora bien, no siempre un suceso es predecible y por ello el ser humano para poder descansar de hacerse preguntas que no puede responder, achaca todo a ese concepto que parece insustituible: destino. La suma de elementos puede conducirnos a la incertidumbre si nos conformamos con esa actitud fatalista y cómoda que nos lleva a achacarlo a una voluntad suprema y por ende no empleamos la capacidad de discernir para arribar a conclusiones lógicas.
«Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido…” (El árbol de la ciencia) Pío Baroja.
Nuestra manera de vivir y ver la vida se ve muy afectada por las respuestas a las interrogantes que nos hemos ido planteando, y a las que vamos agregando nuevas incógnitas en base a las circunstancias o sea, a todas y cada una de las condiciones a las que nos vemos vinculados durante el transcurso de nuestra vida.
Si tenemos un destino trazado y ese destino está en hacer lo que consideramos bien o mal, lo haremos; irremediablemente, porque estamos sentenciados a un porvenir diseñado, establecido, predeterminado. Nuestro futuro siempre estaría marcado, por lo que cada evento de nuestra vida se supone calculado de antemano por una fuerza superior a la nuestra; en tal caso sería extremadamente cruel una voluntad que nos condena arbitrariamente a un castigo terrible en donde cada una de nuestras actuaciones sería totalmente absurda y sin esperanza (condición Sísifo), desde el primer hombre hasta nuestros días. Desde este punto de vista no habría cabida para la eventualidad, o la casualidad, la buena o mala estrella, suerte, ventura sombra, albur, o como quiera que se le llame, de lo que se deduce que sería inútil trazarnos caminos y metas o dirigir rumbos, porque cuando lo hacemos, sencillamente estamos obrando, sin proponérnoslo, de acuerdo con el destino, el cual supuestamente debe cumplirse queramos o no. Por otro lado, poseemos la facultad de tomar decisiones. Si podemos decidir y consideramos que todo cuanto ocurre es consecuencia directa o indirecta de nuestros actos o los de otras personas, y la facultad de libre albedrío de la que disfrutamos, no hay cabida para la providencia, destino, hado etc., y frases como estar escrito, estar predestinados, nacer para…, serían borradas de nuestro vocabulario.
Sabemos que los sucesos imprevistos, los accidentes, nos sorprenden y considérelo y son parte de nuestra vida diaria. Entonces, si de veras tuviésemos un destino marcado, ¿qué lógica tiene la facultad que poseemos de elegir entre el bien y el mal y decidir nuestro camino cuando, supuestamente, está decidido de antemano? En tal caso un accidente o eventualidad no sería sino parte del propio destino, agregada la admisible posibilidad de características de universalidad de dicho destino, porque sería imposible trazar el hilo de la vida de un individuo sin que éste no tocara la vida de otras personas, las que a su vez interferirían en el destino de otras y otras y otras con ese efecto dominó subsecuentemente interminable.
Si efectivamente nos hallamos tan pobremente aprovisionados, tan limitados y atados a un destino que definitivamente sólo completaremos al final de nuestros días; si somos actuantes involuntarios y operarios de una conducta y un propósito ajenos a nuestra voluntad, si no conocemos nuestro libreto, ni sabemos en qué debe consistir el desempeño de este papel, ¿qué objeto tendría nuestra breve participación en la vida? y ¿cómo y en qué, se supone que debemos utilizarla? A cada uno de nosotros corresponde meditar sobre este tema y dar a su vida el giro que desee de acuerdo con su punto de vista.
“El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. No existe posibilidad alguna de comprobar cual de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni un boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro. ” (Fragmento de La Insoportable Levedad del Ser) Milán Kundera
A lo largo del tiempo nos hemos venido enfrentando a la gran contienda entre destino y voluntad; entre destino y casualidad. Ponga especial atención a todo tipo de manifestaciones de esta índole; el tema puede ser cualquiera, conviene señalar que ninguna conversación está exenta del mismo. Imperceptiblemente de una u otra forma, se tocan los puntos sensibles. Hay quienes intentan proponer un malogrado equilibrio entre tantas particularidades e involuntariamente, atribuyen cierto paralelismo entre destino y voluntad. Generalmente logra reunirse suficiente argumentación como para concluir que, en la mayoría de los casos, no existe una opinión radical; a lo que podemos agregar, para seguir poniendo leña al fuego, que muchos resumen la vida como un complejo juego de azar.
“Yocasta -Nada puede preverse. Es mejor vivir al azar, (…) pues muchos son los que sueñan (…) y así sobrellevan más fácil la vida”. Edipo Rey, Sófocles.
Hacemos uso indistintamente, de la diversidad de agentes externos que de una u otra forma podrían haber tenido parte en los acontecimientos de que hemos sido intérpretes o espectadores, y valorando los sucesos según su importancia o características, nos inclinamos, ya sea haciendo uso del análisis (en la mayoría de los casos por mera costumbre) a echar mano de todos los recursos que tenemos para que estos nos sirvan de ayuda a la hora de darle un sentido de tolerancia, a lo que no alcanzamos a profundizar o aceptar por nosotros mismos.
“Fuera del mundo, fuera del pasado, fuera de sí mismo. El hombre no ha de conquistar su libertad, porque está condenado a ella y ha de asumirla sin mala fe, abriéndose a un proyecto sin meta, dioses ni causas: absurdo. ” Jean Paul Sastre
La propuesta es amplia y por ende polémica debido a la heterogeneidad estructural de pensamiento. En todo caso hay un gran número de personas que inconscientemente, no desean plantearse la pregunta y es perfectamente natural. Para la mayoría es difícil conformar un comportamiento que se oriente a partir de un patrón radical porque no poseen fundamentos. Sin argumentaciones absolutas o probadas y con esquemas históricamente bizantinos que se dividen y complican con la diversidad de cada contexto, escenario, individuo, tradición, colectividad, religión e interminables situaciones a diferentes escalas, el hombre cívico y sencillo se halla en un atolladero a la hora de emitir un juicio.
“El destino mezcla las cartas, y nosotros jugamos. ” Schopenhauer.
Aunque el factor del imprevisto o casualidad es generalmente aceptado por todos bajo el apelativo de circunstancias, muchas personas sostienen que nada ocurre por casualidad. Ya sea de manera reflexiva o no, las personas atribuyen aspectos y pasajes de su vida a la divina providencia, la buena suerte, la gran casualidad, al destino cruel, a lo que escrito está, a la imprevisión…, y sin darse cuenta, indistintamente adjudican acontecimientos a la falta de razonamiento o errores propios mientras que en otros casos, apelan a las casualidades de la vida, a la buena o mala suerte y a la ineludible línea del destino que suponen cada hombre tiene trazada desde antes de su nacimiento.
“Nadie tienda más la pierna que cuanto fuere de larga la sábana. ”
Miguel de Cervantes Saavedra.
Las personas que reparten indistintamente los acontecimientos de su vida, tanto en manos del destino como de la elección propia, también suelen aceptar el hecho de los sucesos imprevistos, las circunstancias o las casualidades. En realidad las circunstancias siempre son consecuencias de otras anteriores y así sucesivamente. La casualidad es un evento al que por no estar previsto, se le concede el privilegio de independencia, dejando por sentado que no tiene nada que ver con lo que ha sido, es, o será. Toda variante del imprevisto como sabemos no juega ningún papel como resultado de lo que nosotros hayamos merecido, o no, a consecuencia de nuestros actos; además de ello, se burla de las supuestas preconcepciones a las que aparentamos estar sujetos por el destino.
La superstición juega un papel importante además, porque del grado de superstición depende, en gran medida, los recovecos que toma el asunto. Dice Umberto Eco que la superstición trae mala suerte. Pensemos entonces que la mala suerte atrae la superstición y que los recursos siguen siendo variables e inconstantes para el individuo en cuyas perspectivas, probablemente carece de lógica seguir un rumbo determinado por sí mismo aunque trate de argumentar o asumir lo contrario. No hay duda que la especulación sigue siendo una buena salida para aspectos tan trascendentales en el transcurso de nuestra existencia, también para confrontar las paradojas en las profundidades del comportamiento de cada individuo en relación con la opinión alegada.
Si usted es de los pocos, pero existen, que piensan que el verdadero y único destino comprobado es el de nacer y morir (cualquier día), y que todo lo demás está determinado por su inteligencia y facultad de albedrío y concede un por ciento a manos de las circunstancias y factores accidentales de toda índole, no se asuste de saber que puede ser tomado como un escéptico, tal vez como un bicho raro, pero de todas formas no se deshaga jamás de su criterio sin que antes alguien pueda demostrarle que está errado.
Nadie puede llegar a una forma más avanzada de conocimiento, si previamente no ha tomado la determinación de hacerlo y luego se entrega profundamente a la meditación y al análisis, tanto de sí mismo como de su entorno.
“Dejamos de temer aquello que se ha aprendido a entender. ” Marie Curie
Primeramente, hágase usted una pregunta y trate de contestársela con entera honestidad, ¿cómo soy?; vaya por partes: soy de aquellos que engruesan la lista de los cansados, de los inconformes; soy rebelde, dispuesto a luchar en contra de las adversidades; soy templado, agresivo, entusiasta, analítico; ¿decidido?, ¿cobarde? ¿cómo soy?… No tenga miedo, usted puede beneficiarse mucho si aprende a autoanalizarse. Seguramente, si se lo propone, podrá cambiar todo aquello que le desagrada de su comportamiento. No se canse, busque en su interior, saque todo lo que le estorba en el closet y contémplelo a la luz de su propia mirada; le será mucho más fácil deshacerse de lo que le reprime para seguir adelante y entender mejor el por qué de cada acontecimiento específico. Es muy probable que con esa actitud comience a deshacerse de lo que cree su destino. Desnudos abrimos los ojos por primera vez a la vida y desnudos debemos vernos por dentro, despojados de todo sentimiento de autocompasión y autodefensa. Consideremos lo siguiente: nadie puede asignarnos un guión o libreto para llevar a cabo nuestro papel en la vida, nadie puede establecer un programa en nuestro cerebro que nos lleve a pensar de determinada forma, como tampoco, por más que nos quiera, nadie puede ponerse en nuestro lugar. La vida se trata precisamente de no actuar mecánicamente, tampoco llevado por el impulso, sino de establecer un balance entre los elementos que tenemos a nuestro alcance para edificarla en base del fundamento que consideramos correcto, despojados ya de prejuicios y mezquindad. Seamos generosos con nosotros mismos, concediéndonos ese tiempo que nos sirve para liberarnos de los fracasos a los cuales nos ataron los complejos y las culpas. Aprendamos a conocernos, a querernos y educarnos como quisiéramos hacer con nuestros propios hijos. Esta es una forma eficaz de ser mejor persona, y quien es una mejor persona, indudablemente es un mejor padre, un mejor maestro, en resumen, un mejor ejemplo, al tiempo que aprende y enseña a ser feliz.
A menudo nos invade esa sensación de incertidumbre con respecto al contraste de imágenes y simbolismos que el hombre se ve obligado a encarar y sería muy probable una mayor uniformidad de criterios si el mismo hombre al abordar un juicio, se dejara llevar; primeramente por el mero instinto que es inconsciente y asume las demandas del alma, y luego combinara esta mera intención con su visión personal y la reflexión. Desde luego la moneda está en el aire; ¿anverso o reverso? Apueste usted y ojalá que gane.
Continuará……….
Adelanto para la próxima entrega:
LA COSECHA DE LOS SUEŃOS.
I. El Mejor Legado.
Comentarios7
Siempre he pensado en esa ansiosa posición de Milán Kundera, la dolorosa sensación de que todo es una casualidad sin sentido ni propósito.Bueno, es una posición digna de respetarse.
Me lleva de inmediato al recuerdo de la visión antagónica del Universo y sus causas,que surgió en el Siglo de Oro griego :Cosmos y Caos .Sabemos que Caos significa casualidad, entropía y condición fortuita ,mientras que Cosmos señala un orden, una ley de causa y efecto, una economía de energía.De acuerdo a la posición ecológica, me quedo con Cosmos, y salgo de la ansiedad y la desesperación, y creo que el amor es la forma de economizar y utilizar la energía necesaria para que subsista.Gracias.
Señora María Eugenia, me gustan mucho sus escritos, gracias
los seguiré buscando
Saludos
Hay usted escribe tan bonito, que se queda una con ganas de seguir leyendo. Soy egoista al no creer en el destino? no creo, el destino lo busca una misma. No se si estoy en lo cierto. No le escribo mucho porque las palabras no me salen. Eva suerte que Dios la vendiga
María Eugenia:
Usted como siempre tan elocuente y profunda
Sigo siendo su lector obligado
Le pido que continúe deleitándonos con su trabajo, aperitivo inevitable para la meditación.
Con admiración
Edgar
Gracias a todos aquellos que me leen y comentan, a los que me leen en silencio, incluso a los que abren la página porque en algún momento pueden decidirse a acompañarme en este maravilloso viaje ESCRIVISIONES.
En esta entrega, mi agradecimiento especial a Ana Lucía, Eva y Edgar por su apoyo y comentarios.
Hasta muy pronto. Nos seguiremos encontrando.
Soy de las que hasta hoy, la habia leido en silencio..
Muy buenos sus escritos,su filosofia de la vida...
Soy una mas que no cree en el destino...egoista..? no se..pero tampoco creo en la casualidad.
La vida tiene tantas cosas por aprender, que nos pasamos la vida aprendiendo y morimos sin saber lo que debemos haber sabido.
Quizas la experiencia nos ensene un poco al transcurrir los a☺os, pero siempre iremos a caer en lo mismo,es como una trampa a la que todos estamos expuestos.
Destino...? Casualidad..? Quien sabe! pero esas dos cosas nos llevan a la supersticion..y tampoco soy supersticiosa.
Creo que si nos llevaramos por el instinto y dejaramos fluir un poco de Amor en todo lo que hagamos,tendriamos al menos un poco de confianza en un porvenir al que nos empenamos en llamar incierto,pero empujado por la verdad del Amor puede ser mejor.
El Amor es lo que mueve nuestras vidas...y nos ayuda a borrar incertidumbres. Abogo por el Amor=es la solucion..
Disculpe mis palabras,ya que no soy letrada,pero espero me entienda. .
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