¿Existió realmente Cyrano de Bergerac?

¿Existió realmente Cyrano de Bergerac?Cuando en 1897 Edmond Rostand publicó su obra «Cyrano de Bergerac» muchos ya conocían a este personaje; pero muchos otros, los que vendríamos después (algunos mucho más tarde) nos acercamos a él a partir de esta obra. La literatura tiene esa extraña virtud de acaparar espacio y de servir como interjección entre el universo mitológico y la realidad, entre la historia y la ficción; muchos llegan a la ficción a través de la historia y los otros lo hacemos a la inversa. Supongo que podríamos establecer claras diferencias entre los que llegan por un camino y el otro. Dime cómo investigas, cómo conoces, y te diré cuánto lees; o algo así.

En mi deseo de fusionar a ese pintoresco personaje de Rostand con el verdadero Cyrano (aunque cierto cierto no haya nada en este mundo) me he puesto a investigar en torno a lo que se conoce de ambos. Aquí transfiero el resultado de mi búsqueda, una mezcla de ficción, histrionismo e ironía; ¿qué otra cosa podía ser?

Un libro pintoresco sobre un personaje curioso

El libro «Cyrano de Bergerac» fue publicado por Edmond Rostand en 1897 y es un drama dividido en cinco actos que se halla escrito en verso y basado, según lo expresó el autor, en la vida del auténtico Cyrano.

En esta obra nos encontramos con un joven poeta, sumamente sentimental de nombre Cyrano que se encuentra perdidamente enamorado de su prima Roxane. Cyrano tiene un defecto (grande para él) y es que no es precisamente un hombre agraciado y posee una inmensa nariz que afina más todavía su fealdad. Roxane no tiene ojos más que para Christian de Neuvilette, un soldado con quien Cyrano tiene relación.

Este soldado es sumamente atractivo pero (la naturaleza pretende que utilicemos con ella el término justicia) también tiene un defecto, es un joven de pocas luces y muy estrecho ingenio y no sabe cómo acercarse a la joven de quien también está enamorado. Cyrano ofrece ayuda a Christian para conquistar a Roxane y comienza a escribirle cartas de amor para expresarle a ella sus sentimientos (los de Christian en realidad).

Al cabo de un par de misivas ella le confiesa (también en una carta) que, si bien se había enamorado de él por su belleza física ahora era su alma lo que ella amaba. Como toda tragedia, las cosas no terminan bien, los dos soldados deben marchar a la guerra, donde Christian verá la muerte. Muchos años más tarde, Cyrano le confiesa la verdad a Roxane, pero ya es demasiado tarde.

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Un escritor que marcó tendencias

Este es sólo el principio. Cyrano de Bergerac (mito o no) es realmente una criatura asombrosa y sumamente interesante. Se dice que fue uno de los primeros que trabajó el género de la ciencia ficción (estamos hablando del siglo XVII) y que implementó cambios interesantes en la poesía que no verían la luz hasta mucho tiempo después. La ironía y la predicción del futuro fueron dos elementos que caracterizaron su obra y su paso por este mundo. Es importante mencionar también que fue uno de los autores más plagiados de su época y que criticó severamente a algunos de los colegas que se apoyaron en su ingenio para ganar fama y popularidad.

Cyrano de Bergerac, el verdadero: el soldado, el escritor, el apasionado de las matemáticas y los inventos, vivió en Francia en el siglo XVII. Es uno de los tantos individuos (lamentablemente los recordados suelen ser siempre hombres) que mostraron habilidades especiales y adelantadas a su tiempo. Cultivó la literatura pero también las ciencias, siendo un curioso apasionado de la astronomía y las ciencias extrañas.

Nació en una familia rica en herencia: su padre había heredado tierras y fortuna pero no supo cuidarlas adecuadamente y con el tiempo tuvo que venderlo todo. Su nombre completo era Savinien Cyrano de Bergerac, siendo esta terminación un título que se les permitió utilizar a la familia al vivir en las tierras de quien antiguamente fuera el señor de Bergerac.

Todo lo que sabemos de él se lo debemos a Henric Le Bret quien fuera su amigo en la juventud, viviera con él el paso por la milicia y se convirtiera, tras la muerte de Cyrano en su biógrafo.

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Una mente sediente de conocimientos extravagantes

Entre las cosas más interesantes que se cuentan en torno a la vida de Cyrano cabe mencionar que era una persona adelantada a su tiempo y capaz de estrujarse el cerebro hasta que se le ocurriera alguna idea interesante que considerara que todavía no se había explorado. También era ese pendenciero y espadachín, pero así como algunos llegan a conocer a este personaje a través de la historia, yo prefiero centrarme en sus habilidades intelectuales porque me resultan más excitantes. Para gustos, los colores, dicen.

Cyrano era un hombre que buscaba vivir tal cual se lo dictaban sus emociones; así pues se oponía y cuestionaba públicamente la moral y el orden público a la vez que no se resistía a mantener abiertas relaciones con aquellas personas que se interesaban en él. Fue un ferviente luchador en pos del laicismo y no tuvo ningún reparo en criticar a los intelectuales de su época a través de cartas satíricas y llenas de humor en las que se manifestaba estoicamente como un enemigo acérrimo de la mediocridad.

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Similitudes entre el personaje y el hombre

Ahora bien ¿cuáles son las similitudes entre personaje y persona? A juzgar por lo leído, básicamente el nombre, la habilidad de ambos por los desafíos intelectuales y la inmensa nariz. Por lo demás, no hubo en verdad ninguna Roxane en la vida del famoso espadachín y ni siquiera era tan hábil para las armas como se cree.

Lo más llamativo de esta historia es que creo que, en su intento por convertirlo en un mito romántico, Rostand se olvidó de respetar quizás una de las cualidades fundamentales de la vida de Cyrano: su tendencia a los amores fugaces y al disfrute de las relaciones carnales y su convicción de que no deben existir trabas sociales ni mentales para disfrutar del cuerpo y de la sexualidad. Sería extraño pensar que alguien que tuviera semejantes convicciones fuera capaz de quedarse enamorado tantos años de una prima que estaba enamorada de otro hombre, y que incluso fuera capaz de morir a causa de ese amor.

Pese a todo lo dicho es importante concluir con algunos datos que ponen más en duda la existencia de este personaje. Según el archivo municipal de Sannois, donde se encuentra su certificado de defunción, Cyrano está enterrado en la iglesia de San Pedro y San Pablo de dicha localidad; sin embargo, por mucho que se ha trabajado por encontrar su tumba, hasta el momento no se ha podido localizar. Esto sirve como argumento para que los detractores de la existencia de Cyrano aseguren que sólo se trata de uno de los tantos personajes ficticios que nos han llegado a través de la literatura y que han conseguido tal éxito que incluso parecen haber cobrado vida propia. En lo que respecta a los admiradores de Cyrano, están convencidos de que el héroe está en alguna parte y continúan realizando gestiones y excavaciones con el sólo objetivo de hallar su cuerpo.

Ante la pregunta ¿existió realmente Cyrano de Bergerac? sólo me cabe una respuesta que en realidad es otra pregunta ¿importa acaso? Llegamos a él a través de la ficción o por lo que la historia cuenta de este personaje (que también es una forma de ficción, según Borges). Nos acercamos a su vida, nos interesa, nos cambia. Esa es la certeza que debería importarnos, a la que deberíamos aferrarnos. El resto de las verdades concebidas se encuentran tan alejadas de nuestra capacidad de entendimiento, como la posibilidad de que un sólo hombre pueda destruir a cien enemigos con una simple espada.

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