Es difícil no volver a Virginia Woolf. En su obra se encuentran plasmados los defectos más marcados de nuestras sociedades. Las cuestiones que hacen a la diferencia de clases, el sexismo y el símbolo del poder. «Un cuarto propio» debe ser sin duda una de las obras que lo dejan más claro.
Woolf, referente de la literatura feminista
Virginia Woolf es uno de los referentes literarios incuestionables si hablamos de feminismo, y su obra «Un cuarto propio» puede ser la clara prueba de ello. En ella, la autora plasma de forma impecable la relación que existe entre literatura y poder y, por ende, del espacio que la mujer tiene en ese mundo… o tenía en aquellas primeras décadas del siglo XIX.
Este libro fue el resultado de dos conferencias en las que dirimió acerca de la mujer y las letras frente a un conjunto de cabales amas de casa y señoras de clase alta que consideraban desapropiada la dedicación de una «dama» a tal oficio. Aunque imagino que, más de una de ellas, después de haber escuchado a tan impresionante autora habrá cambiado de opinión. ¿Qué sería hoy de nosotros si no tuviéramos la voz tajante y clara de Virginia?
La época siempre importa
En una época de cambios: tiempos de guerra, de industrialización, del surgimiento del psicoanálisis y del emprendimiento de nuevos y necesarios viajes que romperían con las hasta entonces conocidas fronteras. Una época en la que la sexualidad aparecía como patrón regente del comportamiento y la psiquis humana.Algo que ha causado un daño atroz sobre nuestras sociedades, dividiendo aún más a las personas entre hombres y mujeres y sin dar espacio a otras sexualidades posibles.
En ese mundo, las mujeres comenzaban a hacerse oír. Y Virginia Woolf enfrentaba lo que hiciera falta por tener su espacio; no el que podía venirle por ser hija de uno de los escritores más importantes de Inglaterra, sino por ser una de las voces más críticas de su generación, con una literatura fresca y para nada despreciable.
Se dejaba ver no con la postura de una «dama reluciente» sino con su cuerpo roto y masacrado, a causa de la castración a la que era expuesta la mujer. Haciéndose absolutamente consciente de ello y luchando por romper esa realidad, marcando un sendero para la mujer en las letras. Posiblemente, sin imaginar que esa hendija que ella estaba gestando sería fundamental en los años venideros; de la cual nos enriqueceríamos muchísimas otras mujeres y hombres a lo largo de las generaciones.
Un cuarto propio
Para entender la literatura de un autor es primordial analizar su época y acercarnos a los orígenes de su creación.
Virginia no era cualquier mujer, sabía que para escribir era necesario una cierta comodidad económica y se valió de ella para dedicarse a lo que amaba. En «Un cuarto propio» Virginia afirma que si una mujer desea escribir novelas debe tener dinero y un cuarto propio. Y si analizamos la realidad de su época, no podemos negarle que tiene razón ya que las mujeres capaces de publicar pertenecían todas a la clase alta de la sociedad.
¿Significa esto que no surgía la vocación literaria entre las clases humildes? No, significa más bien que estas mujeres no podían ni soñar con dedicarse al oficio de la escritura porque era muy difícil que lo consiguieran; a menos que fueran respaldadas por un apellido y una situación económica destacable. Pero Virginia va todavía más lejos, considera que para hacer buena literatura y auténtica (libre de la opresión marital) no era suficiente tener un marido generoso y comprensivo que te dejara utilizar el cuarto a tu antojo; era preciso tener un cuarto independiente. Un espacio donde nadie pudiera entrar; decorado a tu antojo y lleno de libros y, sobre todo, silencio.
El cuarto propio todavía puede ser un sueño tanto para escritores como escritores. Un espacio único en el que nos sintamos a gusto, sin temor a decir, romper, gritar, callar, dormir.
Se trata de un espacio que necesitamos conquistar y que nos conquiste; un lugar simbólico y auténtico para cada una. Imagino que aquellas que tenemos que vérnoslas para pagar un alquiler de un mínimo departamento y compartirlo con otras personas ni siquiera podemos soñar con esto, pero mal no viene imaginar cómo será nuestro cuarto propio, puede que dentro de unos años 😉
Desvincularse con la maternidad
En este mismo libro también hay una importante alusión a la maternidad,una de las ocupaciones que impide el trabajo creativo. Si bien muchas mujeres escriben y son madres. Puede que sea sumamente difícil compaginar ambas labores; personalmente así lo creo, aunque doy fe de que existen buenas escritoras que además son madres y amas de casa.
Woolf no tuvo hijos; cierta vez dijo que los quiso pero que no era posible continuar escribiendo si tomaba tal decisión.
Y no los tuvo. Porque creía más necesario escribir que dar a luz y que seguir ese mandato establecido como obligatorio para todas las mujeres. Mandato que, aún al día de hoy continúa inculcándose en las niñas, sin importar qué deseen de sus vidas. Desde muy temprana edad nos acostumbran a desear una familia modelo, y crecemos buscando eso. Por suerte, no todas. Algunas nos revelamos y no queremos continuar con esa imposición descontrolada y que nos deja absolutamente vulnerables frente a los otros.
No podemos evitar volver a Virginia. Porque su escritura nos acerca mucho más a nuestra esencia y nos permite comprender que muchas veces, cuando creemos estar decidiendo, son nuestros ancestros quienes lo hacen.
Leer a Woolf es una absoluta invitación a desarraigarnos de las normas y buscar aquello que nos hace verdaderamente libres; donde reside la autenticidad y la individualidad de cada persona, sin importar género y sexualidad. Y, «Un cuarto propio» puede ser una mágica forma de enfrentarnos a las normas y abogar por una literatura limpia y verdadera.
Comentarios1
Yo hice como Virginia Woolf: No quise tener hijos no me creía capaz de semejante tarea. Y si hubiera tenido hijos: hubiese sido de alguien importante.
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