Dentro de la literatura de ciencia ficción hay un subgénero que me parece sumamente interesante y del que siempre estoy buscando nuevas-viejas lecturas: las novelas de neurociencia. Revisando entre mis lecturas favoritas del género he dado con «Flores para Algernon», de Daniel Keyes, y hoy la traigo al desván de los libros perdidos. Si bien no es una obra tan antigua, en poco tiempo se ha convertido en una de esas lecturas clásicas, y hasta ha sido llevada al cine. Es una obra que toca un tema delicado: la ética en la ciencia, y lo hace con mucha lucidez; por eso considero que es una obra a la que deberíamos darle una oportunidad.
Neurociencia y ética
«Flores para Algernon» es una novela dura pero exquisita y nos permite hacer una lectura profunda en torno a la forma en la que nos relacionamos con los que son diferentes a nosotros y, a la vez, en la que nos observamos a nosotros mismos. Por otro lado, ofrece una mirada al mundo de la investigación científica y la débil línea que separa un comportamiento ético de uno inmoral.
Charlie Gordon es un joven de treinta y pocos años con una discapacidad mental que le impide desarrollar una vida similar a la de los que le rodean. Charlie es consciente de sus diferencias en relación al resto de las personas y siente fuertes deseos de ser listo. Su vida cambiará para siempre cuando se ofrece como voluntario para un experimento científico que tiene como finalidad potenciar sus habilidades intelectuales. A través de este proyecto conoce a Algernon, un ratoncito al que le han realizado la operación antes que a Gordon, aparentemente con resultados favorables. Charlie y Algernon se hacen buenos amigos y es esta relación la que conduce el hilo de los acontecimientos de esta novela.
Pero las cosas van a torcerse cuando el comportamiento de Algernon cambie y el pequeño animalito comience a manifestar un brusco retroceso en sus capacidades; esto traerá consecuencias emocionales muy fuertes para Charlie que sufrirá por su amigo y tendrá que enfrentar su muerte. Este hecho provoca dos reacciones simultáneas en Charlie: por un lado siente una profunda pena por la pérdida, por el otro, comienza a temer su propia muerte.
Este libro ofrece una interesante reflexión en torno al mundo de la neurociencia y las implicaciones éticas que pueden superponerse a la necesidad del avance social. La vida de Charlie y de Algernon para los investigadores no valen como tal sino en tanto y en cuento les permite a ellos mejorar, avanzar, aprender. Y las consecuencias de esta actitud son nefastas para el protagonista que se siente solo y burlado.
Escribe igual que como hablas
Entre los elementos más interesantes de la historia cabe mencionar la estrecha relación que Gordon establece con Algernon, en quien descubre un amigo inseparable, un ser que no lo cuestiona y que simplemente está ahí para él.
En lo que respecta a la narración combina de forma magistral el relato en tercera persona, que observa a Charlie, sus movimientos, su entorno, y los textos en primera persona, que son extractos del diario del propio Charlie. Su psiquiatra le ha indicado que registre todo lo que piensa, siente y le sucede; él dice que no sabe escribir, «escribe como hablas», es la respuesta del doctor. Y así lo hace Charlie, cometiendo muchísimos errores, pero dejando constancia de sus emociones.
Este es uno de los puntos fuertes del libro puesto que nos permite acercarnos al mundo interior de Charlie, sentir en sus palabras y empatizar profundamente con él. Difícilmente no nos sintamos identificados con sus emociones después de leer alguna de sus frases, contundentes aunque desordenadas.
Pero hay mucho más, aparte de la forma en la que nos conmueve este detalle de la lectura: a través de la voz de Charlie podemos percibir los cambios que la operación imprime sobre su intelecto puesto que lentamente comienza a mejorar su expresividad hasta alcanzar una elocuencia significativa, mayor que la de cualquier persona de su entorno; porque después de la operación Charlie no será «normal»; es decir, no conseguirá lo que se propone.
Charlie nunca será normal porque después de la operación alcanzará un cociente intelectual altísimo que lo convertirá en un genio. Esto provocará en su vida consecuencias catastróficas ya que continuará viviendo el aislamiento y sentirá que nunca va a poder pertenecer al mundo como se lo han prometido. Además, a medida que note los cambios en su vida confirmará las palabras de su psiquiatra:
«Flores para Algernon» es una novela intensa, llena de delicadeza y a la vez sumamente cruda. Una historia que puede servirnos para reflexionar en torno a lo que somos y a lo que tenemos, para aprender a mirar el mundo con los ojos más abiertos. Sin lugar a dudas, es una de esas monumentales historias que no podían faltar en nuestro ciclo del desván de los libros perdidos. ¡Se las recomiendo!
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