«Furia diamante» de Valeria Tentoni (Leteo Ediciones) es un libro de cuentos donde la rabia, el dolor y la memoria se contagian del vicio de la experiencia para desarmar realidades aparentemente sólidas.
La vida era una cosa recién hecha. Así comienza «Frutillas» ese primer cuento de Valeria Tentoni en «Furia diamante» (Leteo Edito). Un cuento potentísimo para marcar este inicio porque se halla a medio camino entre la ternura y el desconcierto tan propio de la infancia y de las imágenes que nunca hemos podido comprender del todo, y por tanto, tampoco hemos sabido desenfocarlas del centro de nuestra búsqueda vital. Como si esas experiencias determinaran todo lo que sabemos y sabremos del mundo. Un puntapié fantástico para enarbolar el inicio de un libro de cuentos en torno a las muchas formas en que puede joderse la vida, tan desde la infancia. Y sobre esa rabia que no termina nunca. Un libro delicioso que nos confirma el inmenso talento de Tentoni para plantear tramas aparentemente sencillas pero que encubren un fondo sórdido e inesperado.
Lo humano invencible
Si bien «Furia diamante» es un libro sobre el que ya he escrito con anterioridad (cuando salió en Libros del pez espiral), he querido volver a él en esta nueva edición a cargo de Leteo. Volver a Tentoni siempre es un disfrute. En su literatura la magia se abre camino a través de un lenguaje sencillo pero instigador y cauterizador. Es imposible salir de ella sin alguna nueva herida, y alguna que otra cicatriz doblez.
«Furia diamante» podría etiquetarse como un libro de segundas oportunidades, pero en realidad lo que yace en cada cuento es el fin. Una última oportunidad para hacer algo. La vida se descose y de pronto sólo queda un camino posible, o dos, pero ya no se puede volver al punto de coyuntura.
A lo largo de los diversos relatos aparecen personajes que quieren mantener desesperadamente la inocencia –«Frutillas», «Los cortesanos», «Lo que hay después de las nubes»– pero se les vuelve imposible. La realidad los voltea y ellos se resignan y aprietan el gatillo de la desidia.
La vida se interrumpe de pronto por un hecho insólito. Una cara en mitad de la calle. Una plaga que de pronto se ramifica y lo invade todo. Una visita inesperada en una vida solitaria. El quiebre de la calma es el punto que explora con mayor lucidez Tentoni.
Hay dos cosas que me interesan especialmente en la narrativa de Tentoni. La forma de narrar esa calma superficial en la que se inicia el relato, que en general es un gran caos organizado con el fin de seguir adelante. Todo parece de lo más normal, aunque sea una realidad paranormal, una vida ordenada desde una mente enferma. Es normal que las cosas sean así y lo absurdo es eso que ocurre y lo desbarranca todo.
Y aquí viene lo otro que me parece fascinante, y es el carácter anodino de ese corte, porque generalmente lo que interrumpe esa vida de tedio aceptado suele ser un hecho sin importancia, pero que zarandea profundamente los cimientos de esa vida y de sus personajes, porque deja al descubierto su punto débil: su soledad mal criada, su vida de paredes oscuras y su incapacidad para retomar esa normalidad después de conocer las posibilidades del afuera. Con estos dos elementos, y quiero decir manejándolos con maestría, Tentoni construye mundos sólidos a los que nos quedamos pegadas después de la lectura.
La ternura amarilla de Tentoni
El primer cuento que leí de Tentoni hace ya muchos años era sobre un niño que corría desesperadamente contra el maltrato. No recuerdo el título pero sí tengo en mi memoria las emociones de esa lectura. Detrás de una aparente sencillez Tentoni es capaz de jugar con nuestra percepción del mundo de una forma muy peculiar. En sus historias el terror asoma, muestra los colmillos y te sacude; pero al salirte de los cuentos lo que te queda grabada no es esa violencia, sino lo que habita debajo: un juego de caminos interiores donde el origen del mal es una infancia torcida, o algo así.
En «Furia diamante» tenemos numerosas criaturas que podrían ser el personaje malo de la historia pero que se van abriendo, que van dejando ver el otro lado de la piel, y al final terminan convirtiéndose en criaturas asibles de ternura. A eso le llamo la ternura amarilla: porque no está arraigada en la inocencia, sino que es la que deviene de una inocencia interrumpida a causa de una experiencia brutal que resulta infancia para siempre, pero con ese deje de frustración y pesadilla. Como vemos en «Ziploc», un cuento brutal sobre la soledad y su semilla, sobre alguna de las formas en las que se te puede complicar la vida sin un asidero que te ilumine.
El tupido velo
Lo que se ignora no existe, dice uno de los personajes de Tentoni. Sobre esta premisa se apoyan esas realidades. La negación de lo que circunda la propia vida es el punto de sostén de todas las vidas. Una actitud tan humana y natural que, sin embargo, puede quebrarse de un día para otro. Porque abrir los ojos siempre es despertar, aunque sea en la oscuridad más absoluta.
Tentoni es una de las maravillas poéticas y narrativas de la literatura argentina. También una de las entrevistadoras más brillantes de Eterna Cadencia. A Tentoni no podemos recomendarla, hay que leerla. Porque leerla es entrar en contacto con esa grieta a través de la cual se nos mete el caos en la vida. A Tentoni hay que estudiarla porque hay un universo amplio que pasa desapercibido en sus tramas, pero que va creciendo libro a libro y nos estalla en la cara. «Furia diamante» es un cuentario extraordinario que nadie debería perderse. Y no quiero olvidarme de las ilustraciones de Javiera Hiault-Echeverría que acompañan los relatos y nos ofrecen exquisitas líneas para captar la esencia de la narrativa de Valeria Tentoni.
FURIA DIAMANTE
Valeria Tentoni
Ilustraciones: Javiera Hiault-Echeverría
Leteo Edito
978-987-86-0729-0
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