Luis García Montero es un impresionante poeta nacido en nuestro siglo, cultivador de unas formas poéticas únicas y con una buena consciencia de la realidad y del entorno. Permitiéndonos que nos acerquemos a los aspectos críticos e imprescindibles de nuestra sociedad para analizarlos y comprenderlos a través de la poesía.
García Montero escribió un ensayo acerca de la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer que me parece sumamente interesante; de dicho texto desearía hablar en este artículo. Citando aquellas cosas que me llamaron más la atención y acercándoles la concepción que Montero tiene de este autor, sin el cual la poesía contemporánea no sería lo que es.
El concepto de la nostalgia de lo fugitivo se refiere a la forma en la que poetas como Bécquer y Baudelaire incorporaban el medievalismo a su lírica, soportando en él las distancias íntimas y los puntos a los que cada autor deseaba llegar a través de su escritura. Cabe mencionar que en la época medieval, los símbolos sagrados permitían el único camino posible para encontrarse con un Dios distante, era el único modo posible de alcanzar el paraíso, en Bécquer y Baudelaire el paraíso se alcanza desde esas distancias personales.
Aquello que el poeta no puede conquistar en la realidad es posible a través de los símbolos, en esa lejanía de su propia intimidad, pudiendo ser parte de una realidad sublime que lo envuelve y le deja ser fuera de lo cotidiano.
La figura de la mujer en Bécquer
Montero quiere romper con todos los estereotipos que se le han adjudicado a Bécquer a través de la historia, porque es mucho más que un poeta romántico, su poesía tiene un mensaje escondido que es necesario que sea rescatado. Supongo que ahí reside fundamentalmente el empeño de Montero, en rescatar lo olvidado de Bécquer, más allá de todo.
En su poesía Bécquer se refiere a la mujer comparándola con un símbolo, convirtiéndola en la metáfora perfecta de la poesía. En «Poesía eres tú» expresa que el sentimiento es lo que puede permitir crear semejanzas entre la poesía y la mujer, porque asegura que esa pequeña aspiración a lo bello es lo que caracteriza a ambas, aquello que en el hombre es una facultad nacida en la inteligencia, en la mujer y en la poesía es instintivo.
Agrega que la poesía parte de la mujer como símbolo, y se expande como rayos de luz. Para Bécquer, la mujer es sinceridad, es fortaleza pero sobre todo es el símbolo claro de las emociones, es la metáfora perfecta para la lírica porque en el reparto de los orígenes, mujer y poesía comparten un mismo espacio, el destinado exclusivamente a los sentimientos. Agrega Montero que la modernidad exige que se establezca un espacio definido para lo poético y lo femenino, porque parecen ser las fuerzas que motiven el cause de la existencia.
El tiempo y el estilo de Bécquer
En el artículo «Hacer tiempo» Bécquer reflexiona sobre este elemento tan fugaz de la existencia, que se evapora. Al mencionar este aspecto de la poesía Montero dice que existe algo de ridículo en buscar edificar sobre una materia tan frágil, que se escapa de las manos velozmente.
Pero Bécquer sí consigue quedarse habitando en el tiempo, en esa cuarta dimensión que no somos capaces de atravesar o de habitar como mortales. Él logra vivir en la inmortalidad y por tanto desafiar al paso del tiempo con su poesía. Montero dice que vivir en la inmortalidad de las nubes es la forma en la que Bécquer consigue hacer tiempo, pero que al hacerlo también debe renunciar a algo, porque sin renuncia no puede haber recompensa. Dice que se trata de un juego de palabras donde la idea perfecta puede salvarse de la imperfección de aquello que es inexistente de un único modo, pactando con la imperfección de la materia. En este juego de palabras reside el mérito y la recompensa estética de Bécquer, su poesía en estado puro.
Es importante mencionar que Bécquer fue un poeta que permitió que el paso del tiempo lo limara, que fue formándose y agregando aspectos a su lírica de una forma fluida, dejando un bagaje poético único y merecedor del respeto que hoy se le tiene a este autor.
Cuando Bécquer llegó a Madrid, contaba con 18 años y sus orígenes literarios (la escuela sevillana) podían verse reflejados en su estilo. Con una elegancia musical propia de aquellos que se habían inclinado por una formación clásica y por supuesto, el buen gusto que permitía resaltar a este autor por sobre todos los modos románticos superficiales que entonces estaban en auge en la urbe.
Al evolucionar, Bécquer no abandona esa tradición romántica ni intenta ocultar los rasgos claves de la modernidad, la crisis. Es un poeta que se enfrenta a este hecho de una forma frontal, intentando profundizar utilizando la ironía y un estilo particular, cuyos fundamentales elementos son la brevedad y la sugerencia. La obra de Bécquer es renovada y posee la particularidad de criticar la modernidad, de imponerse frente a las modas y presentarse de modo auténtico.
Bécquer hasta siempre
Montero afirma que Bécquer es uno de los poetas más importantes de nuestra lengua, no sólo por la calidad de su obra sino por los caminos que abrió para la poesía de finales del siglo XIX en adelante. Los vestigios de su obra pueden verse reflejados en la obra literaria de numerosos poetas de nuestra era, apasionados de la lírica como Bécquer, alumnos de este gran maestro.
Comentarios4
Para mí, Bécquer es el poeta romántico de todos los tiempos.
A pesar del paso del tiempo, su poesía sigue siendo fresca.
bambam
Bécquer es por excelencia un poeta romántico que perdura por siempre.
Su poesia a pesar del tiempo perdura por que es sencilla, ágil y fresca que nos induce a sumerginos a ella
Dos grandes poetas..pero mi favorito, Luis García Montero, la naturalidad puesta el verso
Muy buen artículo 😉
Luis García Montero es el "poeta" con mejor prensa pagada de la actualidad, consiguiendo fama y popularidad gracias a que está y domina buena parte de los lugares donde se cocina qué se publica y quién publica poesía en lengua castellana. Pero como poeta es bastante mediocre, tirando a malo o muy malo en muchas de sus composiciones. Es un escritor absolutamente infantil, que toca temas pueriles y siempre se queda en la exaltación de la nada. Es, en fin, un producto de mentira.
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