Cuando era niña dormía en una habitación cuyo techo tenía un orificio pequeñito en una esquina. Cuando tenía dificultades para dormirme me concentraba en él y soñaba con trasladarme hacia el entretecho, donde sabía que había otras historias. Una noche, un murciélago bajó por esa hendija y estuvo revoloteando por el dormitorio durante un rato largo; la oscuridad me impedía verlo pero pude sentirlo intensamente. Algo cambió en mí y en la forma en la que observaba el mundo aquella noche. Pero fue muchos años más tarde cuando comprendí que esa experiencia me había servido para explicar muchas otras circunstancias de mi vida y también para entender la vida de los otros. Al leer "Grietas" de Santi Fernández Patón (Lengua de Trapo) volví a obsesionarme con ese hueco, con el murciélago, con la otra vida.
Huecos en el techo
Esta cita de Zola con la que abre Santi la novela me parece una maravilla. Es más; creo que podría hacer las veces de vértebra que enlaza las diversas historias que aparecen en "Grietas". Además, podría servir para entender el territorio en el que se maneja el autor. Un espacio donde la reflexión y el análisis parecen fundamentales y donde no basta con contar una historia, hay que saber por y para qué se cuenta.
"Grietas" podría leerse como una obra política que intenta explicar las causas y consecuencias del 15-M y la insatisfacción social de nuestra época. Sin embargo escarba más hondo porque explica lo social partiendo de las experiencias individuales; se enfoca en las contradicciones personales que nos llevan a meternos en áridas regiones de las que a veces nos cuesta salir, y a partir de esos vaivenes personales explica las convulsiones sociales. Es una novela que se lee de corrido y que se construye con una única certeza: para todas las situaciones existen miradas contrarias, perspectivas opuestas, generalmente válidas todas.
En determinado momento pasa algo. La cosa se tuerce, algo se quiebra y comienza a formarse en nosotros una grieta que permite el paso de la enfermedad a través de la cual las obsesiones comienzan a tomar forma y, en ocasiones, a hacerse con el control de la situación-vida. Lucía es una joven que asimila las experiencias obligándose a prescindir de alimentos durante largos períodos. En ella el problema no es la anorexia sino el convencimiento de que su cuerpo representa lo que la une-obliga al patriarcado y que ignorarlo es luchar contra esas imposiciones. Lo que Lucía no entiende es que detrás de su propia resistencia hay un apoyo inaudito a lo que más detesta. A lo largo de la novela podremos acercarnos a ella y comprender el poso que origina ese comportamiento.
Existe una interesante reflexión que me ha revivido a mi queridísima Zafra, en torno al cuerpo como herramienta de poder. La forma en la que las ideologías se apropian del cuerpo y lo convierten en un espacio donde plasmar las obligaciones-deberes-roles y en un vehículo para la difusión del discurso que representan. Y en este punto me parece interesante la forma en la que Patón establece una reflexión bifurcada usando como referente la enfermedad: como situación que obliga a delimitar qué es lo personal, qué lo social, qué lo propio, qué lo colectivo.
"Estás comiendo?" le pregunta el protagonista a Lucía. Y es en esa preocupación por el daño que la chica se hace en el que germina la esperanza y, a la vez, el compromiso político.
Paternidad en tiempos de fobias
Una de las mayores virtudes de "Grietas" es su apuesta por una literatura que no camine en consonancia con el patriarcado; un lenguaje que se amolde a las características que cada contexto impone y que se vea libre de estigmas. Trabajar este tema usando como ejemplo la figura de un padre soltero me parece uno de los puntazos que da Santi. Estimo, además, muy relevante su postura antipatriarcal y la fluidez con la que nos cuenta cómo el prota debe hacerse cargo de su hija, Alicia, para dibujar una vida familiar peculiar.
Esta es una historia que rompe con las convenciones sociales para presentarnos a un conjunto de personas que obran al margen de la corrientes hegemónicas, que confían en que otra vida es posible y que trabajan por ella; pero hay más. En lo estrictamente narrativo también hay un intento de construir literatura desde un lenguaje más homogéneo y sencillo que abogue por la claridad y que resulte identitario para una generación-época. Y esa es, entiendo, una de las características más interesantes de esta novela.
Grietas, como obsesiones
En resumidas cuentas, "Grietas" nos permite un recorrido a través de las formas que adoptan nuestras obsesiones cuando no somos capaces de atajarlas-tratarlas a tiempo y permite una doble lectura, desde la existencia individual (en tanto seres sintientes con sus deseos y sus expectativas) y desde la experiencia colectiva (como sujetos individuales que conviven en un entorno que es de todos).
Siempre hay una grieta por la que se escapa nuestra cordura, un vacío legal que permite la disrupción social, un trauma infantil que genera en nosotros el deseo de recluirnos o de obrar en consecuencia. Pero también hay más. Esa hendija es la que permite la esperanza, la posibilidad de otras historias en el entretecho. Sin ella no habría arte, ni sorpresas, ni relaciones paterno-filiales que salieran bien. Sin esa grieta no habría hombres dispuestos a cuestionar el patriarcado y a luchar por un mundo igualitario. En esa esperanza reside la única certeza que vuelve soportable esta vida: siempre siempre cabe una posibilidad de reconstruirnos. Y es que la vida nunca se da por vencida, un poco de felicidad basta para que todo se ponga en marcha nuevamente; esto también lo dijo Zola.
¡Lean "Grietas" como quien se obsesiona con una hendija, porque caben otras vidas en ésta!
GRIETAS
Santi Fernández Patón
Lengua de Trapo
978-84-8381-212-9
220 páginas
16,97 €
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