¿Han leído a Elena Poniatowska?

En 1976 se entregó por primera vez el Premio Cervantes. En sus 37 años de vida, ¿solamente cuatro mujeres han sido merecedoras de él? Ellas son: María Zambrano (1988), Dulce Lynaz (1992), Ana María Matute (2010) y Elena Poniatowska (2013). Podríamos decir que casi una mujer por década.

Me pregunto: el hecho de que se lo hayan dado a Elena ¿es una forma de dejarnos tranquilos a los que nos manifestemos en contra del sexismo o es una muestra de que realmente están cambiando las cosas?

Poniatowska y el éxito

Elena Poniatowska es una autora fabulosa y merecía este premio antes de los 81 años. Pero como ella también hay muchas otras autoras que se lo merecen; que escriben con valentía, que se enfrentan a los ismos, que no se alteran cuando ven que en la presentación de sus libros los presentadores siempre son hombres, o que los jurados se componen mayoritariamente por personas del sexo opuesto. Pese a todo siguen. Como siguió Elena, y algunas consiguen que se les valore tantos años de labor.

Es verdad lo que dice Elena, el éxito es un ratito. En realidad nunca conseguimos nada. Sin embargo, creo que la labor incansable de personas apasionadas por las letras y que no se dejan derribar por la realidad, es más, que escriben sobre ella, debe ser aplaudido, y puede que un premio sea la forma de hacerlo. Al menos, si existen, creo que sería razonable que quienes los consigan sean hombres y mujeres.

Porque son hombres y mujeres los que llevan adelante la literatura de nuestra época. Hombres y mujeres homosexuales y también heterosexuales. Hombres y mujeres apasionados, y no tanto. Hombres y mujeres que trabajan sin descanso por mejorar en su oficio; y que construyen universos valiéndose de las palabras.

Los pasos que la llevaron a la escritura

A Poniatowska le gusta contar historias, y sabe hacerlo. Comenzó trabajando como reportera para el Excélsior y llegó a ser una importante entrevistadora; pudiendo acercarse a personas como Diego Rivera, Juan Rulfo, Octavio Paz y Luis Buñuel.

Pero no se quedó ahí. Su vocación de cuenta cuentos la llevó a escribir historias escalofriantes y necesarias como «La noche de Tlatelolco», un libro en el que da testimonio de la represión estudiantil del 2 de octubre de 1968. En él, Elena desmiente la versión oficial de los hechos, y la cifra de muertos caídos ese día. Nadie sabe con exactitud lo que ocurrió. Nunca se juzgó a los responsables. Y Elena fue de las pocas personas con la valentía para poner en palabras esa noche trágica. Y hoy continúa diciendo, con los ojos humedecidos, que ese día debería ser de duelo nacional.

No podemos hablar de Poniatowska como de una feminista, no me gusta hacerlo. Prefiero pensar en ella como una persona capaz de atravesar las barreras del sexismo y crear protagonistas impresionantes.

En su mayoría sus protagonistas son mujeres. Personas creativas, valientes y, sobre todo, que van en contra de las normas. Personas que se enfrenten a la corriente para imponer una voz única, para contar una verdad que ha sido silenciada, y poner sobre la mesa los hechos más dramáticos de la historia y de la realidad. Ella, Elena, ha sido capaz de crear mundos increíbles, haciendo de la realidad una ficción y viceversa.

Elena Poniatowska es una de esas autoras que te tocan desde una perspectiva fresca. Leerla es como conversar con ella; su estilo directo y sincero te atraviesa a través de historias sumamente entrañables y dolorosas como las de Jesusa Palancares o Rosario Ibarra.

En una entrevista cuenta que de niña le gustaba subirse a la azotea y escuchar el trajinar de las empleadas domésticas. Siempre cerca de las mujeres, de las más desfavorecidas, de las extranjeras, de las vejadas y haciendo de esas historias retratos inolvidables que quedarían sellados para siempre en la literatura. Por algo su queridísimo amigo Carlos Monsiváis la adoraba y recomendaba. Elena lo admiraba y le quería; ahora los dos gatitos con los que comparte vida se lo recuerdan; se llaman Monsi y Váis.

Este año le han dado a Elena Poniatowska el Cervantes. Se trata de uno de los galardones más importantes para los autores de lengua hispana. En 37 años lo han recibido solamente cuatro mujeres. Vuelvo a preguntarme ¿solamente cuatro mujeres han trabajado lo suficientemente bien como para merecerlo?

Lamentablemente la respuesta que debo aceptar no me gusta. No me gusta pensar que vivimos en una sociedad que no avanza, pero no puedo negar que la razón por la cual se lo han dado es porque no han podido seguir mirando a otro lado,  porque la voz impoluta e intensa de Elena no es algo que se pueda pasar por alto.

Visto lo visto no puedo menos que alegrarme doblemente: porque sea mujer y porque sea Elena, aunque esto no signifique que estemos avanzando, porque aún sabiendo que hay muchas voces femeninas merecedoras de este y muchos otros premios, sobradas pruebas ha dado Elena de que era una de ellas.