Una novela de iniciación preciosa, en la que acompañamos a Hari en el camino de descubrimiento personal y sufrimos con él las severas dificultades que le va poniendo la vida. En su primera novela, Hari, el niño que soñaba (Mil Madres Ediciones) Amelia Capdepón construye un personaje tierno y un relato que nos conmociona desde la primera frase. Que nadie deje de leerlo.
Un lugar donde vivir
Hari es un niño dalit que vive con su familia en un pueblo esquilmado de la India. Una tierra que en otro tiempo ha sido un espacio de provecho y ahora se ha convertido en un territorio yermo, donde no se puede cultivar y poco a poco todo lo que sostenía en pie al pueblo está desapareciendo. Amelia Capdepón nos pone en la piel de este niño y sus padres quienes deciden emprender un viaje para lograr encontrar un sitio mejor, donde Hari pueda crecer con más oportunidades y la vida no sea una cosa tan sacrificada.
La novela narra ese viaje de superación, que exigirá de los personajes muchísimos esfuerzos. A lo largo de la lectura los acompañaremos en situaciones dolorosas y difíciles que pondrán en duda su esperanza o intentarán tambalear ese empeño por salir adelante. El estilo cercano y detallista del relato nos permite empatizar con Hari y su familia y desear que el final del viaje sea positivo para ellos, que la vida los recompense por tanto esfuerzo.
Este libro es importante porque hace una crítica honda sobre la discriminación contra los dalit y pone en tela de juicio esa denominación y todo lo que ella ha supuesto por la vida de tantas personas a lo largo de la historia. Comunidades enteras aisladas por una creencia, condenadas a vivir en situaciones de precariedad extrema y bajo el yugo de la esclavitud. En este contexto conocemos a Hari y a su familia, y lo primero que sentimos es el ancho deseo de que sus vidas mejoren y que ellos pueda redescubrirse desde otro lugar, sin la marca puesta por la tradición y la discriminación social. Parte del camino que emprenden tiene que ver con eso, con el deseo de dejar atrás estas experiencias.
Un camino de autosuperación
Una de las cosas más interesantes de esta novela es la preciosa metáfora que proyecta la autora entre los cambios interiores y exteriores. Porque, si bien éste es el relato de un viaje físico hay otro viaje importante que es el que desarrolla Hari de forma interna. Está muy bien plasmado el proceso de acercamiento al mundo y de reconocimiento de su identidad y de su deseo en relación con el mundo exterior. Algunas cosas que el niño aprenderá son duras: la discriminación y el dolor están ahí fuera y no dudarán en machacarlo. Sin embargo, él tiene una fuerza interior que lo vuelve especial: cree en la magia y en la posibilidad de vivir muchas vidas en ésta, y esto lo ayudará a sobrellevar las situaciones difíciles.
Amelia Capdepón nos regala una preciosa fábula sobre la importancia de insistir en los sueños, proyectando su luz a través de un personaje bendecido por el entusiasmo y el deseo de vivir mejor. La realidad y el mundo onírico se entrecruzan todo el tiempo para constituir un tejido de palabras que nos va atrapando, invitándonos a vivir durante un rato en este universo tan duro y al mismo tiempo tan fascinante.
Es ésta una novela escrita con mucha sensibilidad y un gran deseo de mostrarnos un mundo distinto, donde los problemas son diferentes a los nuestros pero también las posibilidades que se abren son distintas. Una historia tierna y donde el camino de autosuperación del personaje nos puede servir para encontrar esperanza en nuestra propia vida. Miramos el mundo según el modo en que vivimos internamente: en esa mirada se entrecruzan nuestras experiencias y nuestros anhelos. La gran pregunta que queda flotando en el aire al terminar esta historia es: ¿hemos hecho realmente todo lo posible por convertirnos en la persona que deseábamos ser? Una novela hermosa que espero encuentre muchos y buenos lectores.
HARI, EL NIÑO QUE SOÑABA
Amelia Capdepón
Mil Madres ediciones
208 páginas
19,95 €
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