Hay ciertos libros a los que puedes acercarte con confianza, porque sabes que sí o sí su lectura te deparará cierto placer. Eso me pasa con la autora del libro sobre el que hoy escribo, Sora Sans, que posee una sensibilidad y una manera muy cristalina de entender y explicar el mundo.
«La hebra amarilla» de Sora Sans (Colección Monosabio. Ayuntamiento de Málaga) se compone de un conjunto de relatos habitados por insectos y otras criaturas quebradizas e inocentes a través de los cuales se plasma la experiencia vital, esa que nos acerca a los animales y que nos desvela un misterio que no somos capaces de abrazar con palabras. Encontramos aquí una prosa poética vibrante que viene acompañada de las exquisitas ilustraciones de Sr.García, ¡una lectura que les deseo profundamente!
El sol y la hendija
Partir de una certeza y arribar a la herida. Ese camino es el que recorre Sora Sans en cada uno de los textos que componen «La hebra amarilla». El sol, como certeza y la casa-familia como lugar en el que anidan los misterios. La línea amarilla que Lockyer dijo que no tenía nada que ver con los gases descubiertos hasta el momento, y la raja en los ojos claros de Elio por los que pasa la vida, el mundo, y rebota la luz. A través de esa línea vamos transitando desde el exterior nocturno hasta nuestra entidad de insectos frágiles y volátiles.
Para crear un escenario estimulante Sans nos presenta a Elio, un niño que ha sido abandonado por su madre y vuelca toda su mirada en el futuro (esa línea amarilla de sus ojos azules quizá es la que le permite creer que hay luz más allá de lo visto). Se rodea de insectos y galápagos (las criaturas más antiguas y perseverantes del mundo animal) e intenta discernir la realidad a través de sus pasos-vuelo-identidad. Esto le permite crearse un espacio propio lleno de posibilidades, convencido de que en la cercanía con los otros (Eva, Nana, José, Konii, Poli) habita el futuro. En esa hendija que crea el dolor pero que permite también el paso de la luz se centra la narración de Sans para mostrarnos de qué forma puede reconstruirse un corazón quebrado a partir de la palabra, del tic tac del reloj, de la lentitud del vuelo de un coleóptero.
«La hebra amarilla» se encuentra a mitad de camino entre la prosa poética y la poesía pictórica por lo que permite dos lecturas complementarias. Puede leerse como una obra narrativa donde aparecen varias historias entrelazadas con sus pequeños universos y sus personajes llenos de ansias y temores, y también podemos disfrutarlo como quien repasa una serie de fotografías, a través de las cuales se puede intuir la forma en la que se mueven las corrientes de aire en la vida y se van acomodando los acontecimientos.
Insectos y ventanas
En las diversas historias que se asoman a este libro encontramos relaciones en las que el deseo, el misterio, los secretos y la ruptura se hacen eco y transmiten una rajadura que deja una huella por la que se cuela la herencia. Y aquí aparece un elemento que ya ha trabajado Sora Sans en su libro «El hombre pájaro vino a vernos», los lazos comunes entre nuestro pasado y el de otras especies, la estrecha forma en la que evolucionamos. Sans consigue establecer un interesante paralelismo entre la historia personal y la colectiva y escribe sobre aquello que nos marca porque nos viene dado en herencia.
La prosa de Sora Sans se caracteriza por una inquieta búsqueda por narrar desde lo pequeño para llegar desde él a la luz que todo lo abarca-transforma. En «La hebra amarilla» crea todo un ecosistema en el que las cosas no son lo que parecen, y a la vez sí. Lo que intento decir es: nos presenta una tierna historia entre Eva y Elio y nos invita a mirar por los intersticios de sus vidas, donde hay insectos que ayudan-enseñan a mirar el mundo.
Algo de lo que no querría olvidarme. Resulta fascinante la forma en la que Sans se interesa por las criaturas más olvidadas: polillas, avispas, mosquitos, escarabajos, y las incorpora a sus relatos, utilizándolas como instrumento por el que se cuela el hilo de las historias. Pequeños bichitos que vienen a desencajarlo todo, a reformular el tiempo y el espacio y a obligar a los personajes a enfrentarse a sus miedos y preguntas. Así como el helio, que Norman Lockeyer aseguró que no tenía nada que ver con el resto de los componentes químicos, estos insectos llegan para demostrar que el futuro no está escrito. Descubrir un mundo a través del vuelo de una polilla, de una línea amarilla que atraviesa los ojos claros para ayudarlos a perdurar por más tiempo a su exposición a la luz solar. Elio, que mira el cielo y cabe en él todo el universo, es sin duda una criatura exquisita a la que Sora Sans ha sabido darle un protagonismo y una voz propia impresionante.
La voz de Sora Sans se centra en lo importante; no en las palabras, sino en lo que las palabras dicen. En eso, y en el silencio que se percibe en sus atmósferas y en la importancia de lo minúsculo pienso que reside su mejor acierto como creadora; porque hace de lo mínimo materia de poesía, de literatura, de vida, y se juega por un lenguaje en el que aparece la alegría como espacio de redención y la herida como línea que puede permitir el paso de la luz (aunque de fondo podamos percibir la existencia de un gas irreconocible). Este libro es sin duda una prueba más no sólo de su sensibilidad de esta maravillosa autora, sino también de cómo se puede transformar el propio universo en un espacio común en el que todos bebamos, como ocurre con la herencia, que nos acerca, pero que en cada uno es tan distinta.
¡Lean «La hebra amarilla» para encontrarse con un montón de insectos cuyas estelas permiten el paso de la luz!
LA HEBRA AMARILLA
Sora Sans
Ilustraciones: Sr. García
Colección Monosabio
Ayuntamiento de Málaga
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.