Henry David Thoreau y el lenguaje del bosque


Hace no mucho he estado releyendo algunas de las obras de Henry David Thoreau y he vuelto a sorprenderme con su capacidad para contar la vida sin adornos desmesurados pero sin dejarse fuera lo importante. Dando lugar a los detalles pero sin engordarlos para que parezcan más literarios. En este artículo reviso dos puntos de su obra que me parecen inmensos, que me han servido para analizar mi propia escritura y que pienso pueden servirles a aquellos que desean plantearse este oficio en serio. Sobre esos dos aspectos de su obra escribo aquí.
 

El lenguaje de lo cotidiano

En la obra de Thoreau la posibilidad de la escritura está en las pequeñas cosas; posiblemente esta forma tan visceral de entender el lenguaje no habría sido posible, no la habría desarrollado si no hubiera entablado un lazo tan estrecho con la naturaleza. Un lazo de regreso a los orígenes, donde todo lo material y artificial poca cabida tenía cuando se trataba de hablar de la vida, de la experiencia de la escritura.

El uso de un lenguaje en el que todos podemos sentirnos incluido, sin ser simplista, es una de las cosas más fascinantes de este escritor. Porque poder narrar desde lo mínimo es seguramente una de las virtudes que más admiro y también de las menos populares. Y es seguramente gracias a sus obras Walden y Paseos que muchos le hemos conocido, y le hemos amado. Su visión de la vida, de permitir que la vida y la escritura sean atravesadas por la experiencia natural, por el lazo primitivo y primigenio, es una de las cosas que otorgan más espontaneidad y valor artístico a su pensamiento y a su obra.

En la obra de Thoreau se nota un esfuerzo especial en la búsqueda de respuestas a través del lenguaje; la suya, en sentido es más una obra filosófica que literaria en su intención; aunque a la larga, como la estética y la forma en la que se ejecuta el discurso son tan únicos, se convierte en una carrera absolutamente literaria, enlazada a la tradición y buscando nuevos formatos con los elementos que el autor va extrayendo de la realidad. Leer a Thoreau en ese sentido es animarse a entender que sobre todas las cosas existen nuevas cosas que decir y no necesariamente debe hacerse con un discurso enrevesado: se puede encontrar altura sin despegar los pies del suelo.

La voz está más allá de uno

Cuando lees a Thoreau lo que sientes es que quien escribe es otro. Que detrás de la mano hay otra voz dictando, porque su escritura es tan mágica, en momentos adquiere matices místicos, que se vuelve difícil creer que el ser humano de las fotos haya podido crear todo eso. Cuando lo lees, si eres ateo como yo, comienzas a dudar de tu falta de fe.

La gran inquietud en la vida de Thoreau era si es necesario vivir tan pendientes del sistema económico, si realmente es imposible regresar a la naturaleza y vivir con lo mínimo: el cuerpo buscando desandar el camino evolutivo, o la parte dañina de este viaje peculiar. En su empeño por responderla lo abandonó todo y se fue a vivir a una cabaña junto al lago Walden, donde escribió aquel libro hermosisímo que lo convertiría en uno de los escritores más importantes de su generación,

Pero ¿cuál fue la verdadera innovación de Thoreau? Escribir en el idioma del bosque. Aferrarse a la vida y experimentar la escritura desde la propia vida. Así tenemos fragmentos maravillosos en aquel libro que nos hablan de pájaros, plantas y animales y nos invitan a sentir la literatura más allá de las palabras. Esa creo que es otra de las cualidades de este libro que se encuentra extendida al resto de su obra y que nos permite disfrutar de una escritura insólita sostenida por una voz que parece de otro mundo.

Comentarios1

  • Luis Estable

    Creo que le leiste en ingles. De otra manera no pudiese hablar de su escritura de esta forma pues cuando se traduce al espanol se pierde mucho lo que indicas. Estoy corrrecto?

    • Tes Nehuén

      ¡Muchas gracias por tu lectura, Luis! ¿Lo has leído en Errata Naturae? Creo que en sus traducciones se aprecia lo que digo. Y el Walden de Impidimenta también reúne esas características: lenguaje sencillo y pasión por la vida y la escritura.
      Un abrazo.



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