Hay quienes vaticinaron hace unos años que las redes sociales, Internet y la mensajería instantánea serían el gran enemigo de nuestra época. Aficionados al lenguaje, estos intelectuales se sintieron absolutamente reacios a los cambios que imprimían estas nuevas herramientas sobre nuestra forma de comunicarnos; como si la propia lengua fuera una estructura intocable e inamovible, cuando al igual que tantos otros sistemas orgánicos que rodean nuestra vida una de sus fundamentales cualidades es su mutación a lo largo del tiempo. Sobre la necesidad de prestar atención cuando queremos decir algo y las herramientas que se encuentran a nuestra disposición versa este artículo.
Un libro para mejorar nuestra comunicación
Nos guste o no, la lengua cambia. Y, aunque con una insistente lentitud, también los gramáticos y los estudios de nuestra lengua intentan acoplarse a los nuevos tiempos. Por eso la Editorial Debate ha sacado el «Manual del español urgente» que puede ser de gran ayuda para aquéllos que deseamos escribir y hablar correctamente, ciñéndonos a las reglas de nuestra lengua.
En este libro podemos reforzar nuestros conocimientos en torno al uso del idioma y también aclarar dudas de todo tipo. A grandes rasgos podemos decir que se trata de una guía clara en la que podemos resolver inquietudes relacionadas con la comunicación en nuestra vida cotidiana.
Entre las dudas que podemos aclarar con este libro se encuentran errores comunes con los que solemos encontrarnos muchísimo en nuestra comunicación, como la forma en la que se debe conjugar el verbo prever y proveer (dos palabras que suelen dar lugar a confusión); la forma de evitar apoyarse en frases como «en base a» o cuán permisiva es nuestra lengua en torno al uso de adjetivos de origen anglosajón como «crucial» o «drástico». Otras dudas expresadas en este libro tienen que ver con los extranjerismos. De qué forma se puede reemplazar frases hechas o conceptos tales como «cash flow», «holding» o «baffle».
Titubear frente al lenguaje
Vacilar ante la lengua es una de las mejores actitudes que podemos tener al hablar, puesto que no lo sabemos todo e incluso aquello que sabemos, o lo hemos aprendido mal, o ya no es vigente; que para el caso puede ser lo mismo ya que nos lleva a un mismo lugar: una deficiente comunicación por nuestra parte.
El auge de las redes sociales ha dado vida a dos tipos de personas frente al lenguaje: las que comenzaron a dudar de todo y a escribir con más cautela, y aquéllas que se lanzaron a la comunicación de forma descuidada e imprecisa. El enfrentarnos a diario con errores gramaticales y ortográficos puede representar un grave problema para nosotros porque, si no somos conscientes de esos errores puede que inconscientemente los incorporemos a nuestro lenguaje y esto puede resultar algo peligroso, y deteriorar nuestra comunicación. Pero «no está muerto quien pelea», ¿se acuerdan?
Por eso, pese a lo estimulante que resulta poder compartir contenido de forma inmediata todo el día, es importante que seamos cautelosos, y que aprovechemos las nuevas herramientas para aprender y reforzar nuestros conocimientos del lenguaje en lugar de relajarnos y escribir como nos viene en gana.
Los vaticinios se han hecho realidad: los nuevos medios de comunicación han acaparado todo tema de conversación y de conflicto y han generado, si se podía, un deterioro en la comunicación escrita. Eso dicen. Pero ¿realmente es así? ¿No será que lo que ha sucedido es que ahora estamos todos mucho más expuestos y se hacen evidentes las pocas bases lingüísticas que tenemos, la deficiencia en nuestra educación y el escaso interés que el ser humano siempre ha manifestado en torno al lenguaje y a la forma de comunicarse?
Es cierto que el alud de palabras de origen extranjero que se han «entrometido» en nuestra comunicación cotidiana parece una amenaza para nuestro idioma, pero ¿en verdad creemos que no fue así siempre? Si nos fijamos en las palabras propias del lunfardo, por ejemplo, una lengua surgida en Buenos Aires y que toma palabras de origen extranjero para modificarlas a su antojo, quitándoles generalmente su sentido original, nos encontramos con este exacto problema. En una época sin redes sociales las palabras extranjeras se confundían con el habla cotidiana. Y ¿no les parece que en cierto modo todos los idiomas se encuentran bañados de modismos tomados de otros países? Estas son algunas de mis inquietudes frente a este tipo de ideas obtusas que se han vuelto tan populares de un tiempo a esta parte.
Sea como sea, este manual es la respuesta dada por la Agencia Efe ante la preocupante deformación que ha sufrido el español en las últimas décadas. En un empeño por eliminar del habla cotidiana los extranjerismos innecesarios cuando éstos empobrecen la comunicación. Y puede ser sumamente útil tanto para periodistas, publicistas y cualquier persona apasionada del lenguaje que desee mejorar su comunicación: expresarse con claridad tanto de una forma oral como escrita.
Puede ser, sin duda, una fantástica herramienta para todos nosotros, aunque no debemos olvidar que cualquier vaticinio en torno a la forma que adquiere la lengua puede ser pobre y una pérdida de tiempo, teniendo en cuenta que estamos hablando de una estructura orgánica que crece al tiempo que lo hacemos como sociedad; y por lo tanto, es susceptible de empeorar, de empequeñecerse, de sulfatarse.
Comentarios2
Me gusta este tipo de libros. Los veo fundamentales para los que como bien dices queremos hablar y escribir correctamente nuestra lengua. Salgo a por él ;). Un abrazo, Tes.
Espero que te sirva, Rapsódico. Un abrazo y gracias por tu lectura. 🙂
Creo que es un poco contradictorio lo que dices.
Contradictoria sí que soy pero no creo haberlo sido en este texto, aunque si me dices cuál es tu lectura, dónde ves la contradicción, quizá pueda decirte que tienes razón. 😛
Un saludo.
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