Hoy les traigo otro artículo para nuestro desván de los libros perdidos. La obra escogida esta vez es «Hijos y amantes» de D.H. Lawrence, una novela que trata acerca del paso de la infancia a la adultez y las dificultades que representan los cambios sociales y afectivos para un niño que tiene una estrechísima y dependiente relación con su madre.
Una novela sobre las consecuencias de las decisiones
«Hijos y amantes» vio la luz en el año 1913 y no tuvo una buena repercusión en el mundo de la crítica. Algunas partes de la obra fueron censuradas y el propio Lawrence fue acusado de ser un escritor obsceno. El paso del tiempo, sin embargo, consiguió darle al libro el espacio que se merece, hasta asentarse como una de las grandes obras de la literatura universal.
En esta novela conocemos la historia de Paul Morel, un joven que está explorando sus capacidades en el mundo artístico y descubriendo las tensiones laborales y sociales que comienzan a surgir durante la adolescencia. Podríamos decir que es una obra de iniciación en la que Lawrence explora sus propias emociones y las de cualquier joven que de pronto se siente un extraño frente a sí mismo.
Por otro lado, la obra pone sobre la mesa las características que rodean la vida de la clase trabajadora y, a la vez, la forma en la que las pulsiones y las emociones van condicionando el accionar de los individuos y desembocando en un particular estilo de vida. Para muchos, a través de esta tercera novela podemos acercarnos a la vida atormentada de Lawrence, a sus primeros contactos con el mundo de los libros y el arte, y también a sus experiencias sexuales y a sus miedos.
Uno de los conflictos fundamentales de la novela es el que se hilvana a través del personaje de Gertrude Morel, una mujer que vive en un matrimonio que no le hace feliz y en el que lo ha apostado todo.
Según lo expresan muchos biógrafos, conocer a este personaje nos puede permitir entender cómo veía Lawrence a su madre y la relación que mantuvo con ella. Siendo una mujer inteligente, lista y divertida, a él le costaba entender cómo había terminado en un matrimonio con su padre, con quien no la unía nada, y que además tenía un temperamento enfermizo e inestable que lentamente fue haciéndola cambiar hasta convertirse en una mujer desencantada de la vida.
Si nos detenemos en el hecho de que en la novela se ve cómo las relaciones amorosas de Paul se ven truncadas porque sus amantes no entienden esa estrecha relación que él mantiene con su madre, podríamos asumir que hay en ella una mirada muy personal y autobiográfica de las relaciones maternofiliales.
Apuntes sobre una relación maternofilial conflictiva
Si bien por momentos puede resultar un libro algo fuerte, «Hijos y amantes» narra una relación afectiva extraña entre una madre y sus hijos, y las nuevas dimensiones amorosas que despierta la maternidad.
Lo que para muchos puede ser catalogado de perversión, no muestra sino una pulsión natural que suele vivirse durante los primeros meses de vida entre una mujer y su hijo, un lazo natural que tiene por objetivo la supervivencia, la cual se basa en la dependencia innegable que tiene un mamífero recién nacido hacia su madre. En este caso, sin embargo, ese lazo se estira y se estrecha según pasan los años debido a las circunstancias familiares: un padre golpeador que provoca que la relación de dependencia se invierta (ahora es el hijo el que defiende a la madre) y que deriva en una relación que se asemeja sospechosamente al afecto de pareja.
Las dificultades para establecer relaciones sanas con otra persona lo lleva a Paul a comportarse como un niño mimado, caprichoso y muy dependiente emocionalmente, que haga lo que haga siempre termina regresando con su madre. Pero un día ella muere, y entonces queda solo. Y esa soledad, que también se aparece en muchas otras obras de Lawrence es desoladora y conmueve profundamente. Quizá sea ésta la parte más interesante de la historia, porque nos deja al descubierto el mayor miedo y el dolor más profundo que tuvo que atravesar el autor de «El amante de Lady Chatterley».
En pocas palabras. En esta obra, de forma absolutamente magistral, Lawrence dibuja un mapa sobre las dificultades que representa la madurez: ese paso de la infancia a la adolescencia. Asimismo, podría servir para establecer un paralelismo en los cambios sociales y económicos que se vivieron en el mundo al pasar de una vida afirmada en la explotación agrícola a la época industrial. Y como esta podrían realizarse muchas otras y jugosas lecturas sobre esta obra magistral.
Sin duda, «Hijos y amantes» es una de esas novelas que nadie debería dejar de leer, por eso ya era hora de incluirla en las recomendaciones de nuestro desván de los libros perdidos. ¡No dejen de leerla, por favor!
Comentarios1
Una de mis obras preferidas, gracias por esa síntesis.
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