Desde sus comienzos la filosofía intenta responder a las preguntas fundamentales de nuestra esencia y ha llegado a convertirse en una herramienta indispensable del razonamiento. Sin embargo, a la hora de plasmar nuestros sentimientos, ella es ineficiente. Esto opina Chantal Maillard. Y algo de razón tendrá esta mujer que ha dedicado su vida al cultivo de la poesía y al estudio intenso de la filosofía. En el artículo de hoy analizaré brevemente su obra «Hilos». Un poemario durísimo, donde el dolor parece invadir cada uno de sus rincones, e incluso la palabra parece imposible de alcanzar.
Metáfora de los husos y los hilos
Entre husos e hilos, Chantal hace una metáfora fantástica sobre nuestros estados de ánimo y esas cosas que nos llevan a pensar y decir.
Los hilos, pueden ser esas experiencias de vértigo y miedo que provocan en nosotros la necesidad de evadirnos del mundo y de meternos dentro de nosotros mismos; en ese lugar en el que dudamos de todo, incluso de nosotros, de nuestra realidad, de todo lo que a simple vista parece irremediable y veraz.
Si no era suficiente el desnudo alcanzado en su anterior poemario, en éste (publicado en el 2007, antes de Bélgica) Maillard se despoja de todo lo seguro y se entrega serena, turbada, intacta al lector.
De este modo, nos permite introducirnos en el hastío que le generó la pérdida de su hijo. La desolación que, como lo ha expresado en más de una entrevista, le arrebató el corazón.
Desde los primeros poemas nos encontramos con un conjunto de contradicciones, temores y frustraciones que parecen no tener solución y que llevan a la voz poética a perder la noción de qué es real y qué no.
Dos poemas que creo que expresan lo que acabo de decir con una verdadera exactitud son «Uno» y «El pánico». Copio un extracto del primero:
La turbación y la insatisfacción
Continuando en esa línea, la voz se centra en su propio universo. En una búsqueda desaforada por encontrar aquello que pueda salvarla; que le dé sentido a eso que la rodea y que ella no termina de definir qué es y por qué ha sido puesto allí.
Ese estado anímico en el que se encuentra, del que parece no poder despegarse, la lleva de hilo en hilo. De ideas volátiles a razonamientos filosóficos sumamente intensos; los cuales claramente podrían ayudarnos a comprender que se debate entre el existencialismo y el surrealismo.
Y termina convencida de que la lucidez es sumamente frágil y que no hay nada aguardando. Que lo único cierto es aquello instantáneo, que percibe, que toca o que siente.
Me ha gustado especialmente una frase que describe esta idea de una forma compacta. Dice:
La anadiplosis justa
Es inevitable no reparar, al leer «Hilos» y, en general, al acercarse a la poesía de Maillard, en el uso constante de ciertos recursos literarios. Especialmente me maravilla cómo es capaz de valerse de la anadiplosis para brindarle a sus poemas una sonoridad única.
Esos términos que parecen redundantes pero que no lo son, esas uniones que no llegan a la concatenación y que te permiten disfrutar del manipuleo inteligente y a veces sumamente necesario de las palabras. Hay un poema que me ha resultado fascinante en este sentido. Se llama «Lo irremediable I» y uno de sus fragmentos dice:
Y volviendo a la sensación de pérdida cabe mencionar el segundo poema de «El cuarto», en el que se plantea una reestructuración del pensamiento.
En esta parte la poesía nos insta a acudir a esos rincones donde creíamos haber resuelto la esencia, para replanteárnosla. Porque la vida no es sino un camino constante de preguntas que una vez resueltas, deben regresar a su punto de partida, para ser reformuladas y reinterpretadas por el individuo.
En este poema, dice Chantal:
El vacío y la soledad irremediables al ser humano
Al final, me gustaría destacar la última parte del poemario, de título «Cual». A decir verdad parece un registro completamente diferente; y lo digo no solo porque el sujeto poético es otro sino porque además la poesía adquiere otra forma.
Se trata de una expresividad menos poética, desde mi punto de vista, pero no por ello menos aguda. Por momentos me da la sensación de que el sujeto olvida la idea del poema y comienza a desvariar; llevando al lector por caminos inconexos y difusos.
De esta parte creo que es muy interesante destacar la intensidad de los primeros poemas; la cual va adormeciéndose con el correr de los poemas; hasta llegar al final, donde parece como si Cual bajara los brazos.
Esto podemos notarlo sobre todo en ese último poema en el que deja al descubierto la pérdida en su sentido más amplio: del romanticismo, de la propia historia, de los héroes. Poniendo en evidencia la soledad a la que todos los individuos de un modo u otro estamos condenados.
Para terminar quisiera citar los versos finales de este poema, por ende los que cierran este poemario.
Antes quisiera recomendarles «Hilos». Es una obra que por un lado los obligará a pensar en cuestiones esenciales de nuestra existencia. Y, por el otro, en lo poético, les permitirá comprender que una de las cosas más fabulosas que giran en torno al arte de la poesía, es que ésta no tiene límites, solo aquellos que nosotros queramos ponernos a la hora de plasmarla.
Comentarios3
Me impresiona cuando la poeta dice que trata de buscar respuestas a la esencia humana y sin embargo a la hora de plasmar los sentimientos, se siente ineficiente. Ella que se maneja tan cómoda en el sendero de la poesía y la filosofía. Ella que a partir de perder un hijo, conoce todos los dolores de la naturaleza humana.
El pensamiento a menudo me lleva a la misma pregunta. ¿Algún día encontraré respuesta? Para mi entender ¿seguiré en caminos difusos?...quién sabe.
Que hermosa prosa de esta poeta. Yo busco caminos donde transitar, escribir, leer es un descanso, un remedio, a veces me parecen respuestas, mas sin embargo no se de cual pregunta..."lo irremediable no es remediable"
Saludos
Una mujer, un "ser" que "es" que me impresiona totalmente, por su búsqueda y su transparencia.
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