Escribí no hace mucho acerca del tiempo en la narrativa. En un primer artículo, abordando el tema de forma general, los diversos aspectos del concepto temporal y sus usos en la ficción, y en una segunda parte, citando una serie de recursos útiles para manejar el tiempo y contribuir con ello a la tensión narrativa de nuestras historias. Hoy continuaré por esa línea, ahondando en la construcción de la tensión narrativa y su importancia para que una obra funcione.
La pregunta que deviene en historia
Las preguntas que nos hacemos, representan uno de los puntos fundamentales en una obra, porque sentimos la necesidad de desarrollar una historia con el objetivo de dar respuesta a esas inquietudes. Nuestras dudas respecto a la vida son seguramente el mejor aliciente para sentarnos a escribir, y cuando eso se nos olvida e intentamos crear una historia sin partir de una pregunta solemos perder el rumbo o acabamos una historia en la que a la larga no contamos nada, aunque decimos mucho (y sobre este punto hablo más adelante). Partir de una pregunta, por lo tanto, es la mejor forma de abordar un conflicto y llegar sino a resolverlo a conseguir plantearlo de forma clara. La distancia que se establece entre esa pregunta y su respuesta es el espacio en el que tendremos que crear la tensión narrativa valiéndonos de la trama.
Nuestra habilidad para retrasar las preguntas puede llevarnos a hacer un buen manejo de esa tensión. Claro que una cosa es la teoría y otra la práctica y, generalmente cuando intentamos poner en práctica aquello que hemos aprendido o averiguado resulta que no es tan fácil o que a nosotros no nos funciona; por eso, todo lo que aquí expongo deben tomarlo como un camino posible pero no como la verdad absoluta, porque eso no existe y porque la narrativa es arte y aquí la única regla que debería imperar es hacer lo que nos nace del estímulo y no seguir una estructura definida. Existen sí las fórmulas pero si deseamos escribir una buena historia ligarnos a ellas puede llevarnos a cometer un gran error.
Justificar la narración
Partimos de una pregunta que nos lleva hacia aquello que en realidad queremos contar. A medida que avanzamos vamos creando nuevos hilos que se relacionan.
Nuestra misión es que todo lo que contemos tenga un objetivo. Es sumamente común que los autores noveles se detengan a describir situaciones, objetos o paisajes que no aportan ninguna relevancia a la historia y que al final distraen la atención del lector. Evadir la tentación de este tipo de desvíos es una de las cosas a las que más debemos prestarle atención.
Justificar la narración es importante porque así le explicamos al lector por qué tuvo que leer tal o cual cosa y en qué estábamos pensando cuando lo escribimos o cuando nos apoyamos en determinado recurso. Todo debe tener una explicación, tácita o descrita en el texto, porque narrar exige ofrecerle al lector una serie de herramientas que le permitan arribar al mismo camino al que llegamos nosotros como autores, sin la necesidad de dar por sentado nada. Narrar es crear un mapa absolutamente detallado de un mundo al que deseamos que el lector se asome no sólo una sino varias veces. Nuestro trabajo consiste en saber hilar con la mayor claridad y astucia posible los estrechos lazos que se establecen entre los personajes y los acontecimientos narrados.
Es importante establecer una diferencia entre lo que es decir y lo que es contar en literatura. Nos referimos a lo que se dice en una historia para hacer referencia a la historia en sí. A los hechos que van hilvanándose y a lo que los personajes piensan y expresan. Lo que se cuenta es aquello que motiva al escritor a sentarse a escribir, la respuesta fundamental que intenta responder a una pregunta y que para hacerlo se vale de la narración.
Sin duda narrar es un arte que solamente se puede aprender escribiendo, así que tener en cuenta todas estas cosas es importante, pero más que eso debemos centrarnos en dar rienda suelta a nuestra imaginación y zambullirnos en esos mundos desde los cuales siempre deseamos experimentar la vida. Ese es seguramente el camino más adecuado para hacer de la escritura un espacio de crecimiento y aprender de la propia experiencia cuál es la mejor forma de trabajar la tensión y todos los elementos de la narrativa. ¡Mucha suerte, amigos!
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