Leer a Juan Ramón Jiménez es zambullirse cada vez en un nuevo horizonte. Aunque los paisajes sean los mismos y aunque nuestra mirada parezca no haber cambiado, al volver a su poesía siempre rescatas algo nuevo, algo que se te había escapado. Nuevas visiones, nuevos colores iluminan lo ya conocido y nos enriquecen. En una nueva entrega de «Las repeticiones» traigo hoy una breve lectura de «Historias» de Juan Ramón Jiménez. Se trata de una obra extraordinaria publicada por la Fundación José Manuel Lara, que reúne los primeros poemas del escritor granadino, algunos de ellos sólo presentes en algunas antologías. Un libro jugoso que no deberían dejar de leer.
La primera poesía de Juan Ramón Jiménez
Los 27 poemas inéditos que aparecen en «Historias» han sido encontrados en la Sala Zenobia-JRJ de la Universidad de Puerto Rico y ven la luz por primera vez de la forma en la que fueron concebidos por Juan Ramón. Estos textos fueron escritos en un corto período que va desde el año 1909 y 1912 y tienen como hilo conductor el paisaje y la luz, siempre la luz. Fueron un pequeño tesoro para el poeta que, durante su exilio, los usó como memorandos, para no olvidar dónde había surgido su chispa, para seguir haciendo poesía desde la sencillez del patio andaluz en el que pasó su infancia.
La edición, a cargo de Rocío Fernández Berrocal, viene con una jugosa bibliografía y un prologo extenso que nos sirven para entender no sólo el contenido del libro y su valor inalterable en la obra de JRJ, sino también para acercarnos al motor fundamental de toda su trayectoria: la búsqueda de la luz. Sin duda, la metamorfosis que el poeta de Moguer demostró a lo largo de su vida es impresionante. Y para leer estos poemas es necesario posicionarse en la etapa primitiva de su obra, en esa primera pulsión, esa primera búsqueda; cuando Platero cobraba forma y el pueblo de la infancia se volvía más palpable y extrapolable a su poesía.
Ya habría tiempo para dar rienda suelta al metafísico que llevaba dentro, al viajero inadaptado, al poeta rebelde. Al leer «Historias» nos encontramos con una visión tierna y casi adolescente de la experiencia, y por lo tanto con una estética más adaptada a los tiempos que corrían. Pese a ello, incluso en algunos poemas se pueden ver chispas de la que yo considero es su alta poesía, la que vendría con «El nombre exacto de las cosas» (igual no existe un libro de poesía más abarcativo y revolucionario que este).
JRJ, el poeta de la luz
Si bien la mayoría de los poetas andaluces tienen a ser considerados con la etiqueta de poetas lunares, incluido entre ellos Juan Ramón, para mí siempre ha sido un poeta lúcido y lleno de claridad. Siento por él un apego especial puesto que fue el primero al que leí, de quien aprendí versos de memoria, a quien intenté imitar. Su voz se encuentra llena de interesantes símbolos y es un faro hacia el que mirar cuando me siento perdida o falta de palabras.
La luz es en la poesía de JRJ, Moguer. Un pequeño pueblo impregnado ya para siempre (desde Juan Ramón) con la magia de las palabras bien usadas. Un nombre que se dice rápido pero que rebota en nuestras paredes con calma. Es difícil imaginarse cómo habría sido su obra sin Moguer. En «Historias» nos encontramos con la primera brasa, esa que encendió la voz de Juan Ramón, que no se detendría jamás. Las primeras preguntas, los primeros golpes.
Dividido en cuatro partes, este libro contiene poemas potentísimos, entre los que cabe mencionar algunos de los más populares de esta primera etapa del poeta; tales como «La carbonillera quemada», «El niño ciego», «La niña moribunda» y «Dulces luces azules de túneles y puertos». Poemas que se encuentran escritos desde la ternura, el dolor ajeno y el propio y sobre todo, con una mirada preguntona sobre las cosas que ocurren y sobre las palabras mismas.
Asimismo, es una buena muestra para descubrir al poeta subversivo y vanguardista que fue Juan Ramón. En poemas como el que encabeza este texto podemos ver esa mirada profunda y mística que embarga toda su poesía y la vuelve intrincada y simbólica.
«Historias» es un maravilloso poemario que puede servir para acercarse a la primera etapa del escritor mogueriano, pero también puede significar una maravillosa oportunidad para volver a sus primeras palabras, y recordar el abundante trabajo que nos ha dejado, su incansable labor que nos ha obsequiado un legado exquisito.
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