Horacio, el gran poeta de la literatura romana

Horacio

 
 
Hoy es el aniversario de uno de los poetas más significativos de la literatura occidental, Quinto Horacio Flaco, más conocido simplemente como Horacio, quien falleció el 27 de noviembre del año 8 a.C. Se lo considera uno de los poetas más destacados de la literatura latina y una figura clave durante la época de Augusto, y en este artículo veremos por qué. Sin lugar a dudas es uno de los nombres que no deberíamos ignorar si queremos conocer en profundidad el trasfondo de nuestra literatura.

 
 

¿Quién fue Quinto Horacio Flaco?

Quinto Horacio Flaco nació en Venusia, una región en el sur de Italia, el 8 de diciembre del 65 a.C. y falleció el 27 de noviembre del 8 a.C. Su vida transcurrió durante uno de los períodos más fascinantes de la historia romana, marcado por la transición de la República al Imperio, lo que le dio muchísimo material para su literatura. En su obra podemos apreciar su agudo ingenio y su profundo conocimiento de la filosofía y la cultura de su tiempo.

Aunque su familia era de origen modesto (su padre era liberto), Horacio recibió una educación privilegiada gracias al esfuerzo de su progenitor. Estudió en Roma y luego en Atenas, donde se familiarizó con la filosofía epicúrea, que influiría en su visión de la vida y su obra. Esta corriente filosófica, fundada por Epicuro, propone que el objetivo de la vida es alcanzar la felicidad mediante la búsqueda del placer moderado, la ausencia de dolor y la serenidad del espíritu (ataraxia). Horacio adoptó y adaptó estos principios en su poesía, transformándolos en una guía práctica para la vida cotidiana. De hecho, después de las desilusiones de la guerra y la pérdida de su herencia, Horacio adoptó una actitud más reflexiva y práctica hacia la vida, probablemente influida por su contacto con la filosofía en Atenas. El epicureísmo no sólo le proporcionó un marco ético, sino también una perspectiva de resiliencia ante los altibajos de su existencia.

Horacio tuvo su participación en la guerra civil. Durante el conflicto entre los seguidores de Julio César y los de Bruto, Horacio se unió al ejército republicano de Bruto como tribuno militar. Sin embargo, tras la derrota en la batalla de Filipos (42 a.C.), regresó a Roma desilusionado. Su regreso fue tremendamente conflictivo, porque debido a sus últimas acciones perdió sus propiedades familiares y experimentó problemas económicos serios; no obstante, logró reencauzar su vida trabajando como escriba. Su talento como poeta llamó la atención de Virgilio, quien lo presentó al influyente patrono Cayo Mecenas, protector de las artes. Mecenas no solo lo integró en su círculo de intelectuales, sino que también le regaló una villa en la región de Sabina, un gesto que garantizó la estabilidad económica de Horacio.

Horacio falleció el 27 de noviembre del año 8 a.C., pocos meses después de su amigo y mecenas Mecenas. Legó su obra y sus bienes al emperador Augusto. Durante la Edad Media y el resurgimiento de la pasión por la cultura clásica, su poesía, adquirió una gran notoriedad influyendo desde entonces en la literatura occidental de una forma contundente.

Horacio

El poeta Horacio es uno de los máximos representantes de la literatura romana

La obra de Horacio

Horacio se destacó en varios géneros poéticos en los que exploró sobre todo la crítica social y reflexiones en torno a la vida en equilibrio. Sus obras iniciales, enmarcadas en los géneros de Epodos y Sátiras presentan una exploración de la crítica social realizada con ironía y mordacidad. Posteriormente publicó varias Odas, las que se consideran la cima de su creación poética; en ellas Horacio celebra el amor y la amistad y ofrece preciosos cantos en torno a la belleza de la naturaleza. Sus cartas, donde desarrolla ideas filosóficas, entre ellas el célebre ars poetica (Arte poética) sobre los principios de la escritura, son otras de sus creaciones que han conquistado a lectores de todas las épocas.

Aunque en sus primeras obras demostró una oposición contundente contra el poder, poco a poco fue integrándose en el entorno cultural del emperador Augusto, con quien desarrolló una estrecha relación; esto le permitió convertirse en parte indiscutible de la identidad nacional romana, siendo uno de los poetas más destacados de aquel momento. Escribió himnos y versos que exaltaban los valores romanos, como el Carmen Saeculare, compuesto para los Juegos Seculares de 17 a.C.

Como ya hemos comentado en este artículo, Horacio fue un ferviente seguidor de Epicuro y sus ideas. La filosofía epicúrea se centraba en la búsqueda de la felicidad, entendida como la ausencia de dolor y la tranquilidad del espíritu. Según estas ideas, el objetivo de todo ser humano debería ser el placer, pero no en un sentido hedonista descontrolado, sino como el disfrute de placeres simples y duraderos, entre los que el conocimiento y el trabajo son actividades que pueden ayudar a evitar el sufrimiento si se disfrutan. De este modo, Epicuro rechazaba el miedo a los dioses y a la muerte, argumentando que ambos son irracionales: los dioses, si existen, no se ocupan de los asuntos humanos, y la muerte no debe preocuparnos, ya que cuando llega, dejamos de existir. Otra idea y sobre la que Horacio ha escrito mucho es la amistad, como uno de los pilares de una vida feliz.

Su obra es un indiscutible legado filosófico y moral. Horacio adoptó una perspectiva epicúrea, buscando el equilibrio y el disfrute mesurado de los placeres de la vida y dejando constancia de esta forma de vida a lo largo de toda su obra. A él le debemos frases que en nuestro tiempo son absolutamente populares y simbolizan verdaderas perspectivas de vida, tales como «Carpe diem» («aprovecha el día») y «Aurea mediocritas» («la dorada medianía»), utilizadas como máximas universales a partir de la Edad Media.

Horacio

El poeta Horacio era seguidor de Epicuro



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