Bicicleta. Así se titula el primer poema de «Humedal» de Daiana Henderson (Ediciones Liliputienses), y me parece una forma maravillosa de dar impulso a este libro que no es otra cosa que un viaje a la infancia en retrospectiva. En él la autora nos plantea la metamorfosis que sufre nuestro mundo interior al chocar con el afuera. Con esta publicación, la Editorial Liliputiense nos permite adentrarnos en la poesía sensible y pictórica de la argentina Daiana Henderson, una lectura que no los dejará indiferentes.
La infancia, esa isla lejana
«Humedal» se compone de los tres libros que ha publicado hasta el momento Daiana Henderson: «El gran dorado» (instantáneas que vienen de la adolescencia y tienen el tinte cálido de esos despreocupados años), «A través del liso» (una mirada a lo que ocurre cuando viajes y vida se ponen de acuerdo para transformar nuestras relaciones) y «Un foquito en medio del campo» (el intento de regresar a la infancia, de recuperar la ilusión, esa luz que parece desfigurarse con el correr de los años).
Entre todos ellos hay tres cosas en común: 1) la intención de hacer de la infancia un universo en el que gestar poesía. 2) la búsqueda de un lenguaje sencillo que pueda ofrecer cotidianidad a la vez que estímulo a los lectores. 3) la construcción de una poesía cercana a la cinematografía, donde imágenes, colores y sonidos tienen más protagonismo que las palabras.
En esos tres puntos creo que podría resumirse un poco la intencionalidad del libro y, también a partir de ellos, comprender la necesidad de que Henderson sea una voz que traspase orillas.
El viaje definitivo
Hay en la poesía de Daiana Henderson una búsqueda profunda de la palabra; una reducción del lenguaje para que la poesía viva en las calles, pedalee, vuele, nade. Pero lo que a simple vista resulta fácil representa un mecanismo complejo de asociaciones que deben apuntar a la emoción sin salirse de la rutina y el diálogo cotidiano. En «Humedal», Henderson nos propone un viaje al pasado, a escenas que viven sólo en ella. Pero lo hace construyendo un escenario colectivo, en el que todos podemos sentirnos contenidos. Y en este punto reside uno de los grandes logros de la autora.
Escribir desde el yo, algo tan criticado en el mundo de la poesía, resulta un verdadero desafío; porque lo difícil no es qué contar y qué no, sino cómo conseguir que una experiencia propia pueda ser compartida-entendida-sentida por otros como propia. Y creo que Daiana lo consigue, construyendo un escenario amplio en el que todos podemos encontrarnos.
Y lo digo, porque a través de la lectura he andado en bicicleta por calles de provincia y montes, he nadado en mis ríos y en el Paraná (aunque no sea el de mi infancia), he visitado Rosario y he viajado a otros puntos que representan rincones de ensueño para mí. Daiana intenta llevarnos a nuestra propia infancia usando como eje su niñez y adolescencia, y lo hace con absoluto acierto.
Personajes que cuentan
Se suele creer que la poesía es un espacio donde plasmar imágenes pero poco se habla sobre el gran potencial que nos ofrece para construir narraciones. Esa poesía, que hace las veces de escenario sensible a través del cual vertebrar historias, personajes, anécdotas, quiero decir. Y, a decir verdad, ésta es la poesía que más me interesa (la de Oz, la de Zurita, la de Sexton). Los poemas como sistemas que se desplazas y que permiten la aventura. Esto es lo que van a encontrar en esta lectura.
En «Humedal» hay historias. Es un libro en el que descubriremos amigos, objetos, lugares que van mutando con el paso del tiempo y la perspectiva. Sistemas en movimiento que nos hablan de una poesía viva que se construye como lo haría una película: partiendo de imágenes fijas que de pronto se mueven y se transforman y ofrecen-obligan una nueva forma de observar las mismas cosas.
La nueva poesía argentina
El ritmo. Eso es algo en lo que he notado algunos inconvenientes en la lectura. Por momentos el libro se cae porque el excesivo cuidado en hacer de esta poesía una narración, un decir coloquial y cercano, deviene en la dificultad de dar forma y evitar los instantes muertos. Esto lleva a que por momentos los poemas no alcancen el clímax y concluyan antes de completarse. No obstante, creo que es un mínimo detalle (sólo presente en un par de poemas) y que no modifica la magnitud de la obra.
Hay que leer este libro para descubrir la interesante forma en la que Henderson se acerca a la poesía, defendiéndola desde el yo y contruyendo nuevas miradas-caminos sobre una misma cosa. Creo, además, que este rasgo es característico de la poesía de las generaciones jóvenes argentinas; por lo que «Humedal» puede ser una buena lectura para acercarse a una poética que pone en duda la estructura que se cierne en torno a la poesía y a su estética, y que nos ofrece una nueva forma de comunicar y sentir.
¡Lean «Humedal» y descubran la voz sensible y por momentos huidiza de una poeta que se atreve con el lenguaje!
HUMEDAL
Daiana Henderson
Ediciones Liliputienses
978-84-9429-350-4
114 páginas
10,00 €
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.