5 poemarios para leer y regalar estas fiestas.
En estos tiempos en los que la mayoría decidimos ofrecer nuestro cariño en forma de regalo a las personas que apreciamos, es una excelente oportunidad para regalar libros. La literatura es una de las compañeras más geniales para este viaje difícil que es la vida, nos puede ayudar a encontrar respuestas a nuestras principales inquietudes y también nos puede servir para sentirnos menos solos. En esta primera parte de una lista en la que te propongo 10 libros, de poesía y narrativa encontrarás las recomendaciones poéticas.
Poesía para todos los gustos
La poesía es uno de los géneros que mejor ha sabido acompañar los procesos evolutivos de nuestra especie, puesto que permite contar la vida desde esos lugares insospechados que ofrece la subjetividad. Traigo por aquí una serie de libros que cumplen con ese cometido de pensar el mundo y la vida, y volvernos más luminoso este tránsito complejo que es la existencia. Casas, limpieza y bosque son las tres ideas que concatenan esta mirada.
1. «Las casas se caen en verano», de Florencia del Campo (Graviola Ediciones)
Este poemario de Florencia del Campo es conmovedor en su estructura y en su observación dela fragilidad humana. Todo lo que se desmorona tuvo una solvencia que vuelve absurdo el nuevo estadio en que se encuentra ahora. La poeta consigue a través de una serie de imágenes hondas e inyectadas de sensibilidad plantear una visión de la estructura de las casas y la vulnerabilidad que nos acompaña a lo largo de toda la vida.
La grieta del tiempo va socavando esa casas construida desde el amor. Desde ese lugar se van desarrollando estos poemas que se encuentran amasados en la melancolía que producen las pérdidas, y todas las rupturas son duelos difíciles de atravesar. El gran detalle de este libro es que a medida que avanzamos por ese lenguaje quebradizo (a veces lanzado desde la desesperación, a veces desde la más honda tristeza) nos topamos con una serie de fotografías minimalistas que revisitan las palabras desde la imagen, consiguiendo un efecto brutal sobre nuestra sensibilidad.
Florencia del Campo nos ofrece aquí mucho más que un poemario, más bien una serie de poesía performativa donde la fotografía se une al lenguaje textual para llevar el sentido poético a un nuevo nivel. La humedad, el desconchado de las paredes y el inminente derrumbe son las tres circunstancias que acercan la poesía a la verdad material de toda experiencia vital. Sin lugar a dudas un libro que exprime el valor de las certezas a partir del símbolo más poderoso de todos: las casas.
2. «Jardín botánico», de Federico Gallego Ripoll (Cuadernos de la Errantía)
Acercarse al bosque. Esto es lo que hace Federico Gallego Ripoll en su libro Jardín botánico. Desde el primer verso este libro nos invita a dibujar un mapa de conexiones con lo que nos rodea: el bosque pero también un nivel más hondo: los pájaros, las flores, el agua… Un poemario que teje una serie de imágenes que se potencian con la fuerza de la naturaleza pero que aspiran a volverse livianas y acercarnos a lo efímero como si fuera todo lo que nos nombra.
Aprender a mirar el mundo de los otros, despertarse con el deseo de no pensar, entender que el futuro empieza siempre al borde del instante. Estas son algunas de las ideas que nos atraviesan mientras leemos este libro, donde la voz poética se muestra fascinada por la forma en la que el jardín se enfrenta al devenir del tiempo imponiendo su ciclo constante y eterno de supervivencia.
Entre los grandes aciertos de este poemario habría que señalar el estrecho vínculo entre la vida del bosque y el lenguaje. Gallego Ripoll escoge un lenguaje cercano que tiene su amarre en lo sencillo, en lo cotidiano, en los minuciosos detalles que componen la experiencia. Un poemario que, de fondo, parece tener la intención de criticar nuestra despreocupación respecto al futuro de lo verde y, también, la triste certeza de que esa incapacidad para observar el jardín nos aleja también de nosotros mismos.
3. «Coordenadas imprecisas», de Angelina Delgado Librero (UJA Ediciones)
Coordenadas imprecisas de Angelina Delgado Librero va en otra dirección, pero comparte con el resto de estas recomendaciones la idea de que todas las posibilidades del lenguaje tienen su vínculo con la tierra, con las experiencias cotidianas, con las voces entrañables del mundo que nos rodea: tan asombroso y tan extraño. A través de una serie de poemas que se alimentan de imágenes autobiográficas, la poeta reconstruye una visión de la vida y trata de poner en palabras la desesperación que imprime en nosotros el desconcierto de la vida y, por otro lado, lo fascinante que resulta este estar en el mundo desconociendo lo que nos aguarda.
La poeta se apoya en un lenguaje casi narrativo que va dibujando mapas cotidianos, en ocasiones tremendamente confusos: la voz poética se encuentra dividida entre el deseo de conocer el sitio en el que está parada y el de dejarse sorprender por el azar. En este punto el amor de su amada juega un papel fundamental: ilumina, genera pánico y también incentiva a la búsqueda de ese mundo desconocido pero sumamente atractivo.
Entre los rasgos más destacados de este libro habría que señalar las magníficas imágenes que crea Angelina Delgado jugando con el lenguaje cartográfico y las distancias físicas y emocionales que permiten las palabras. Sin duda es este un poemario que desde la intensidad de los vínculos y las posibilidades de los lazos amorosos nos permite hacernos numerosas preguntas en torno a nuestra relación con lo desconocido: ¿es para tenerle miedo o para sentirse dichosas de que la vida tiene algo oculto reservado para nosotras?
4. «Secuoya», de Julio Espinosa Guerra (Pre-textos)
Una primera piedra. El nuevo poemario de Julio Espinosa Guerra tiene como eje la construcción de la casa, que es la revisión del cuerpo y su amarre a la vida. A través de una serie de poemas que recorren la experiencia vital desde una voz poética contundente, el poeta atraviesa las inquietudes más significativas relacionadas con este tema: ¿son los cimientos de la casa material lo que constituye el hogar o en verdad ese vínculo con la vida está dado por los lazos subterfugios con quienes se construye esa casa? Éste podría ser el hilo principal. A partir de ahí se van superponiendo una serie de ideas vinculadas a la desesperación, a la soledad y también a la fuerza de los afectos.
Entre los elementos más destacados de este poemario habría que señalar la bella asociación que el poeta sugiere entre el cuidado de un árbol y la dedicación al amor, a la construcción de un mundo que supere los límites de lo individual. Es una sugerencia que se va desplazando a lo largo de todo el libro y que se plantea desde diversas imágenes donde la naturaleza y la intimidad humana se encuentran para plasmar imágenes poéticas que van de lo melancólico a lo tierno.
Un poemario que nos recuerda que lo que nos caracteriza no está vinculado a nuestro entorno material sino a las posibilidades que enciende el encuentro humano. Un poemario que nos deja pensando también sobre la fuerza de todo lo que crece y lo mucho que tenemos que aprender de los caminos que eligen los árboles para crear un amarre definitivo con el suelo en el que les ha tocado echar raíces.
5. «Wet Floor», de Beatriz de Aragón (Libros de la Herida)
Hay una poesía que está pisando fuerte en la última década que se empeña en visibilizar la vida y los colores de las mujeres trabajadoras. El nuevo poemario de Beatriz de Aragón, Wet floor, pertenece a esta categoría. En cierta medida me ha recordado muchísimo al fabuloso poemario de Blanca Morel, Polvo. Ambos textos comparten la fragilidad de las relaciones humanas pero, sobre todo, el mundo interior de voces poéticas que hasta hace nada se hallaban fuera del espectro de la poesía.
Wet floor desde el principio nos lleva a pensar en todo el imaginario visual vinculado al trabajo de limpieza. Una advertencia que nos invita a prestar atención para no caer. Desde su primer apartado, «Camarera de piso», hasta el último, «Programa de centrifugado», la poeta nos invita a asomarnos a un mundo de trabajo y de invisibilidad que está pegadísimo al nuestro. Finalmente la literatura se ocupa de esas otras mujeres. La poética de Beatriz de Aragón es, en ese sentido, una verdadera revolución.
Una mirada honda a las blancas sábanas antes y después de ser usadas, al olor a lejía y desinfectante, a la necesidad de recomponer y ordenar el mundo nos permitirá adentrarnos un poco más en la fragilidad de los vínculos y el papel que cumplen en las dinámicas sociales las oportunidades ciertas tendencias turísticas que han arrasado con el descanso de las trabajadoras y han dinamitado toda posibilidad de recogimiento. Una crítica al mundo voraz y gentrificado en que vivimos pero también una observación de los pequeños y humanos gestos que nos mantienen a flote.
¡No te pierdas la siguiente entrega con recomendaciones de narrativa!
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