I- Introducción al Romanticismo

El Romanticismo es uno de los movimientos literarios y artísticos más interesantes de todos los tiempos. Un momento de ruptura de las viejas tradiciones y de experimentación asombrosa. He preparado una miniserie de artículos en los que te invito a explorar este momento fundamental de la literatura, el contexto en el que se desarrolló, los cambios que introdujo en la creación y algunos de sus autores más destacados. En esta primera entrega encontrarás una introducción sobre el movimiento, que te servirá para entender por qué este movimiento marcó un antes y un después en la historia de la literatura.

¿A qué llamamos Romanticismo?

Se llama Romanticismo a una corriente estética que determinó un cambio significativo en varios géneros, siendo la poesía uno de los que más se vio transformado por ella. Surgió a finales del siglo XVIII y alcanzó su apogeo en la primera mitad del siglo XIX, representando un cambio radical respecto a la racionalidad y el orden, estos dos valores defendidos de forma acérrima por el movimiento preponderante de aquel momento, el Neoclasicismo.

Este movimiento no fue estrictamente literario, afectó otros planos de la sociedad vinculados a la cultura y el desarrollo de las diversas disciplinas artísticas. Uno de los motores para el surgimiento de un nuevo movimiento artístico es una desazón frente a la realidad o las técnicas desarrolladas al momento de plantear este cambio, es decir, como una reacción contra valores o estéticas que en ese momento tiene total difusión y se encuentran entronizadas.

Suelen surgir como una rebeldía por parte de pequeños grupos hasta que adquieren tanta importancia que consiguen volverse un movimiento. En el caso del Romanticismo, fue una reacción contra los valores de la Ilustración, que defendía la lógica, el orden y la razón como valores supremos. El Romanticismo se apoya en la subjetividad como canal de expresión, defendiendo la emoción y la imaginación por sobre la razón.

Principales características del Romanticismo

El Romanticismo surgió en el siglo XVIII pero fue una corriente estética que llegó para quedarse. Al día de hoy existen muchos autores que continúan defendiendo los valores y hasta la estética literaria de aquel movimiento. Y es que, las cualidades de este movimiento continúan siendo importantes para quienes anhelan y buscan una literatura que conecte con las emociones y que ponga por encima de todo la imaginación.

El principal objetivo del Romanticismo era poner por delante de todo los sentimientos. En un tiempo donde la razón era el gran valor social volver a las emociones y a las experiencias sencillas de la vida, al contacto con la naturaleza y con las palabras, se convertía en una hazaña jugosa. Los románticos valoraban y perseguían (con la vida y las palabras) las emociones intensas y sinceras por encima de la razón. Creían que los sentimientos y la intuición eran las guías más auténticas para la experiencia humana. ¿Se equivocaban?

Otra característica del Romanticismo es la gran importancia que le daba al contacto con lo sublime. La naturaleza, que estaba firmemente ligada a esa experiencia asombrosa, era vista como una fuerza poderosa, a menudo misteriosa, que podía inspirar tanto admiración como temor. La combinación de opuestos destaca la literatura romántica. La belleza y el terror en una misma experiencia se convirtieron en el eje central de numerosas historias y poemas. El punto de partida era esa particularidad dicotómica de la propia vida salvaje.

Por otro lado, el Romanticismo obligaba a volver a lo individual. Celebraba, de hecho, la individualidad y la subjetividad, experiencias relacionadas con lo auténtica y que servían para alcanzar el más preciado de todos los bienes: la libertad. En ese sentido, el rechazo a la razón como punto de partida para enfrentar los conflictos de la vida colaboraba con esa valoración de lo emocional y lo subjetivo. Todo esto se relacionaba con una idea muy diferente a la que había antes del Romanticismo sobre la vida, porque esta valoración de lo subjetivo abría muchos campos de interpretación posible y proponía una visión sumamente compleja y contradictoria de la existencia.

Planteamos los valores fundamentales de esta corriente estética y su definición. En el próximo capítulo analizaremos el contexto histórico y cultural que sirvió de abono para que este movimiento surgiera y cuajara en la sociedad europea del siglo XVIII.