«Ich. Furia de cemento» nos permite disfrutar de una historia donde la pasión y la búsqueda interior, en combinación con la idea de justicia, son las principales protagonistas.
Todas las historias del mundo en nuestra historia. Así ha visto desde tiempos antiquísimos la literatura la vida del mundo. En todos los personajes, las vidas que no hemos podido conquistar; en todas las emociones, nuestra propia forma de palpitar la existencia. También caben todos esos sueños y esas emociones en «Ich. Furia de Cemento», de Ariel Olivetti y Luciano Saracino —Utopía Ediciones—, un cómic que entrelaza el discurso del género de los superhéroes con la reflexión política y social, y que nos ofrece una nueva forma de mirar el mundo, es decir, todas las historias del mundo.
Las historias y sus colores
Escribí hace un tiempo sobre «Ich. Naturaleza salvaje», de Ariel Olivetti y Luciano Saracino —Yermo Ediciones—, la primera entrega de esta saga. En mi reseña de hoy vuelvo a ellos, a esa forma peculiar que tienen de mirar el mundo y de alumbrarlo.
No es ésta una nueva historia sobre máscaras. No tiene mucho que ver con la anterior; si bien el hilo conductor de la trama podría ser el mismo –la transformación de un personaje ordinario en superhéroe al ser poseído por una criatura sobrenatural–, la forma en la que sucede y la situación límite que provoca dicha transformación son muy diferentes en ambas historias.
Mientras «Ich I» nos presenta una historia oscura y que tiene lugar también en una época absolutamente oscura para la historia de Latinoamérica, en «Ich II» nos encontramos con una historia con un tono menos denso y ambientada en un futuro con características distópicas. Podríamos decir que, si en la primera había un cierto color lúgubre, esta segunda parte cuenta con los colores de la adolescencia, donde el humor, el delirio y las interrupciones del discurso determinan la forma y el camino de la trama.
Por otro lado, el personaje principal de «Ich II» no tiene nada que ver con aquel chico idealista que intenta salvar a su pueblo de la invasión extranjera. En este caso es un joven amante del parkour que dedica su tiempo libre a surcar el cielo con su cuerpo en compañía de un grupo de amigos, y a esperar el nacimiento de su hija. Pero la vida tiene preparado un final distinto para él del que es capaz de imaginar. Así, su universo se transformará cuando descubra su verdadera naturaleza.
El poder de las máscaras (con su fuerza sobrenatural para transformar la historia de la humanidad) es el elemento invariable entre ambas historias; lo que las dota de esa magia que tienen las buenas narraciones, esas historias del mundo que nos contienen.
Las máscaras que conectan el tiempo
¿Y si despiertas un día y descubres que eres un dios? Esta es la pregunta que desencadena la historia del personaje de este cómic. Un hombre corriente que de pronto descubre que tiene en sus manos la fuerza y la capacidad para hacer lo que quiera. Esa lucha inevitable entre la ambición, el deseo y la noción de justicia se halla muy bien expresada. A medida que leemos podemos percibir las inquietudes que experimenta el personaje, sus miedos y también sus debilidades.
En «Ich. Furia de Cemento», decía, nos encontramos con un tono menos dramático, pero no quiero decir menos intenso, sino que, en todo caso, en donde la tensión se construye por otros caminos. Si en la historia anterior el dolor y la culpa eran los motores que llevaban al personaje a actuar para cambiar la realidad, en ésta el motor será la necesidad de entender el pasado y de descubrir la verdad detrás de un desconcertante conjunto de emociones que experimenta el personaje y cuya naturaleza ignora.
De forma paralela, encontramos al Dr. Wolf y a una ayudante bastante peculiar. Dos criaturas obsesionadas con las máscaras precolombinas que moverán la trama hacia delante. ¿Qué tienen en común estos extraños personajes? Eso es lo que averiguaremos a lo largo de la lectura y conoceremos nuevas máscaras, nuevos lazos con el ultramundo.
Otro elemento que me ha encantado es la presencia de personajes secundarios que no tienen mucho que ver con la historia pero que sirven para conectarla; como es el caso de una pareja de ancianos que pasean por la calle, presencian esa vida que se mueve más allá de sus cabezas y que no son capaces de discernir, y continúan con su vida como si nada; sin duda, una forma impecable de demostrar la cantidad de posibilidades, de historias del mundo, que nos contienen y que ignoramos.
Un cómic cuidado al detalle
«Ich. Furia de Cemento» es un cómic fabuloso, con una historia entretenida que se acompaña de un guion que apuesta por lo minimalista y se apoya en las imágenes para contarnos una historia de superhéroes auténtica, divertida y también con cuotas de humor, de sátira y también de reflexión en torno a lo que somos, a lo que las historias no vividas tienen de nosotros y a lo que podríamos ser si nos atreviéramos a confiar en una vida sin estructuras.
Una vez más se destaca el trabajo minucioso de los creadores que han sabido pintar con claridad la historia. Luciano Saracino, a través de un texto fluido, que tiende más a lo coloquial y que se apoya en la jerga callejera y los gestos juveniles, consigue ponernos en situación y creernos cada detalle de la trama. Ariel Olivetti nos transporta haciendo un uso increíble de una gráfica más urbana y de tonalidades suaves (color pastel), transmitiendo con precisión la lucha interna del personaje y la amplitud de los espacios.
El trabajo en equipo que hacen estos dos grandes artistas se percibe en la consecución de una obra donde la trama lingüística y gráfica no se pelean por tener el protagonismo sino que conviven en armonía, y cada una aporta a la obra lo que tiene para enriquecerla. ¡Un libro exquisito que nadie debería perderse!
ICH. FURIA DE CEMENTO
Guion: Luciano Saracino
Ilustraciones: Ariel Olivetti
Utopía Ediciones
978-987-40-6807-1
$360,00.
[Aunque no se halla disponible en España, se puede comprar por Internet a través de la editorial argenta Utopía.]
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.