La comunicación es una de las herramientas con la que contamos para expresarnos y compartir nuestra vida, no sólo con el resto de las personas sino del planeta; para entablar lazos con nuestro entorno, conocernos más a nosotros mismos y aportar nuestro granito de arena para la armonía del mundo.
Hace unos días leí una entrevista que publicaron en la Revista Ñ sobre el compositor argentino Dino Saluzzi y, como estoy fervientemente convencida de que la literatura y la música se encuentran emparentadas, he pensado utilizar la base de este discurso para escribir esta nota sobre la importancia de la buena comunicación.
La música y la comunicación
Dino Saluzzi es un distinguidísimo bandoneonista argentino a quien muchos consideran uno de los músicos de jazz más importantes del mundo. Es hijo de Cayetano Saluzzi, de quien heredó no sólo su pasión por la música sino el gusto por el instrumento. Dino expresa que la música consiste en un instrumento fundamental para la comunicación. Dice que no está solamente para ir a las peñas y comer empanadas con vino, o para vestirse mal y tocar una guitarra desafinada, sino para mostrar nuestro interior, acercarnos a los otros y compartir la vida. Agrega:
En esa misma nota, Dino expresó que fue el bandoneón quien lo escogió a él y no al revés y que fue lo mejor que le ocurrió en la vida pues le permitió contarse a sí mismo y compartir con el mundo su universo, y su historia.
Sociedad y comunicación
El objetivo de todo ser humano debe ser encontrar el medio en el cual pueda aprovechar al máximo sus capacidades y acercarse a los otros de la mejor forma que sabe hacerlo. Y la comunicación es una de las claves para conseguir desarrollarnos como personas.
Con comunicación no sólo debemos tener presente la capacidad de oratoria, sino también todas las formas que existen y a través de las cuales las personas nos relacionamos. Como lo dijo Saluzzi, la música es una de ellas porque cualquier arte lo es; es más, cualquier camino que encontremos para compartir nuestra esencia con los otros y con el medio que nos rodea puede definirse como comunicación.
Y para que una comunicación sea eficiente es necesario que cuente con ciertas características. La primera: que partiendo de un individuo motive a otros a expresarse o compartir sus vivencias. La segunda: que quien comparte sus ideas y sentimientos, también sea capaz de estar atento a lo que otros desean expresarle; en una actitud receptiva.
Es imprescindible que el mensaje se encuentre bien estructurado, que sea claro y en lo posible conciso (sobre todo si se trata de un mensaje oral) porque de este modo, evitando las ambigüedades, se podrá tener un acercamiento claro con el interlocutor.
Además es importante que el locutor esté informado, que hable con una base de conocimientos que lo respalden, de modo que pueda crear un mensaje que no sea torpe ni evasivo.
Por otro lado, uno de los aspectos que es necesario analizar correctamente es el tiempo, es decir, descubrir el momento adecuado para acercarse al otro. Y tener en cuenta que el mensaje y el vocabulario escogidos se adecuen al contexto y al grupo social al que pertenece el interlocutor.
Otras cuestiones a tener presentes y sobre las que hay que trabajar exhaustivamente son el tono y el volumen escogidos, la pronunciación y el uso de los silencios. Cabe mencionar que si puede evitarse el uso de muletillas o sonidos prolongados es necesario que se haga, pues éstos consisten en detalles que ensucian la comunicación y pueden afectar la cercanía con el otro.
Por último, es indispensable recordar la importancia de la expresión facial, la postura del cuerpo y la proximidad con quien está atento a nuestro discurso.
Actitudes que entorpecen la comunicación
Cuando dos personas están «dialogando» pero no son capaces de escucharse, lo que mantienen es una comunicación ineficiente o mala, donde el esquema de la comunicación se encuentra roto, es decir que no funciona como se espera.
Esto ocurre, por ejemplo, cuando una de las partes es gobernada por el miedo o la inseguridad, para evitar la exposición se obliga a sí misma a hablar demasiado, o hacerlo muy poco y a presentar una actitud en el acto comunicativo que bloquea el flujo de energía y buena comunicación. Algunas actitudes que perjudican la comunicación son la culpa, la humillación, la negación, el ponerse a la defensiva o la necedad.
Sin embargo con no tener una de estas actitudes no basta para asegurarse una comunicación fluida y eficiente, es necesario también preparar un mensaje que reúna ciertas condiciones.
Si se analizan detenidamente estos aspectos y se intenta establecer un diálogo manteniendo una cierta coherencia entre lo que se dice y el cómo se dice es probable que consigamos una comunicación fluida y eficiente. La cual, como dice Dino, nos permitirá acercarnos a los otros y mostrarnos como somos frente al mundo, sin ambigüedades, tan sólo intentando compartir nuestra esencia, es decir la música que todos llevamos dentro, con el entorno.
Comentarios2
Muy buen artículo , me gustó.
un abrazo
¡Muchas gracias, Pepita!
Un bezaso para vos.
Muy buen artículo realmente, es muy importante en cualquier faceta del arte un buen emisor y un buen receptor, gracias por compartirlo.
¡Mil gracias, Vic!
Abrazotes.
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