«La importancia de llamarse Ernesto» de Oscar Wilde

Hoy les traigo una nueva recomendación para nuestro desván de los libros perdidos. En esta oportunidad se trata de un clásico de clásicos sobre el que ya ha escrito mi compañera Verónica Gudiña. Se titula «La importancia de llamarse Ernesto» y es de Oscar Wilde. Desde mi punto de vista es una de las grandes obras del siglo XIX y también la más representativa de la maestría de Wilde.

Gente seria que lee

A Oscar Wilde lo conocemos todos, sin embargo se le rescata más como pensador que como escritor. Quiero decir que se lo menciona por haber llevado al límite las reflexiones en torno al comportamiento humano pero no tanto por torcer el lenguaje hasta sacarle un significado novedoso. En «La importancia de llamarse Ernesto» este es uno de las grandes aciertos que aporta Wilde a la literatura.

«La importancia de llamarse Ernesto» vio la luz en 1895 y fue una obra controvertida que recibió críticas muy variopintas; la mayoría de los lectores coincidían en que se trataba de una comedia superficial escrita para personas profundas.

Y sin duda algo de eso hay ya que en ella Wilde consigue trabajar el lenguaje de una forma descomunal, ofreciendo un cruce de significados muy interesante al afincarse en los doble sentidos de las palabras.

A través de ellos realiza una dura crítica a la sociedad de su tiempo, a las imposiciones y estructuras de una época en la que la censura y el comportamiento políticamente correcto eran moneda corriente. En esa sociedad reservada y encorsetada la obra no prendió, de hecho fue sumamente criticada debido a la forma desenfadada con la que Wilde se enfrenta al lenguaje.

Ya desde el título hay un juego de palabras interesantes: «The Importance of Being Earnest». En la traducción podemos llegar a un doble significado: «La importancia de ser formal» y «La importancia de ser (llamarse) Ernesto». Aunque la grafía de ambos términos es diferente (Earnest / Ernest), no lo es su pronunciación y el propio Wilde expresó que se ajustaba exactamente a lo que buscaba con este texto: una crítica a las actitudes cerradas de la sociedad inglesa del siglo XIX.

Crítica social y lenguaje revolucionario

Esta obra tuvo una importante repercusión y pese a que tuvo muchos detractores (aún los tiene), desde su lanzamiento se coronó como un clásico ineludible de la literatura. Desde entonces ha sido representada teatralmente en numerosas ocasiones a lo largo de todo el mundo.

Pienso que es una lectura sumamente interesante. Y lo digo más allá de la crítica que ofrece. Sobre todo creo que hay que leerla porque permite acercarse a los rasgos identitarios de toda la obra de Wilde.

La historia se centra en un intercambio de identidades. Dos hombres juegan a llamarse Ernesto (un nombre que da prestigio porque sugiere un comportamiento serio y apreciado profundamente en la Inglaterra de principios de siglo XIX) y desarrollan un plan para casarse con dos mujeres.

Lo que a simple vista parece una trama de telenovela latinoamericana es en realidad un sencillo punto de partida a través del cual Wilde plantea una crítica rotunda a los prejuicios sociales y sexuales y propone una visión abierta frente a los aspectos que hacen al comportamiento social.

Una comedia profunda

Podríamos decir que se trata de una comedia en la que el conflicto de identidad es el eje a través del cual se desarrollan los hechos. En lo que respecta al argumento, aunque es sencillo, se encuentra desarrollado con absoluto ingenio y concluye en una obra alucinante y entretenida que estoy segura no deja indiferente a ningún lector.

Sin embargo es una obra que permite dos lecturas bien diferentes: por un lado sí, la estricta de la trama que entretiene y hace reír; por la otra, una lectura profunda que nos permitirá acceder a una de las obras mejor conseguidas de Wilde, donde el uso del lenguaje es fundamental y donde las cosas no son lo que parecen.

Considero que «La importancia de llamarse Ernesto» es uno de esos libros a los que debemos volver una y otra vez y que nos permiten disfrutar al máximo de uno de los autores anglosajones más fascinantes del siglo XIX. Por esa razón quise traerlo al desván de los libros perdidos. ¡No dejen de leerlo!