La literatura de terror tiene algo que la vuelve necesaria y oportuna en cualquier situación. Cuando estamos solos en una noche de tormenta es un momento propicio para leer un relato de estas características, pero también lo es una reunión con amigos y cualquier otra situación: el terror es un elemento fabuloso que puede provocar en nosotros sensaciones extraordinarias y necesarias para sentirnos vivos. Hoy les traigo dos relatos de este género que me gustan especialmente y que les recomiendo: ¡léanlos cuando encuentren el momento propicio y muéranse de miedo!
Ambrose Bierce, «Al otro lado de la pared»
Al otro lado de la pared es un relato de Ambrose Bierce que me encanta.
Se trata de la historia de un joven que viaja a San Francisco, ciudad que no visita desde hace mucho tiempo, para visitar a su amigo Mohum Dampier, quien lo recibe en su casa lleno de alegría. La particularidad de este amigo es que se siente atraído por las cuestiones paranormales y dedica su vida a investigarlas; aunque, cuenta el narrador, tiene la suficiente lucidez como para no permitir que nada se le revele como innegable sin una explicación lógica.
En cuanto llega a su casa, el protagonista nota que su amigo ha cambiado: lo ve más demacrado y denotando más años de los que cuenta. El encuentro se da armoniosamente pero se ve interrumpido por unos golpeteos en la pared realizados por alguien que se encuentra del otro lado del dormitorio; pero al observar bien, el protagonista descubre que del otro lado de la pared no hay nada. Así comienza esta historia que de a poco nos va introduciendo en un ambiente tenebroso e inexplicable guiado por la narración de Dampier a través de la cual se nos intenta explicar el motivo de aquellos golpes.
La forma en la que Bierce consigue enlazar la historia de Dampier y mostrarnos las diversas emociones que van contaminando la salud mental de nuestro personaje es digna de aplauso. Creo que es un relato fabuloso que puede servirnos tanto como entretenimiento como un texto instructivo de qué elementos tener en cuenta a la hora de construir un relato de terror.
Edgar Allan Poe y «Berenice»
El segundo relato que escogí es Berenice de Edgar Allan Poe. La pregunta que siempre me surge cuando leo a Poe es ¿cómo hace para ser tan exquisito en sus narraciones? Y es que al leerlo nos encontramos con textos absolutamente poéticos que nos van llevando de una imagen a otra sin por ello carecer de las necesidades de un texto narrativo: contar una historia con claridad. Hay en sus relatos miles de elementos propios más de la lírica que de la narrativa: metáforas preciosamente labradas, curiosos usos de los vocablos para darle a sus relatos una musicalidad peculiar, y el uso de un lenguaje rico en adjetivos y en construcciones que te zambullen en un universo espeluznante del que no puedes salir hasta la última página, y a veces ni siquiera al llegar a ella.
Es muy difícil escoger el mejor relato de terror de Poe, en todos ellos hay tanto para extraer que difícil sería decantarse por uno; no obstante, en Berenice la ternura y el horror se dan cita y esa es una de las características del cuento que lo vuelve imprescindible.
Este relato nos presenta a un joven reservado que se enamora de su prima, Berenice, quien es todo lo contrario a él: divertida, vivaz y dicharachera. Una tarde descubre que ella también está enamorada de él y le propone matrimonio. Todo va bien hasta que el protagonista ve a su amada desprovista de mortalidad, en una imagen casi celestial o fantasmagórica. Lo que viene después deberían leerlo con sus propios ojos.
Berenice es un relato que comienza con muchísima ternura y a medida que lo vamos leyendo nos interna en un ambiente tétrico y abrasivo que va siendo invadido por el horror e imágenes extrañas. Y, por supuesto, como ocurre en todas las historias de Poe, nos encontramos con un final poco predecible y sobre todo, impactante. No, no voy a contarles lo que ocurre, ¡no deberían perderse este relato!
En estos dos relatos las historias se traman de una forma maravillosa, un hilo tenue que se va tensando cada vez más hasta culminar en el clímax, donde ya no sabemos bien qué es real y qué cosa no lo es. Poe y Bierce son dos escritores fantásticos que no deberían dejar de leer.
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