Isabel Bono nació en 1964 en Málaga y comenzó a escribir tempranísimo. Sus primeros poemas vieron la luz cuando ella tenía unos diecinueve años. Desde entonces nos ha regalado maravillosos puñados de letras para deleitarnos. Y, aunque ella asegura que escribe lo que le da la gana, tenemos que reconocer que lo hace maravillosamente. Cuando la conocí me dijo que no le importaba escribir bien, pero que es agradable darse cuenta de que lo que a ella le hace tanto bien puede ser útil o bello para alguien. Me pregunto ¿no es acaso ese el fin de la escritura?
La sencillez debería apellidarse Bono
Bono se presenta a sí misma como una apasionada de las palabras, aunque no se dedica a la filología ni ‘a nada que se le parezca‘. De hecho, le interesan los números tanto como Beckett y Vonnegut, aunque ellos claramente no son números.
Ha publicado muchos y bellos poemas entre los que podemos citar «Señales de vida», «Los días felices», «Entre caimanes» y «La espuma de las noches». Lo más reciente es un libro extraño pero muy interesante que se llama «Cahier». Se trata de una obra auténtica y llena de vida: un libro que a modo de collage, le devolvió a Isabel la voz que creía perdida, cuando ya se estaba convenciendo de que no tenía más palabras. Un libro que se construye a partir de palabras recortadas de periódicos y otros medios de comunicación.
Isabel es una mujer con quien da un gusto enorme conversar. No por su trayectoria poética (que también) tampoco por su simpatía (sí, además), sino porque tiene una visión del arte en general y de la poesía en particular sumamente interesante: sueña con el día en que la poesía no sea algo raro al que sólo unos pocos pueden acceder. Imagina con ansias el día en que la bajemos (a la poesía) de ese absurdo pedestal en que a alguien se le ocurrió plantarla y la tengamos cerca; el día en que la poesía sea NUESTRA. ¿Cómo no íbamos a querer disfrutar de semejante persona?
Vivir en el mejor sentido de la poesía
Hace unas semanas leí un poema suyo publicado en una web (pueden leerlo aquí) que me retorció profundamente. Una de las cosas que deseamos los que parecemos flotar siempre en pensamientos es la posibilidad de que un día, aunque sea por un instante, no tengamos que pensar y simplemente podamos sentir la vida, con sus colores, sus texturas, sus aromas, como un loco bueno, dice Bono.
Y en el poema siguiente asegura su deseo de ser tantas cosas y poder recordarlo. El recuerdo (la memoria) es aquello que nos permite tener constancia de lo que somos (hemos sido). La posibilidad de ser hombre, adoquín, pincel amarillo, cristal de sal o saco de algarrobas y de poder recordar esas esencias me parece una analogía alucinante de la creatividad poética y de la lectura. A través de ellas podemos convertirnos en tantas cosas (seres, objetos, etc) y recordar cada una de esas transformaciones. La posibilidad de sentirnos fuera de nosotros y dentro de otras realidades es una de los mejores obsequios que nos da la creación. Y al leer este poema fascinante no he podido dejar de agradecer esa posibilidad maravillosa de la literatura.
Cuando Bono me devolvió sus respuestas a la entrevista digital que le envié, lo hizo adjuntando un precioso texto inspirado en la serie sueca «La piedra blanca». No hace falta haberla visto (yo no lo he hecho) para que sus palabras te conmuevan. En su puño encuentro colores sutiles y mucha música. Cuando la leo percibo música por todos lados; partiendo de las comas, de los adjetivos, metiéndose en mi boca. Esa es una de las cualidades que más me gustan de su poesía y que también he hallado en esta prosa. ¿Cómo lo hace? No lo sé. Será cuestión de preguntárselo o, quizás mejor es que nos quedemos con la duda… El misterio es lo que llena de magia a la literatura.
Los invito a leer a esta maravillosa poeta y a empaparse de su dulzura, de su ternura y también de su crudeza; creo que no van a arrepentirse. Si quieren conocerla mejor, los invito a leer la entrevista que publicamos hace poco. Pueden hacerlo en los siguientes enlaces: aquí pueden leer la primera parte, y aquí está la segunda parte.
OMEGA (Isabel Bono)
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