Cuando pensamos en el género de fantasía uno de los primeros nombres que acude a nuestra memoria es el de J.R.R. Tolkien, autor de una de las obras más influyentes y trascendentes del género. Y es que sus obras redefinieron la idea del género elevándolo a nuevos niveles. Con la publicación de El Hobbit, en el año 1937, y la trilogía de El Señor de los Anillos, entre los años 1954 y 1955, Tolkien estableció los estándares que aún hoy guían a escritores de fantasía y atrapan a millones de lectores.
La creación de la Tierra Media
La contribución más revolucionaria de Tolkien fue su meticulosa construcción de mundos. La Tierra Media no es sólo un escenario, sino un universo vivo con geografía, historia, culturas y lenguas propias. Este nivel de detalle no tenía precedentes en la literatura de fantasía y sentó las bases para un nuevo estándar de inmersión. De hecho, en toda la literatura fantástica posterior se tomó como referencia esta nueva idea conceptual a la hora de crear mundos fantásticos.
Tolkien nació en Bloemfontein (actual Sudáfrica) el 3 de enero de 1892. Su infancia estuvo marcada por la tragedia: su padre murió cuando él tenía sólo tres años, y su madre, Mabel, falleció cuando él tenía doce; quedó así huérfano de muy chico a cargo de su hermano menor, Hilary. Al ser menores fueron enviados a un hospicio presidido por el padre Francis Morgan, quien influyó brutalmente en sus ideas religiosas y en sus valores. El amor que su madre le había inculcado por la literatura y la naturaleza sería para él un firme consuelo; posteriormente este placer derivaría en su pasión por la filología, que sería fundamental para la composición de la Tierra Media.
Entre sus influencias literarias destacaron las sagas nórdicas, los mitos anglosajones y las epopeyas clásicas como «Beowulf» y «El Kalevala» finlandés, que fueron fundamentales en la composición de su universo literario. Además, su experiencia como soldado en la Primera Guerra Mundial marcó profundamente su visión del bien, el mal y la naturaleza destructiva del poder, que se convertirían en temas recurrentes en su literatura.
Después de completar sus estudios filológicos, Tolkien comenzó a obsesionarse con la posibilidad de crear nuevas lenguas. Así surgieron los idiomas quenya y sindarin, basados en lenguas como el finés y el galés y que suponen dos idiomas que el escritor creó y desarrolló en profundidad. Con ellos no sólo añadió autenticidad a su universo sino que pudo demostrar que la fantasía podía ser un género profundamente intelectual.
Otro gran aporte de Tolkien a la literatura fue la conformación de una mitología personal que enriquecería, sin que él pudiera predecirlo, la literatura de fantasía de ahí en adelante. Inspirado en mitos nórdicos, anglosajones y cristianos, Tolkien creó una mitología propia que sostiene todo su universo y cuya principal cualidad es la fusión de ideas, creencias y costumbres distintas fusionándolas o provocando entre ellas un vínculo argumental contundente. Obras como El Silmarillion muestran esta ambición y demuestran la gran habilidad y el talento de este escritor británico.
El gran aporte de Tolkien a la literatura fantástica
La visión amplia de la experiencia humana, intensificada por las brutalidades que vio y vivió durante la guerra, lo llevaron a reflexionar profundamente en torno a las relaciones humanas. En su obra incorporó diversos mundos aparentemente distintos y los relacionó de alguna manera. Elfos, hobbits y magos se relacionan de forma fluida en su universo, y son el reflejo de la visión clara que Tolkien tenía respecto a la diversidad y la posibilidad de compartir la vida con personas de otras miradas y otras culturas poniendo siempre por delante la empatía y la ambilidad.
Numerosos temas atraviesan toda la obra de Tolkien, pero seguramente uno de los más destacados es la lucha entre el bien y el mal, la búsqueda de equilibrio sobre la tierra entre estos dos opuestos. En El Señor de los Anillos, el Anillo único simboliza la corrupción del poder absoluto. La lucha de Frodo para destruirlo refleja una búsqueda moral universal. Asimismo, la Comunidad del Anillo representa cómo la diversidad y la cooperación pueden superar los mayores desafíos.
Antes de Tolkien, la literatura de fantasía solía ser considerada infantil o menor. Y Tolkien lo que intentó fue generar un cambio en este género que le apasionaba. Consiguió que su trabajo demostrara que este género fuera tomado en serio y, en poco tiempo se convirtió en uno de los grandes renovadores del género, como un referente ineludible en la creación de la literatura fantástica.
El gran aporte de Tolkien a la literatura es ineludible. Demostró que los mundos fantásticos pueden ser tan ricos y detallados como el mundo real, estableciendo un nuevo nivel de realismo que los autores posteriores han tratado de alcanzar. En su estilo ha trabajado con un lenguaje similar al de las epopeyas clásicas, otorgándole un tono épico y solemne, gracias al cual su literatura se ha convertido en una de las más valoradas de la literatura clásica fantástica.
La influencia de Tolkien trasciende la literatura. Sus obras han inspirado adaptaciones cinematográficas, videojuegos, música y una comunidad global de fanáticos que continúan explorando y expandiendo la Tierra Media. Además, ha llevado a los académicos a tomar la fantasía más en serio como objeto de estudio. Dicho esto sólo queda reforzar la idea de que Tolkien no sólo creó historias inolvidables sino que cambió los esquemas de la literatura fantástica para siempre. Hoy en día, más de medio siglo después de su muerte, sus mundos imaginarios continúan impactando en nuestros universos personales y nuestra relación con los demás.
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