Hace unos días releyendo viejos artículos encontré uno que me interesó especialmente; era una entrevista que la escritora y periodista madrileña, Rosa Montero, le realizó a Javier Marías, sin dudas uno de los escritores más destacados de su generación. La misma tiene ya bastantes años, fue publicada en «El país» en agosto de 1992, sin embargo me parece interesante recuperarla, aunque luego de minuciosas investigaciones respecto a ciertas ideas de este autor no puedo ciertamente recomendarlo. De todas formas aquí se los dejo y espero que les guste.
Un hombre indeciso
Montero comienza la entrevista diciendo que posiblemente Marías sea un hombre sumamente obsesivo y meticuloso ya que, unos segundos antes de comenzar la entrevista quiso dejarlo todo claro, cómo se tratarían, qué tipo de preguntas le realizaría, en fin, quiere dejarlo todo bien atado para evitar traspiés.
En dicha entrevista Marías expresó que siempre vivió inmerso en una extraña indefinición; la propia Montero acotó que esto realmente se percibe y que incluso los objetos parecen vivir en una constante indecisión:
La casa consistía en un enorme piso bastante sombrío y cubierto de papeles, libros y folletos escritos por todos los rincones y empapado de un silencio espeso y reverberante, «como submarino» y la habitación de Javier, en un rincón recogido de aquella casa, no se diferenciaba en mucho del resto del habitáculo.
Cuando Montero le hizo esta entrevista, corría el año 1992, más de 20 años después de que Marías publicara su primera novela, sin embargo uno de los primeros años en que realmente se lo estaba teniendo en cuenta como un novelista actual y moderno.
Pasaron ya once años de aquella entrevista y el autor de «El siglo», «Vidas escritas» y «Los enamoramientos» continúa siendo uno de los españoles más leídos fuera del territorio nacional y, seguramente, es uno de los autores recomendados; pese a todo y aunque mi punto de vista no importe demasiado en el mundo literario en el cual soy absolutamente ignota, me gustaría compartir algo más con ustedes sobre este autor.
A favor de la tauromaquia
Posiblemente, sea Javier Marías uno de los autores más prestigiosos de toda España, aunque lamentablemente es un defensor del maltrato animal. En un artículo que publicó en su propio blog hace ya unos dos años expresó claramente su oposición a que se prohibieran las corridas, argumentando que «sin corridas no hay toro» porque los ganaderos lo crían de una forma casi artificial con el único fin de ser llevado a la plaza de toros.
¿Nos estaría cargando? pues no, realmente creo fervientemente en eso, está convencido de que es mejor «mantener viva» a una especie para matarla que que desaparezca, ¿por qué en vez de defender semejante tropelía no se pone en campaña para conseguir que, una vez eliminadas las corridas, se creen refugios estatales donde estos animales puedan continuar viviendo en el estado más salvaje y libre posible?
Cabe mencionar que su postura comienza siendo neutral, dice que no le interesan las corridas y ni siquiera ha asistido a muchas en su vida, pero considera que NO DEBEN ELIMINARSE. Puede que la tarde en que se sentó a escribir este artículo estuviera un poco más indeciso que aquélla en la que la Montero lo entrevistó.
No creo que le hayan pagado, como muchos opinaron, es otro autor a quien leía y admiraba y que he dejado de seguir, por esta misma razón que dejé a Aute. Porque no puedo admirar y contribuir con la fama de un individuo que antes de ser vivo es humano, que antes de ético es defensor del maltrato y, por ende, de una persona no me creería tampoco que está en contra del maltrato a otros seres humanos, es muy difícil ser un individuo valioso si se está a favor del cobarde maltrato y tortura de otros seres vivos. Además, es curioso que las palabras de su artículo más llamativas fueron las siguientes:
En todos los países existen costumbres legendarias que no son revisadas con el correr del tiempo pero sí defendidas a raja tabla, poniendo sobre la mesa cuanto sucio argumento haga falta y, lo más triste de todo, es que en medio de esa pelea de excusas para conservar algo que es nocivo para el planeta en general y para nuestra especie en particular (porque nos convierte en seres inanimados y apáticos) queda mezclada la literatura, una de las artes desde la que se ha luchado con más ahínco por la libertad… Sí, de libertad habla Marías cuando dice ¡Basta de prohibiciones! y ahí es cuando ya su argumento llega a causarme gracia pues… ¿se olvida de los derechos que los animales tienen de gozar de su propia libertad?
Lo siento si este artículo ha sido más polímico (político-polémico) que literario, pero no he podido evitar explayarme sobre este tema.
Lo siento para aquellos que le admiran, yo también le admiraba debo decirlo, sobre todo después de haber rechazado el Premio Nacional con argumentos claros y muy valuables… Pero ya no, porque no soy de las que cierran los ojos frente a ciertas ideas. Puedes tolerar que tu amigo o maestro piense diferente, siempre y cuando su manera de pensar no afecte negativamente la vida de otro ser vivo.
Creo que más que nunca en estos tiempos ultra complicados, donde todo se pone en tela de juicio y donde muchos argumentan que ciertas prohibiciones tienen que ver con una postura conservadora o dictatorial. ¿No deberíamos ser acaso inflexibles en nuestra defensa por la vida?
Espero que les haya gustado el artículo y les sirva para pensar acerca de cuestiones tan importantes como lo son las tradiciones y el replanteamiento de todas nuestras ideas, para saber defender lo que es apropiado y abominar todo lo que nos guie a un camino en el que colaboremos, aunque sea con nuestras palabras, con el maltrato a otros individuos cuya única responsabilidad reside en haber nacido en una especie que ¿»nos pertenece»? Y volviendo al inicio ¿como se puede ser tan indeciso en ciertas cosas y tener las ideas tan claras respecto a la muerte indiscriminada de otro ser vivo?
Comentarios1
Ya en las Cantigas de Santa María de Alfonso X (s. XIII), el cancionero religioso medieval de la literatura en galaico-portugués, hay escenas de corridas y el Mal es representado por el toro y por el león. ¿Acaso Picasso no satanizó al toro en su Guernica?
Céline después de la Segunda Guerra Mundial tuvo que refugiarse en Dinamarca y firmar su trabajo con nombre falso: Francia lo quería llevar frente a un pelotón de ejecución por su complicidad total con Hitler y por su antisemitismo virulento. Lamentablemente está considerado como un genio literario. La ética no siempre acompaña la estética. La lista es larga y los escritores y poetas humanistas muy corta. Por eso tiempo atrás presenté el caso de Neruda, quizá el más miserable e infame de todos los poetas famosos (existen pruebas documentales) pero él seguirá siendo el poeta favorito de la mayoría de lectores. Vargas Llosa defiende a capa y espada el derecho de asesinar toros en nombre de la tradición y Fernando Sabater arguye que no es un problema ético, sino estético. En otras palabras la ética, según ellos, es sólo aplicable a los humanos. Así está el mundo, Téxil, y no lo vamos a cambiar.
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