Para vivir y amar un espacio ni siquiera hay que haberlo visitado, algunas personas viajamos mucho antes a determinados espacios, mucho antes de haber estado ahi.
A veces para vivir en un lugar no hace falta haberlo pisado siquiera una vez. Hay ciertas cosas que están en la piel que se sienten en el cuerpo. Desde muy chica leía a García Lorca, era mi poeta favorito, y aprendí a amar las tierras de Andalucía, Granada y ese paraíso español de una forma que no sabría explicar. Aún al día de hoy, cada vez que oigo hablar de Granada algo se despierta en mi, como si perteneciera a ese espacio, como si viniera de allí, al igual que esos escenarios donde uno tiene recuerdos. Parece ser que lo mismo le ocurre a muchas otras personas, y por lo visto, Joan Daniel Bezsonoff no es la excepción.
Siendo descendiente de rusos, Joan aprendió a amar esa tierra y a vivir en ella, aún estando en España. Él mismo expresa:
Pasión por Rusia
Joan Daniel es un escritor franco catalán de ascendencia rusa y, ha escrito una novela: «Los taxistas del zar», donde nos muestra ese país donde no nació pero del que lleva algo en la sangre. En la portada de la obra aparece Anna, una tía abuela del escritor y a lo largo de toda la historia podemos acercarnos a la lejana Rusia, a la misma de Tolstói y de tantos otros grandes escritores.
Al leer a Joan podemos recibir ciertos resquicios de los cuentos rusos del catalán Francesc Serés, y no es llamativo que existan catalanes ligados a la cultura rusa, si se tiene en cuenta que los más importantes traductores del ruso a nuestra lengua como Augusto Vidal y Andreu Nin eran catalanes. Por otro lado, ciertos elementos en la historia de España que pueden enlazarse perfectamente con otros de la rusa, acontecimientos que han marcado de manera significativa el curso de la historia de los países.
En el caso de Bezsonoff, él mismo cuenta que una de las principales ambiciones que tuvo durante gran parte de su vida, fue aprender ruso para poder leer las obras clásicas en idioma original (deseo que compartirán con él todos aquellos aficionadas a esta época de la literatura), por lo tanto, no es extraño que haya escrito esta obra, pues por lo visto lo suyo con Rusia es algo que sólo puede describirse con una palabra: pasión.
Los taxistas de Bezsonoff
De forma cronológica, el autor nos va contando las vivencias de sus familiares, que le han llegado a través de las anécdotas, y, aprovecha para mostrar a su vez el hermoso e inmenso país de Rusia con sus misterios, de una manera sorprendentemente cercana.
En esta obra Bezsonoff recrea de forma admirable la vida de su abuelo en su país natal, su infancia y la juventud en Vorónezh. La manera de retratar aquel personaje, con su historia y su entorno es tan extraordinaria que parece una fotografía en blanco y negro o una película vieja que puede irse desarrollando mientras vamos pasando las páginas de «Los taxistas del zar».
Cabe destacar que también hay una clara descripción de lo que fue la guerra civil en Rusia, en la cual su abuelo participó en las tropas que defendían al zar. La manera en que lo hace, y lo que vuelve a esta una novela sumamente realista y creible, es mezclando datos geográficos e históricos, y recreando, a través de la fusión entre los acontecimientos reales y la ficción, aquellas escenas y conversaciones que manifiesta han significado vitales para el porvenir de ese hombre, su abuelo, y quizás de todo su país.
Por ejemplo a través de un sueño erótico que tiene su abuelo durante un viaje en tren, el autor deja ver claramente los desastres que la guerra obró sobre la península de Crimea, una de las consecuencias más nefastas del régimen bolchevique.
Otra de las cuestiones a rescatar de esta obra es el planteo sobre ciertas preguntas trascendentales, presentes en todas las sociedades, y que emergen en el personaje de su abuelo y en muchos otros de la obra. De hecho en este trabajo ofrece un capítulo que se titula «El baile de las identidades» donde se manifiestan estas ideas, aclarando que es mejor pensar que más allá de esta existe otra vida, una vida que transcurre «con sus alegrías y sus inquietudes».
Para concluir cabe destacar que «Los taxistas del zar» es una obra donde el autor hace una reconstrucción de vidas que se torcieron a causa de decisiones políticas y por el efecto de los cambios sociales; el resultado de todo ello puede verse descripto a la perfección en aquella frase:
«Los taxistas del zar» es sin lugar a dudas una novela que cualquiera que se precie de desear viajar sin moverse de su sitio debe leer. Así, podrá acercarse a una Rusia entrañable y vivir, junto al antepasado de Bezsonoff, un momento de la historia imperdible: trágico, pero también con aspectos sumamente conmovedores y hasta divertidos.
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