Hoy les traigo una nueva novela al desván de los libros perdidos. Se trata de un clásico de la literatura universal: «El jugador», de Fiódor Dostoyevski. Para muchos es una de las grandes obras del escritor ruso, aunque desde mi punto de vista presenta algunas aristas poco atractivas, sobre todo cuando se la mira en comparación a otras historias de Fiódor. No obstante, creo que es una lectura imprescindible para cualquier amante de la buena literatura.
El juego como protagonista en la crisis afectiva y económica
«El Jugador» se encuentra escrita en primera persona por su protagonista, el joven Alekséi Ivánovic. Si bien es un joven educado y con una cierta seguridad en sí mismo, en su interior dos profundas pasiones pujan por arrebatarle toda la cordura: el juego y el amor por Polina, la hija de una familia pudiente, bastante inaccesible para él.
En la caracterización de sus personajes sin lugar a dudas reside el gran trabajo de Dostoyevski y esta novela no es la excepción. la forma en la que nos presenta a Alekséi, en sus monólogos interiores y en sus conversaciones con las personas que le rodean nos permiten descubrir a una criatura inestable. Para ser más exactos: a un hombre a simple vista normal y corriente pero con un precario desarrollo psicológico que le impide llevar una vida saludable. La historia no se centra tanto en su romance y su pasión por Polina sino más bien en su incapacidad para mantener relaciones saludables y ofrecer sólo lo que tiene. En su interior su máximo deseo es ofrecer aquello que los demás necesitan, haciendo lo imposible por conseguirlo, sin importar las consecuencias que esto pueda traerle. Por otro lado, es esta una buena forma de describir las emociones y el comportamiento de una persona absolutamente perdida por la adicción.
Hay a su vez en Alekséi Ivánovich un profundo desánimo con la vida quele ha tocado, y lo manifiesta con frases llenas de victimismo y algo de autoflagelación. No consigue resolver sus problemas emocionales y el alcohol funciona para él como un calmante que le permite transcurrir un día más, un día más… En este punto se abre el otro gran tema de la obra: la importancia de conocerse a uno mismo para enfrentar con madurez las circunstancias que la vida nos va poniendo en el camino. De este modo, lo que parece una historia sobre las adicciones y el comportamiento de una persona adicta al juego, se convierte en una reflexión en torno a la forma en la que el pasado y nuestra mente colaboran (o no) con nuestra perdición.
Una obra maestra hecha por encargo
Fiódor Dostoyevski, el gran monstruo de la literatura, escribió «El jugador» en un lapso de seis meses. Tenía numerosas deudas, muchas de ellas contraídas, como el propio personaje de la novela, a través del juego, y la firma de este contrato podría asegurarle un desahogo. Y así fue. No obstante, la rapidez de su escritura hizo que no se sintiera del todo conforme con el resultado y que necesitara volver en futuras obras sobre esta realidad familiar: el juego como articulador de los problemas emocionales y familiares.
Sin duda una de las grandes virtudes de esta obra es la gran profundidad de la reflexiòn que alcanza en ella Fiódor. A Dostoyevski le preocupa el hombre, pero no como individuo que crece y vive sino como ser que arrastra un pasado y con él, las decisiones del pasado; como criatura que ansía desesperadamente que su fe le salve de algo que no llega a comprender del todo; como individuo que se sabe incompleto si no cumple con aquello que de él se espera. En este punto «El jugador», es la obra que mejor manifiesta la neurosis de los que necesitamos de la aprobación de aquellos a quienes hemos elegido como sujetos de autoridad. En esa actitud tan infantil y enfermiza reside el verdadero problema-trauma de Alekséi Ivánovich y en la forma en la que se enfrente a ello, su solución.
Diferencias con otras obras de Dostoyevski
Creo que «El jugador» no está entre los mejores títulos de Fiódor, aunque en general sea uno de los primeros que aparece al nombrarlo. Si bien es cierto que es un libro revelador, no permite apreciar la potencia de la pluma de Fiódor y deja en evidencia los fines de la escritura de esta historia: ganar dinero para continuar escribiendo.
A diferencia de «Crimen y castigo», «Memoria del subsuelo» o «Los hermanos Karamazov», por nombrar otras de las obras más reconocidas del genio ruso, ésta no parece ser el producto de una exploración interior, sino más bien el resultado de una escritura obsesiva; quizá por eso sea una de las que presente más datos biográficos: su propia naturaleza abriéndose camino en noches de desesperación para impregnarse en su escritura y transformar la ficción en plena memoria. Este dato vuelve, sin embargo, interesante la lectura de «El jugador» y quizàs, sea el que la salve, el que vuelva esta novela interesante y necesaria.
Sea como sea, al margen de sus debilidades, y de las nuestras, es «El jugador» un libro que todos deberíamos leer porque representa un eslabón fundamental en la literatura rusa. Por todo eso no he querido dejarla fuera de este ciclo del desvàn de los librosperdidos, donde han aparecido otros clàsicos universales como «Las ciudades invisibles», de Italo Calvino, «Diloy el vagabundo», de la condesa de Ségur y «La importancia de llamarse Ernesto» de Oscar Wilde.
Comentarios1
Yo también soy ludópata y hay una película con Kate Hudson y uno de los hermanos Wilson que trata de una adaptación de esa novela . Además yo he escrito sobre el juego de casino también. Interesante análisis.
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