Julio Verne nació en febrero de 1828 y se dejó apasionar rápidamente por los misterios, la ciencia, los viajes y la geografía, volcándolos de forma fantástica en novelas y relatos. Junto a H. G. Wells es considerado padre de la ciencia ficción. Además, sus obras se han traducido a una gran cantidad de idiomas e incluso muchas de ellas han sido adaptadas al cine.
Los mitos que desdibujan la realidad
En torno a la vida de Julio Verne se han creado muchos mitos, y se han contado historias, que posteriormente se ha sabido que no eran del todo fehacientes. Por ejemplo una de las anécdotas que suele contarse es que a la edad de 11 años abandonó su casa y se alistó como grumete en un barco, con la idea de llegar a tierras lejanas y comprar un collar para su prima Caroline, de quien estaba perdidamente enamorado. Durante años y aún al día de hoy, hay personas que afirman que fue así; sin embargo, las investigaciones de los biógrafos, dejan en evidencia que esta sólo fue una historia inventada en una de las primeras biografías que salieron del autor y que se convirtió en vox populi, pero no era real.
Y ¿cómo no se van a crear leyendas e historias en torno a semejante persona? Puede que mucho de lo que se cuenta en las biografías no sea del todo acertado, sin embargo nadie puede negar que era un genio, un hombre capaz de destruir las barreras convencionales y escribir sobre lo que no se entiende, sobre lo desconocido.
Un escritor apasionado
Julio Verne comenzó a escribir sus primeras obras de teatro siendo un adolescente y fue introducido por uno de sus tíos en los círculos literarios, pudiendo contactarse con autores de todos los géneros y crecer en esta profesión.
Pese a los intentos de su padre porque se dedique a la abogacía, Julio Verne no lo hizo y en consecuencia, su progenitor dejó de financiarlo. Pese a ello, el autor continúo escribiendo y comenzó a ganarse la vida haciendo pequeñas changas, pero era un ser tan íntimamente ligado a las letras y sentía tal voracidad por los libros que todo cuanto ganaba lo gastaba en ellos. Se dice que su pésima alimentación, debido a las carencias materiales, lo llevaron a padecer problemas estomacales y una parálisis facial de la que no se recuperó.
Un hombre que amaba las letras por sobre todo, y este amor lo llevó a la locura, a olvidarse de sí mismo, y a causarse daños físicos irreparables.
Ensayos científicos en forma de novelas
Julio Verne fue un adelantado a su tiempo, escribió sobre globos aerostáticos cuando aún no se había intentado volar, escribió sobre viajes a otros planetas, cuando las naves espaciales eran un invento futurista, y también inventó el submarino y miles de artilugios más.
Entre las características fundamentales del autor se encuentra la de haber podido unificar ciencia y escritura y hacer impresionantes obras con un contenido científico espectacular, pero explicado de manera sencilla, a fin de que cualquiera pudiera captarlo.
Esta es sin duda la mayor virtud de Verne, su prosa, esa forma de escribir sencilla pero no simple, llena de detalles pero capaz de entenderse a una simple lectura. Escribía para jóvenes, sin embargo, en sus obras había contenido que cualquier científico que la leyera debía sacarse el sombrero. Verne fue único en su tiempo y aún al día de hoy continúa ocupando un lugar de prestigio, siendo uno de los primeros en escribir relatos de ciencia ficción, cuando el género aún no había sido creado.
Verne escribe en una de sus cartas:
Él comprendía muy bien de qué se trataba y por eso es uno de los autores juveniles más leído de todos los tiempos y sus magníficas obras colman las librerías.
¿Coincidencias o evidencias?
Verne no vivía en su tiempo, reinaba un poco en el pasado y otro tanto en el futuro, y escribía de todos esos tiempos, de los vividos y los que vendrían.
En su «Viaje del hombre a la Luna», tres astronautas subían a bordo de una nave, subvencionados por el gobierno norteamericano, despegaban de Florida y tardaban 150 horas en llegar a la luna; estas características se asemejan de una forma impresionante con el viaje que en 1969 realizó el Apolo 11.
En el año 1863, Julio Verne escribió una novela titulada «París en el siglo XX», se trataba de un joven que vivía en una ciudad con rascacielos de cristal, trenes de alta velocidad, coches que funcionaban a gas y una impresionante red mundial de comunicaciones, ¡lo que hoy vivimos, vamos!. Pero eso no es todo, incluso Verne en esa historia supo expresar una de las cosas que caracteriza a las sociedades modernas: ese joven, pese a tener millones de posibilidades, no puede alcanzar la felicidad y construye su fin de forma trágica. Dicha obra no fue publicada sino hasta 1994, cuando el autor ya había fallecido, pero fue encontrada por uno de sus biznietos en 1989.
Como estas, existen otras coincidencias entre sus obras y la realidad que posteriormente tuvimos frente a nosotros. Algunos avances pudo verlos, otros no, sin embargo aún se lo reconoce como uno de los mayores inventores y creadores de artilugios que haya dado el pasado.
Algunos opinan que Julio Verne tenía contactos con personal de entidades científicas como la NASA, o estaba vinculado con alguna organización secreta «porque sino no se explica que haya podido escribir de tantas cosas, de las cuales no se tenía idea en aquella época», considero que de este modo intentan boicotear la capacidad imaginativa del autor y no estoy para nada de acuerdo con esta teoría.
En verdad, Julio era una mente brillante, capaz de volar, de imaginar realidades diferentes, de vivir en tiempos diferentes y por eso fue capaz de adelantarse a los acontecimientos. Cierto es que tenía conocimientos de ciencia, y basta con leer algunas de sus obras para confirmarlo, sin embargo su mayor herramienta era una imaginación ultra poderosa y una pasión y una sed de escribir que lo devoraban.
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