A lo largo de la historia de la literatura universal han ido apareciendo autores y obras que han dejado una profunda huella y que han servido como fuente de inspiración a otros escritores.
No obstante, hay dos plumas que indiscutiblemente se pueden considerar como las más influyentes de este periodo citado, la de Franz Kafka y la de James Joyce. Controvertidos, peculiares pero, sobre todo, arriesgados fueron sendos autores que no dejan indiferente a nadie.
Sensible. Este es el adjetivo que mejor define al checo Kafka que no destacó por una bibliografía extensa pero sí interesante y motivadora.
Su novela corta titulada La metamorfosis (1915) es quizás su trabajo más reconocido y admirado mundialmente. Y también el más estudiado pues se han llegado a plantear hasta 160 interpretaciones de esta historia protagonizada por Gregorio Samsa.
Llega la transformación
Desde el egoísmo del ser humano hasta la soledad del individuo pasando por la sociedad opresora que convierte al hombre en un incomprendido son algunos de los temas que han sido interpretados como leit-motiv fundamental de esta narración.
Quizás todos ellos formen parte de la vida de Samsa, un joven comerciante de 23 años que mantiene a su familia y que un día se despierta convertido en un insecto.
Si difícil de comprender se hace esta situación no lo es menos la que sufre el protagonista de El proceso (1925), Josef, que un buen día es arrestado sin saber el porqué. Y así seguirá siendo durante el transcurso de esta novela en la que deberá defenderse de algo que nunca llega a descubrirse qué es.
El peso de Joyce
En esa misma línea de confusión, diatriba y dificultad se halla una de las obras más importantes del siglo XX: Ulises (1922) de James Joyce.
En la Irlanda de 1882 fue donde y cuando abrió los ojos por primera vez este escritor que se caracterizó por su maestría con el lenguaje. Algo que reconoció el ilustre autor argentino Jorge Luis Borges para quien en la mencionada obra: «hay sentencias, hay párrafos, que no son inferiores a los más ilustres de Shakespeare o de Sir Thomas Browne».
Discutido, influyente y múltiplemente interpretado ha sido este libro que, de modo metafórico, está basado en el viaje que se realiza en La Odisea (siglo VIII a.C) de Homero. Stephen Dedalus es uno de los personajes destacables de estas páginas de Joyce cuya lectura necesita de manera indiscutible tranquilidad, mente abierta y paciencia.
Otra de las novelas más afamadas de este escritor irlandés fue Finnegans Wake (1939), ante todo controvertida. En ella se narra la historia de Porter, un tabernero, y de su familia. Y más concretamente de cómo se entremezclan los sueños de aquel con los de su esposa, hijos o clientes.
La lectura de este último trabajo publicado por el citado autor, al igual que el resto de su bibliografía, consigue, sobre todo, no dejar indiferente a nadie. Y lo mismo ocurre con los relatos de Kafka.
Por ello, era imposible que uno u otro pasaran por la historia de la literatura de puntillas. Ambos han dejado una profunda huella, han removido opiniones, han originado filias y fobias,»�pero fundamentalmente han marcado un punto de inflexión en el mundo de las letras al que han regalado unas obras ejemplarizantes en muchos aspectos.
Comentarios5
Te felicito por la presentación y por los autores escogidos! Hacía tiempo que esperaba algo así. Sin lugar a dudas, Kafka y Joyce son los dos escritores más innovadores e influyentes del siglo XX. Borges para la literatura española. Ninguno de los tres fueron galardonados con el Premio Nobel. Poco importa. No lo necesitan.
Muchas gracias Raoul. Me alegra enormemente que el artículo sea de tu gusto.
A veces, los premios son bastante injustos y dejan sin reconocer a autores de la talla de estos tres. Pero, como dices tú muy bien, ninguno de ellos los necesitan porque su obra ya les da el reconocimiento que merecen.
Poema de Jorge Luis Borges
James Joyce
En un día del hombre están los días
del tiempo, desde aquel inconcebible
día inicial del tiempo, en que un terrible
Dios prefijó los días y agonías
hasta aquel otro en que el ubicuo río
del tiempo terrenal torne a su fuente,
que es lo Eterno, y se apague en el presente,
el futuro, el ayer, lo que ahora es mío.
entre el alba y la noche está la historia
universal. Desde la noche veo
a mis pies los caminos del hebreo,
Cartago aniquilada, Infierno y Gloria.
Dame, Señor, coraje y alegría
para escalar la cumbre de este día.
Cambridge, 1968
"Habla un discípulo de Kafka, un tardío discípulo de Kafka, pero que sigue sintiéndolo y agradeciendo lo mucho que él le ha dado y lo poco que él ha podido hacer con ese espléndido regalo de su obra. Quiero examinar aquí dos temas de Kafka, el "laberinto" y la "empresa imposible", pero antes quiero decir unas palabras sobre el modus operandi de Kafka, sobre lo que los escolásticos llamaron el "regregresus in infinitum" y que es un proceso intelectual bastante común tratándose de etiología o metafísica, pero raro tratándose de literatura y podríamos decir que fuera de algunos precursores, que de algún modo fueron inventados por él, fue inaugurado por Kafka." Borges
sin imaginar quien era kafka, esta historia la vi en una puesta en escena que me quede :O una gran obra...digo asta el momento no e leído esta novela peor igual no me quedare con las ganas asta el momento ah sido una novela que me impacto en un breve relato.
Para mí, "La metamorfosis" es una de las obras cumbre de la literatura universal de todos los tiempos. Aún recuerdo cuando la leía y la forma de escribir de su autor me hacía sentir que yo en ese momento estaba dentro del cuerpo del protagonista. Sinceramente, increíble!
También está la excelente traducción de La Metamorfosis” de Borges y la excelente película de Orson Welles de “El Proceso”, que anticipa el Holocausto y “1984” de George Orwell. La imaginación literaria de Kafka anticipó el martirio judío sacado de sus casas de habitación de media Europa sin saber de que se le acusaba. Si Kafka no hubiese muerto de tuberculosis, hubiera terminado como sus hermanas: en un campo de exterminio nazi.
“K” el protagonista del Proceso, se sabe victima de una situación absurda y sin sentido, pero tan innegable y efectiva como las redadas de la policía francesa, bajo ordenes nazi, en los barrios parisinos entre 1940-1944.
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