La evolución estética de Lev Tolstói: del realismo carnal al moralismo espiritual.
En el aniversario del nacimiento de Lev Tolstói, que nació el 9 de septiembre de 1828, te traemos un artículo especial, en el que repasamos la evolución estética y filosófica de este escritor ruso.
Su obra literaria se caracteriza por haber pasado del realismo crudo y la belleza de lo cotidiano a una estética del ideal moral, a través de la cual consiguió plasmar las preguntas más importantes en torno a la vida y la sociedad.
Lev Tolstói: la voz de la conciencia en Rusia
León Tolstói fue un escritor, pensador y filósofo ruso, nacido el 9 de septiembre de 1828 en Yasnaya Polyana, una finca ubicada en la zona oeste del país. Es considerado uno de los más grandes novelistas de todos los tiempos. Sus obras más célebres, Guerra y paz (1869) y Ana Karenina (1877), son aclamadas como grandes cumbres de la literatura mundial.
Tolstói provenía de una familia noble y, aunque quedó huérfano a una edad temprana, creció en un ambiente de relativo bienestar económico. Desde joven demostró una gran sensibilidad que lo llevó en su juventud a vivir de una forma bohemia, aunque sin perder las comodidades de su posición social. Cuando se alistó en el ejército para luchar en la Guerra de Crimea, su vida cambió brutalmente porque esta experiencia le causó una conmoción tremenda que lo llevó a interesarse por cuestiones filosóficas y de corte social. En su obra las preguntas existenciales y los conflictos de clase son dos de los elementos preponderantes.
El pensamiento de Tolstói fue cambiando a lo largo de su vida pero, sobre todo, después de que cumplió 50 años. A partir de ese momento adoptó una postura radicalmente pacifista, rechazó el materialismo y la violencia del Estado, y promovió un cristianismo basado en la no resistencia al mal, algo que lo alejó completamente de la Iglesia Ortodoxa Rusa que lo excomulgó por difundir ideas contrarias a su dogma. Las obras de Tolstói a partir de ese momento influyeron significativamente en el pensamiento de todo el mundo; Mahatma Gandhi fue uno de los personajes públicos que se sintió tocado por las palabras del escritor ruso y asumió de forma irrevocable esta influencia.
Tolstói fue un defensor acérrimo de los derechos de los campesinos y condenó las acciones estatales contra su libertad y su bienestar. Para cambiar esto decidió fundar una escuela en la que los hijos e hijas de los campesinos pudieran formarse para enfrentarse al Estado con argumentos y acciones sólidas. Impulsó así una enseñanza basada en la libertad de pensamiento. Durante este tiempo también escribió numerosos ensayos sobre ética, religión y política, expresando su desilusión con la sociedad contemporánea y las instituciones estatales y eclesiásticas.
Obras como Anna Karénina, Guerra y paz, Resurrección o La muerte de Iván Ilich son el buen ejemplo de las ideas y la fabulosa capacidad de Tolstói para contar historias. Gracias a ellas, el escritor ruso consiguió ganarse un lugar único y eterno en las letras universales. Su forma de explorar temas como la muerte, la fe, la moral y la búsqueda del sentido de la vida sólo puede ser comparado con la obra de otros compatriotas como Dostoyevski o Berdiáyev.
Lev Tolstói falleció el 20 de noviembre de 1910 en la estación de tren de Astápovo. Había abandonado su casa y se encontraba intentando vivir como aquellas personas a las que siempre había defendido. Dejando de lado las comodidades de su vida aristócrata comenzó a vivir como un linyera y una noche helada en la que dormía en una estación de tren, lo encontró la muerte. Su historia se cuenta de una forma contundente en la película La última estación, protagonizada por Christopher Plummer (como Tolstói), Helen Mirren (como Sofia Behrs), Paul Giamatti (como Vladimir Chertkov), James McAvoy (como Valentín Bulgakov) y Anne-Marie Duff (como Sasha Tolstói).
Evolución estética de Lev Tolstói
La vida de Lev Tolstói fue fascinante y se vio reflejada en su evolución como escritor, que lo convertiría en uno de los autores más influyentes de todos los tiempos. En su primera etapa su obra se caracterizó por un realismo profundo y la belleza de lo cotidiano. Su capacidad para retratar la vida cotidiana con un realismo profundo, casi microscópico. Obras como Infancia, Adolescencia y Juventud, que forman parte de su trilogía autobiográfica, revelan una sensibilidad hacia los detalles más comunes de la vida humana, desde las relaciones familiares hasta los paisajes rurales rusos. En estos primeros trabajos, Tolstói demostró una inclinación por explorar la psicología individual y las complejidades sociales, mostrando el peso de las tradiciones, la religión y las normas morales de la Rusia zarista.
La obra, sin embargo, más destacada de esta obra es Guerra y Paz, su gran obra. En ella Tolstói equilibra a la perfección la descripción detallada de la guerra napoleónica con las sutilezas de la vida cotidiana de las familias nobles rusas. A pesar de la magnitud de los eventos históricos que describe, lo que realmente distingue esta obra es su atención al carácter y las emociones humanas. Tolstói refleja una comprensión casi científica de la naturaleza humana y su interrelación con el mundo exterior, sin hacer juicios morales explícitos. Aquí, la belleza del arte radica en su capacidad de capturar lo humano tal como es, con toda su imperfección y grandeza.
En la década de 1870 Toltói experimentó una crisis espiritual muy fuerte que le llevó a darle un cambio radical a su vida. A pesar de su éxito literario, comenzó a cuestionar el sentido de la vida, la muerte y el propósito de la existencia. Esta etapa está marcada por una insatisfacción creciente con los placeres mundanos y una búsqueda ferviente de la verdad, lo que lo llevó a rechazar su antigua vida de lujo aristocrático.
Durante este periodo, Tolstói escribió Anna Karénina; esta novela refleja perfectamente la situación emocional que atravesaba el escritor, con los dilemas morales y espirituales que le atormentaban en aquel momento. Aunque todavía es una novela que pertenece a su etapa realista, hay en ella una nueva visión de la sociedad, mucho más crítica con asuntos como el matrimonio y la religión. Uno de los temas que mejor explora en esta novela es la contradicción que surge entre el deseo personal y las normas sociales, y la necesidad de buscar una nueva vida para superar el sufrimiento humano.
Poco a poco, Lev Tolstói fue encaminándose hacia un modo de pensamiento donde rechazó el arte por el arte y se fue convirtiendo en una persona radical en muchísimos aspectos. El anarquismo pacifista y el rechazo a la iglesia ortodoxa oficial son los dos componentes que influirán en el desarrollo de su pensamiento. A partir del cual, Tolstói comenzaría a abogar por una vida sencilla, autosuficiente y moralmente íntegra. Obras como ¿Qué es el arte?, Resurrección, La muerte de Iván Ilich o Cuánta tierra necesita un hombre son grandes referentes de este último período de escritura de Tolstói donde la lucidez mental y la búsqueda de una moral íntegra ocupaban todo su pensamiento.
La evolución estética y filosófica de Tolstói puede observarse como un viaje hacia la verdad y la moralidad. Si bien comenzó su carrera exaltando la belleza de la vida cotidiana y el carácter humano, su madurez literaria y espiritual lo llevó a cuestionar los fundamentos del arte y su relación con la ética, planteando una estética que no podía separarse de los valores sociales y espirituales. Gracias a este camino recorrido, el escritor ruso se ha convertido con su inmenso talento narrativo en uno de los grandes escritores del siglo XIX.
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