Hoy les traigo otro capítulo para la sección El desván de los libros perdidos. En esta oportunidad se trata de una novela maravillosa que excava en el fondo de la naturaleza humana y trata de aferrarse a la idea de que nada es como parece; que incluso aquellas historias que parecen sencillamente descifrables pueden esconder misterios intrincados que las vuelvan absolutamente complejas. Estoy hablando de «La hija del silencio», de Morris West, una novela que les recomiendo no perderse.
Entre el amor y la justicia
Esta es seguramente una de las obras más maduras de Morris West, no obstante, no es es precisamente de las más populares.
En esta obra el autor trabaja con la contradicción que rodea al amor y a la justicia; las pasiones que nos llevan a tomar decisiones contrarias a las que tomaríamos en un estado emocional regular y que nos obligan a cambiar nuestros objetivos de un momento al otro.
Ana Albertini es una joven que llega a un pueblito de Italia convencida de que quiere matar al alcalde; tiene un plan y quiere llevarlo a cabo. Y así lo hace. La vida tranquila (como la de todo pueblo) se ve interrumpida por ese crimen que nadie puede comprender y el posterior juicio que debe enfrentar la asesina.
Con un uso del lenguaje que ha sabido trabajar y mejorar a lo largo de sus obras, West nos ofrece una historia que reflexiona en torno a nuestra naturaleza y al poder que las pasiones y las carencias afectivas obran en nosotros.
La hija del silencio ha tenido su fama debido a la época en la que fue escrita, cuando el autor de El abogado del diablo ya había conseguido un cierto estatus; no obstante, desde mi humilde punto de vista se le ha dado menos importancia de la que en realidad merecía. Incluso al día de hoy no es una de esas obras consideradas cumbre de la literatura; y tal vez sí debería serlo.
Esta novela se ha comparado muchas veces con El Abogado del Diablo, porque en ambas uno de los temas centrales es el amor; en esta es la relación del amor y la justicia que se plasma y va abriéndose camino en la trama mientras que la novela anterior se plasmaba la relación entre el amor y la muerte. Y, al igual que la otra obra, es una historia que empiezas y que no puedes dejar, porque así es Morris West.
Todos sabemos quién fue Morris West; no obstante, un poco de historia no creo que esté demás para refrescar su vida. Nació en 1916 en Australia y se abrazó a la literatura desde muy joven. También fue precoz su éxito, que comenzó con aquella tetralogía que comenzaba con «Las sandalias del pescador» y cerraba con «Eminencia», dos obras que sin duda marcaron un antes y un después en la literatura anglosajona.
Los temas que interesaban a West
En su obra hay un interés reincidente en los misterios de la iglesia, en el abuso de poder y el chantaje emocional por quienes tienen poder dentro de esta institución. Si tenemos en cuenta que pasó más de una década en un monasterio, podemos comprender por qué sus textos son tan explícitos y claros. Nunca hizo los votos definitivos, decepcionado de esa institución en la que había confiado. Esta decepción se ve claramente en sus libros y es a través de ellos que podemos comprender muchísimas cosas de su forma de no creer en la iglesia católica.
Otro tema sobre el que reflexionó muchísimo fue la violencia. La gran pregunta que surge al leerlo es ¿debemos responder con violencia cuando somos atacados de este modo; no se supone que tendríamos que alcanzar soluciones a través de una estrategia pacifista?
La hija del silencio vuelve sobre el tema de las instituciones como entidades con la capacidad de dañar, de perdonar, de regir como dioses sobre la tierra y es sin duda una novela que merecía aparecer en nuestro desván. Espero que les guste. Aprovecho para recomendarles también cualquiera de las obras de West. Sean cuales sean sus ideales, estoy segura que este autor los ayudará a reflexionar en torno a la vida y la naturaleza humana, que después de todo sobreviven a cualquier ideología.
No se pierdan las entregas anteriores de este ciclo: Los mutilados (Hermann Ungar), La puerta (Magda Szabo)«, Cuentos al amor de la lumbre (Antonio Rodríguez Almodóvar) y «Diloy el vagabundo» (Condesa de Ségur), entre muchos otros.
Comentarios1
Tomo nota, aunque tendré que seleccionar entre las muchas recomendaciones del "Desván de los libros perdidos".
Un abrazo, Tes.
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