Hoy les traigo otra entrega para el desván de los libros perdidos. En esta oportunidad el turno es de «La hija del tiempo» de Josephine Tey cuya primera edición data de 1951 y que ha resultado sumamente interesante en su época y que todavía continúa formando parte de la lista de novelas de misterio recomendadas.
Un inspector que se obsesiona con Ricardo III
Alan Grant es un joven inspector de Scotland Yard que a causa de un accidente laboral se halla postrado en una cama. Los médicos le han recomendado que guarde reposo si desea volver a caminar y él no tiene más remedio que hacerles caso. Pero sus días son insoportables porque se trata de un hombre absolutamente despierto, con ganas de hacer cosas y, sobre todo, de vivir.
Su malestar concluye cuando comienza a investigar en torno a la figura de Ricardo III, Rey de Inglaterra desde 1483, con el objetivo de demostrar que este despiadado monarca podría haber sido inocente de todos los crímenes que se le imputaron.
Esta inquietud, esa necesidad de indagar en la historia, se la despierta Marta, una joven que suele visitarlo en su convalecencia. La propuesta de Marta es algo extravagante: partiendo de un relato, Alan debe adivinar cuál es el carácter de un personaje. Y entre los muchos retratos que le trae, el enfermo se obsesiona con el de Ricardo III. Y esto deriva en una rigurosa investigación en torno a la vida del monarca. Está convencido de que Ricardo III es inocente porque en su rostro sólo lee bondad y está convencido de que la mirada de una persona es el reflejo del alma y que en ese aspecto nadie puede engañar al mundo.
Una novela negra recomendable
En «La hija del tiempo» se encontrarán con una novela que combina maravillosamente el misterio y la acción. Lo que a simple vista parece una novela negra se transforma en un texto exquisito que nos hace pensar no sólo en la historia sino en la forma en la que miramos el pasado.
La acción del libro se vive a través de las lecturas de Alan y ese es un elemento sumamente interesante que ofrece Josephine con esta obra. El hecho de que el protagonista se pase todas las páginas postrado en una cama, y que a pesar de ello en este libro ocurran tantas y variadas cosas siempre me ha parecido maravilloso: la capacidad de la autora para crear silencio y tensión valiéndose de las lecturas del protagonistas es un verdadero puntazo de esta novela.
Cabe mencionar que Ricardo III fue acusado de ser un asesino y de haber usado el poder que le otorgaba ser el líder de la corona para beneficio personal. No obstante, así como ha ocurrido en otras lecturas sobre este personaje, la autora (el pensamiento de Alan, mejor dicho) se inclina a aferrarse a la idea de que se trató de una fama infundada que se tramó con el fin de desprestigiarlo. Sea como sea, leer esta novela puede ayudarnos a encontrarnos con una nueva lectura sobre este período delicado de la historia inglesa.
Josephine Tey es una escritora de origen escocés que se caracterizó por ser una adelantada a su tiempo. En una época en la que las mujeres estaban destinadas al casamiento, ella se rehusó a unirse en matrimonio y trabajó para sostenerse económicamente a ella como profesora de educación física.
Su pasión por la escritura la llevó a escribir esta historia que fue muy popular, al punto de que para muchos críticos fue la mejor novela de misterio de la época. Al día de hoy muchos lectores escogen esta novela como una de las grandes obras de misterio o del género negro.
Sin duda, esta novela no podía faltar en nuestro desván de los libros perdidos. Así que, aquí está. ¡A disfrutar de esta maravillosa lectura! Aprovecho para recomendarles otras lecturas que hemos recomendado en este ciclo, tales como «La cara del miedo» (Nikolaj Fröbenius), «Canción de tumba» (Julián Herbert) y «Diloy el vagabundo» (Condesa de Ségur).
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