Hoy en día es sumamente común que nos pasemos libros por Internet, que compremos las obras de nuestros autores favoritos en formato digital y que después las leamos en nuestros respectivos lectores digitales (e-reader, teléfono, tablet, notebook, etc); sin embargo hubo un tiempo en el que esta comodidad no existía, incluso no había computadores, ni teléfonos móviles…
Sí, puede que en muchas cosas fuera un tiempo mejor, pero ese será un tema para otro debate.
Recientemente me he enterado de que hubo una mujer que en 1949 inventó un dispositivo que podría ser tomado como la primera versión española de los lectores digitales… cuando todavía ni siquiera existía el formato digital. A continuación les hablaré un poco sobre este tema, espero que les guste.
Una mujer inquieta
En 1949, Ángela Ruiz, una mujer nacida en Galicia ideó un artilugio que permitía leer diversos libros; el mecanismo del mismo era a partir de unos carretes intercambiables que venían con un rollo del texto escrito.
Ángela Ruiz nació en Villamanín, en la provincia de León (España) en el año 1895 y se caracterizó por ser una mujer inquieta, deseosa de conocer nuevas cosas cada día y de inventar lo que no existiera; tal es así que fundó una academia propia a través de la cual ayudó a aquellos que pasaban dificultades, educándolos e incentivándolos a crecer como personas.
Según Ángela este invento podía servir para que todos aquellos aficionados a la lectura pudieran disfrutar de ella de una manera diferente, aprendiendo muchas cosas con tan sólo un dispositivo. El mismo serviría tanto para los niños en los colegios, como para aquellos autores que desearan difundir sus obras de forma más económica que publicar en una editorial tradicional y también para que los editores pudieran ahorrarse papel en las ediciones.
Lamentablemente en España no hubo interés para financiar tamaño invento y, éste cayó en el olvido como tantas otras cosas a las que las sociedades se resisten sin ser conscientes de que no muchos años más tarde serán revolucionarias, cambiando el curso de la historia para siempre.
La Enciclopedia Mecánica
Dicho sistema recibió el nombre de Enciclopedia Mecánica y se consideró absolutamente adelantado para lo que entonces se conocía; de hecho, podríamos decir que fue una de las precursoras del e-reader. De todas formas, y cabe la aclaración, existieron miles de dispositivos y de bocetos anteriores al e-reader, algunos similares al de Ángela, pero que por diferentes razones (no fueron presentados con la suficiente fuerza, no se contaba con la suficiente tecnología como para desarrollarlos en masa, etc) no fueron tenidos en cuenta y cayeron en el olvido como la Enciclopedia Mecánica.
La Enciclopedia Mecánica fue patentada por Ángela en 1949, aunque llevaba varios años desarrollándola; se trataba de un invento que consistía en un libro de textos para estudiantes que se ponía en funcionamiento a partir de un sistema mecánico de aire a presión. Se podían colocar e intercambiar los carretes de acuerdo a la materia de la que se deseara leer. En la patente, puede leerse claramente cuál era el objetivo y la manera de trabajar de este artilugio. Dice:
«Lleva unas bobinas donde se colocan los libros que se desee leer en cualquier idioma. Por un movimiento de las mismas van pasando todos los temas, haciendo las paradas que se quiera».
En uno de los prototipos de este invento se incluía también un hueco con el fin de colocar en él una calculadora, sin embargo la versión final no lo tenía porque aún no se habían creado calculadores de tan reducido tamaño.
Brevísima historia del e-reader
Si nos remontamos a los primeros dispositivos parecidos al e-reader de hoy en día y que se comercializaron debemos remitirnos al año 1971, con el objetivo de promover una lectura diversa a la tradicional. Se invirtió para ello muchísimo dinero utilizándose complementos hasta entonces conocidos sólo para la creación de computadoras.
Dicho artilugio fue desarrollado con la aprobación de la ISO (International Standards Organization), la cual a su vez lanzó una publicación en la que se pautaban los estándares para todo el contenido que se deseara desarrollar en futuros textos electrónicos.
Estos dispositivos que hoy en día nos parecen tan normales en algún momento no eran al punto de incluso poder compartir contenido con otros dispositivos como ordenadores, teléfonos con aplicaciones de lectura, etc.
Si bien hoy en día no necesitamos conocer todas estas cosas para aprender a manejar un moderno artilugio, un poco de historia, nunca viene mal. ¿No?
Comentarios2
Excelente artículo. Merecido aplauso para Ángela Ruiz
Importante arttículo que creo debía ser un merecido homenaje a Angela Ruiz, que desafortunadamente no fue atendida y no logró ver su invento ayudando durante varios años a jóvenes y niños en sus estudios, como tanto deseaba. Muy interesante su vida.
Gracias Téxil, excelente artículo.
Saludos
Lena
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