La obra de María Cristina Ramos

Construir una literatura infantil que eche raíces en la tierra y sirva para alzar el vuelo. Ésa parece la idea que subyace a la obra de María Cristina Ramos, la escritora argentina que acaba de ser mencionada como una de las finalistas del mayor reconocimiento al que puede aspirarse en el territorio de la creación literaria infantil, el Premio Hans Christian Andersen. Un premio tan importante en el ámbito literario que desde hace unos años ha comenzado a denominarse «el Nobel de la literatura infantil».
 

Pasión lectora y literatura infantil

María Cristina Ramos nació en 1952 en la provincia de Mendoza, en San Rafael, pero reside desde 1978 en Neuquén. Ha publicado una amplia cantidad de libros de poesía y narrativa infantil, y se la considera un referente ineludible de la literatura argentina en lo que respecta a este género. Desde hace varios años trabaja también en la promoción de la lectura tanto en bibliotecas como en escuelas, y ha dirigido diversos talleres de creación literaria.

Algunas de las obras de María Cristina son «Un sol para tu sombrero», «Maíces del silencio», «Azul, la cordillera» y «Del amor nacen los ríos», entre muchos otros. Asimismo, es autora de libros de teoría para docentes y bibliotecarios, en el que profundiza y reflexiona sobre la formación lectora, y ofrece pautas para mejorar el interés de los niños sobre la literatura. Entre algunas de sus obras teóricas podríamos mencionar «La casa del aire. Literatura en la escuela».

Sus comienzos no fueron fáciles. Tanto es así que al no tener una buena respuesta por parte de las editoriales para publicar sus libros decidió crear su propio sello. Así nació Ruedamares, que funciona desde el año 2002 y publica a interesantes autores y autoras nacionales. Además, se dedica a colaborar de múltiples formas con la sensibilidad lectora en los peques. Lo dice de esta forma.

El reconocimiento al trabajo invisible

La literatura infantil no goza de mucha visibilidad, pese a su gran relevancia en lo que respecta a la formación lectora: niños que no leen serán el día de mañana adultos que tampoco leerán. Muchas personas, y me lo han dicho escritores también, consideran que se trata de un género fácil, que cualquiera podría escribir. Así que, junto con el género breve (que se considera taller para convertirse en novelista, pese a la gran cantidad de cuentistas exquisitos e inigualables que existen), la literatura infantil se encuentra en el patio trasero. Por esto, ciertos galardones colaboran con la visibilidad de un trabajo delicado al que se entregan con pasión muchísimos autores y autoras invisibles.

El Premio Hans Christian Andersen se entrega cada año (desde 1956) a autores cuyas obras ofrezcan una estética y una búsqueda auténtica en el género infantil, que además cuenten con la consolidación de valores importantes en la primera etapa de la vida. Los finalistas de este año son Bart Moeyaert (Bélgica), Farhad Hassanzadeh (Irán), Marie-Aude Murail (Francia), Jacqueline Woodson (Estados Unidos) y Peter Svetina (Eslovenia). En marzo tendrá lugar la ceremonia de entrega del premio en Bolonia (Italia) donde se dará a conocer al ganador o ganadora, en el marco de la Feria Internacional del Libro Infantil. Cabe mencionar que solamente en dos ocasiones los galardonados pertenecían al ámbito de la literatura en español. Ocurrió en 1968, que lo recibió José María Sánchez Silva (España) y en 2012, que le fue otorgado a María Teresa Andruetto (Argentina).

Cada año la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina (Alija) escoge un candidato del territorio nacional para presentar a este premio. Contar con la suerte de ser seleccionado ya implica un premio en sí mismo, puesto que se trata de convertirse en el referente nacional en lo que al género atañe. Sin lugar a dudas es así, pero también es una suerte para que voces como la de Ramos representen la literatura del país. Termino con otra de sus afirmaciones, a raíz de que se dio a conocer su nombre como finalista.