Hace unos días compartía con ustedes mis impresiones en torno a Técnicas de iluminación, el último libro de Eloy Tizón: un rotundo homenaje a la literatura rusa, entre otras cosas. (Aprovecho para recomendárselos nuevamente).
A raíz de esa lectura me he puesto a revisar esa lista de autores rusos que me acompañan desde hace tanto tiempo y me he topado con el inmenso Nikolai Nekrasov. Como es muy difícil encontrar traducciones de sus libros completos en español (solamente lo registran algunas antologías), he querido traerlo a la sección El desván de los libros perdidos hablando de su obra en general; para ser más precisos podríamos decir que hoy hablaré sobre autores perdidos, y no libros.
El suelo ruso en Nekrasov
La vida de Nekrasov siempre me ha causado especial interés. Un hombre que se crió en una familia donde el rigor y la violencia doméstica eran protagonistas y que, al marcharse a la ciudad, hizo varios intentos de ingresar a la universidad sin poder finalizar los exámenes de ingreso. Todo esto provocó una marca irreversible en la psique del autor que se vio reflejada en sus escritos.
Cabe aclarar que vivió períodos de mucha pobreza y de desprecio. En Moscú fue despreciado por provenir de «la campiña» y llegar a una sociedad que se preciaba de ser elevada y de puntearse como una de las fundamentales urbes modernas, que se daba la mano con París y Londres como los focos de cultura musical y literaria del siglo XIX. Y también fue criticado por los escritores que ya estaban haciendo carrera en Rusia: consideraban que sus poemas eran malos y no dudaban en despreciarlo cuando podían.
Al día de hoy, Nekrasov no es de los rusos más leídos, sin embargo, sigo sin entender por qué. Hay en su poesía un tinte tan dramático, tan puro, tan infantil, que creo que resulta sumamente representativo de la cultura rusa del Siglo de Oro.
Así concluye el poema de Nekrasov titulado «Hielo, nariz roja» en el que el autor despliega con elegancia sus recursos estilísticos para plasmar una imagen colorida y casi pictórica de la costa del Río Volga, donde pasó su infancia. Puede notarse en el poema una mirada al trabajo de los campesinos, un tema reincidente en su obra, y al desamor, otro tema del que Nekrasov no supo escapar.
Encontrar libros en español de Nekrasov es sumamente difícil; tal es así que desde hace años busco sus obras completas y no he podido dar con ellas.
Hablar de la obra de Nekrasov es fundirnos en una abrazo con la música de la tierra. Hay algo primitivo y abrasivo en la relación entre los rusos y el terruño; tal es así que no sólo ocurre en la literatura sino también en otras artes como la música: escuchar a Rajmaninov, por ejemplo, nos acerca a las mismas emociones.
La poesía de Nekrasov se vincula con la de su compatriota Pushkin en tanto y en cuanto ambos escriben música; dotan a sus versos de un carácter intenso y auténtico que los vuelve extraños e imprescindibles para las letras. Dada la valentía de Nekrasov de escribir sobre sus dolores infantiles, pensar en que sus libros son sumamente difíciles de conseguir en español me llena de tristeza.
Entre Nekrasov y Rajmaninov
Tan importante es la obra de Nikolai para la cultura rusa que el propio Rajmaninov compuso su cantata Primavera (el opus 20) inspirándose en Ruido Verde, un poema magnífico de Nikolai que podría sintetizarse como un homenaje fabuloso al comienzo de la primavera, pero también al florecimiento de las artes en Rusia. Todo ello simbolizado en una relación amorosa en la que una de las partes engaña a la otra; el que es engañado decide matar a su amada pero cuando está a punto de hacerlo, todo se transforma: surge la luz, rebrota el amor, los jardines se llenan de cerezos y los bosques se llenan de música.
Cabe mencionar que este poema se funda en el modelo del canto campesino con un estribillo que amalgama el conjunto de versos y que tiene una palabra clave: verde. Ese verde que simboliza no sólo el color de los campos en primavera, sino el rebrotar de la vida, la esperanza para el pueblo después del crudo invierno, la llama que restituye lo que se ha roto. En lo que respecta a la estructura se puede notar una confesión sumamente intimista por un lado y por el otro una descripción pictórica del paisaje que se ve interpretado por un coro de voces.
Hace unos días hablábamos de la relación entre filosofía y literatura. Creo que los protagonistas de la literatura rusa fueron los que mejor supieron sustraer la esencia de cada una de estas disciplinas para ofrecernos una bibliografía moral y estética única. A tal punto que siglos después continuamos leyendo a estos genios como si fuera la primera vez, y escuchando a los músicos con la misma pasión de la adolescencia.
Pienso que este poema algo perdido de Nekrasov, podría ser una hermosa forma de acercarnos a su poesía. Y acompañarlo con la versión del opus 20 de Rajmaninov puede ser una hermosa decisión. Mientras tanto, sigamos esperando a que aparezcan nuevas traducciones y ediciones de la literatura de este impresionante poeta.
Comentarios3
Nekrasov, fue incomprendido en su tiempo, pero Ud. lo ha reinvindicado bien merecidamente felicitaciones
¡Gracias, Dilmer! Sí, creo que es una de esas grandes voces que quedan perdidas y que hace falta recuperar. Un abrazo. Me alegro de que te haya gustado el artículo. Besos.
Fantástico Blog y fantástica reseña. Gracias!!
Algún poema en español o inglés?
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